Sir 14

Uso de la lengua

1
1. ¡Difícil cosa! Véase Santiago 3, 2 ss. Sobre el segundo miembro, véase Salmo 1, 1 ss. El que no posea esta rara bienaventuranza, podrá gozar siempre otra igual, que es la de ser perdonado. Véase Salmo 31, 1 ss.; Romanos 4, 7; Lucas 7, 47.
Bienaventurado el hombre que no se deslizó en palabra que haya salido de su boca; ni es punzado por el remordimiento del pecado.

2
2. Se refiere a la tristeza que proviene de la culpa. En griego: o quien su alma no condena. Véase 19, 17; 25, 11.
Feliz el que no tiene en su ánimo la tristeza, y no ha decaído de su esperanza.

De la avaricia

3
3 ss. Nadie más pobre que el avaro, pues queriendo ser muy rico vive tan miserablemente como si nada tuviera. Véase versículos 6 y 15; 11, 20; Proverbios 13, 22; 22, 16; 28, 8 y 10; Eclesiástico 5, 12 ss. Para otros amontona: ¡Qué ironía! ¡Oh, si los multimillonarios de hoy supieran en qué manos van a parar sus riquezas! ¡Y si las monedas de oro encerradas en las cajas fuertes de los bancos pudiesen contar la historia y el destino de los que fueron sus dueños! ¿No tendrían acaso envidia al centavo de la viuda si supieran su aparición en el Evangelio? (Marcos 12, 41 ss.).
Al hombre codicioso y agarrado, de nada le sirven las riquezas; y ¿qué le aprovecha el oro al hombre tacaño?

4El que amontona, privándose a sí mismo, para otros amontona; un extraño se regalará con sus bienes.

5¿Para quién será bueno el que para sí mismo es mezquino, y no sabe gozar de sus bienes?

6
6 ss. Notemos el espíritu de generosidad que reina siempre en la Sagrada Escritura. Véase Nehemías 5, 14 ss.; 8, 10; Mateo 6, 25 ss.
Quien es avaro contra sí mismo, es el hombre más ruin del mundo, y ya recibe el pago de su pasión perversa.

7Si algún bien hace, sin pensar ni querer lo hace, y al cabo viene a manifestar su malicia.

8
8 ss. Estas sabias reflexiones se refieren a la avidez con que el avaro mira envidiosamente hacia los bienes de otro, como codiciables, mientras desprecia los propios que tiene delante.
Maligno es el ojo del envidioso, quien vuelve su cara al otro lado, y desprecia su misma alma.

9No se sacia el ojo del avaro con una porción injusta; no se saciará hasta tanto que haya consumido y secado su vida.

10El ojo maligno está fijo en el mal; no se saciará de pan; se estará famélico y melancólico en la mesa.

Haz bien a tu prójimo

11
11. Véase Eclesiastés 5, 17; Proverbios 3, 9.
Hijo mío, disfruta aquello que tienes, y haz de ello ofrendas dignas a Dios.

12
12. El tercer miembro falta en griego y hebreo. Ir al sepulcro: No hables con el avaro de la muerte. “Eres dueño de muchas tierras, le dice San Basilio. ¿Qué adquirirás después? Cinco pies de tierra.” ¡Qué desilusión prepara la muerte a los que atesoran sin pensar en el fin! La Bruyère que algo conocía el mundo, describe la suerte de ellos con estas palabras: “A los treinta años se piensa en hacer fortuna, y a los cincuenta comienza a hacerse; en la vejez se echan los cimientos del edificio, y la muerte sorprende cuando entran en acción los pintores y vidrieros.”
Acuérdate de la muerte, la cual no tarda, y de la ley que se te ha intimado de ir al sepulcro; porque el morir es una ley de la que nadie está exento.

13
13. Alarga tu mano hacia el pobre: He aquí el lema para la contaduría de todo hombre rico: Haz bien al pobre, y el Padre de los pobres te recompensará. “Dios reconoce la imagen de su bondad allí donde encuentra el cuidado de los pobres” (San León). Véase Salmo 9, 10 y 13; 10, 14; Romanos 12, 8; II Corintios 9, 7.
Antes de morir haz bien a tu prójimo, y alarga tu mano hacia el pobre según tu posibilidad.

14
14. Véase Proverbios 14, 24 y nota; Fil. 3, 1: “Alegraos en el Señor.”
No te prives de un buen día; y del buen don no dejes perder ninguna parte.

Brevedad de la vida

15¿No ves que has de dejar a otros tus sudores y fatigas, y que a la suerte se lo repartirán entre sí?

16
16 ss. Sobre estos conceptos, véase Eclesiastés 9, 7-10.
Da, y toma, y santifica tu alma.

17Practica la justicia antes que mueras; pues en el sepulcro no hay que buscar el sustento.

18
18. Véase Isaías 40, 6; Santiago 1, 10; I Pedro 1, 24.
Se ha de pudrir toda carne como el heno y como las hojas que brotan en la verde planta.

19
19. Homero expresa esta misma imagen: “La generación de los hombres es como la de las hojas.”
Unas hojas nacen, y otras se caen; así de las generaciones de carne y sangre una fenece, y otra nace.

20Toda obra corruptible ha de perecer finalmente, y su artífice tendrá el mismo paradero que ella.

21Todas las obras escogidas serán aprobadas, y el que las hace, será por ellas glorificado.

Dicha del sabio

22
22. Sobre las bienaventuranzas de la sabiduría, véase Sabiduría 7, 11 y nota. El texto de este versículo Difiere bastante en las versiones. Bover- Cantera vierte: Dichoso el varón que medita sobre la sabiduría y se ocupa en la ciencia. Nácar-Colunga: Dichoso el hombre que medita la sabiduría y atiende a la inteligencia. Sabiduría, ciencia e inteligencia son sinónimos y se refieren al conocimiento de la Ley de Dios. Sobre justicia véase 15, 1 y nota.
Bienaventurado el hombre que es constante en la sabiduría, y medita en la justicia, y considera en su mente la providencia de Dios,

23que va estudiando en su corazón los caminos de ella, y entiende sus arcanos, yendo en pos de ella, como quien sigue su rastro, pisando siempre sus huellas;

24
24 s. “La casa de la Sabiduría es el Reino de los Cielos; sus ventanas son las divinas Escrituras” (Scío). La puerta es Cristo, como Él mismo nos lo enseña en la parábola del Buen Pastor (Juan 10).
que se pone a mirar por sus ventanas, y está escuchando en su puerta;

25y reposa junto a la casa de ella, e hincando en sus paredes una estaca, asienta al lado de ella su pequeño pabellón, dentro del cual tendrán perpetua morada los bienes.

26Bajo la protección de la sabiduría colocará a sus hijos, y morará debajo de sus ramas,

27a la sombra de ella estará defendido del calor, y reposará en su gloria.
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