1 Kings 21
Jezabel y la viña de Nabot
1Después de esto sucedió lo siguiente: Nabot de Jesreel tenía una viña que estaba en Jesreel, junto al palacio de Acab, rey de Samaria. 2 ▼▼2. Dame tu viña: “¡Oh rico avaro!, exclama San Ambrosio, comentando este pasaje: ¡No sabes cuan pobre eres tú, que dices ser rico! Cuanto más tienes, más codicias; y aunque alcances la opulencia, te parece que todavía no tienes bastante. El oro alimenta la avaricia, y no la apaga. La codicia tiene innumerables grados; cuanto más alcanza más quiere alcanzar; cuanto más sube, de más alto viene a caer.
Habló Acab a Nabot, diciendo: “Dame tu viña, para que me sirva de huerto para legumbres; porque está tan cerca de mi casa; y yo te daré en su lugar otra viña mejor que ella; o si te parece bien, te pagaré su valor en dinero.” 3 ▼▼3. La Ley insinuaba no vender la herencia paterna, excepto en caso de extrema necesidad, y entonces con el derecho de reclamarla en el año jubilar (Levítico 25, 13 ss.; Núm. 36, 7 ss.).
Nabot respondió a Acab: “¡Líbreme Yahvé de darte la herencia de mis padres!” 4Acab volvió a su casa enojado e irritado, a causa de la respuesta que le había dado Nabot de Jesreel en estos términos: “No te daré la herencia de mis padres.” Se echó sobre su cama, ocultó su rostro y no comió nada. 5Vino a verle Jezabel, su mujer, y le dijo: “¿Por qué está tu espíritu tan triste y no pruebas bocado?” 6Él le respondió: “He hablado con Nabot jesreelita, diciéndole: «Dame tu viña por dinero, o si quieres te daré otra viña en cambio de ella.» Pero él contestó: «No te daré mi viña.»” 7Jezabel, su mujer, le dijo: “¿Reinas tú efectivamente sobre Israel? ¡Levántate, come pan, y alégrese tu corazón! Yo te daré la viña de Nabot jesreelita.” 8Luego escribió ella cartas en nombre de Acab, sellándolas con el sello de este, y envió las cartas a los ancianos y nobles que habitaban con Nabot en su ciudad. 9 ▼▼9. Promulgad un ayuno: “¡Abominable crimen predicar el ayuno para cometer un homicidio!” (San Juan Crisóstomo). “Como mujer inteligente y despótica, halla pronta salida al negocio. Manda convocar un día de penitencia por los males que sufrían o que podían amenazar. Era ocasión de que todos hicieran examen de su conducta y confesión de sus pecados ante Dios; lo era también de delatar el crimen de alguno que pudiera sospecharse fuera causa del mal. Nabot iba a ser la víctima expiatoria, que traería la remoción de la supuesta calamidad” (Nácar-Colunga).
He aquí el contenido de las cartas: “Promulgad un ayuno y sentad a Nabot entre los primeros del pueblo; 10 ▼▼10. Hijos de Belial: es decir, hombres malvados. El mismo soborno de testigos falsos y la misma acusación de blasfemia contra Dios y de rebeldía contra el César, hallamos en la Pasión del Divino Redentor.
y frente a él poned a dos hombres, hijos de Belial, que depongan contra él, diciendo: «¡Tú has maldecido a Dios y al Rey!» Después sacadle y apedreadle para que muera.” 11Sus conciudadanos, los ancianos y nobles que habitaban en su ciudad, hicieron conforme a la orden de Jezabel y según estaba escrito en las cartas que ella les había mandado. 12Proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot entre los primeros del pueblo. 13 ▼▼13. La Ley disponía para el pecado de blasfemia la pena de muerte (Levítico 24, 16).
Y vinieron dos hombres, hijos de Belial, que se sentaron en frente de él; y depusieron los hombres de Belial contra Nabot, delante del pueblo, diciendo: “¡Nabot ha maldecido a Dios y al Rey!” Luego le sacaron fuera de la ciudad y le apedrearon, y así murió. 14Después enviaron a decir a Jezabel: “Nabot ha sido apedreado y murió.” 15Cuando Jezabel supo que Nabot había sido apedreado y que había muerto, dijo a Acab: “¡Levántate, toma posesión de la viña de Nabot jesreelita, el cual se negó a dártela por dinero; que ya no vive Nabot, sino que ha muerto!” 16Al oír Acab la noticia de la muerte de Nabot, se levantó y bajó a la viña de Nabot jesreelita, para tomar posesión de ella. Elías anuncia el castigo de Dios
17Entonces fue dirigida la palabra de Yahvé a Elías tesbita en estos términos: 18“Levántate, desciende al encuentro de Acab, rey de Israel, que está en Samaria. He aquí que está en la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión de ella. 19 ▼▼19. La profecía se cumplió en Acab mismo (versículo 38), y más aún en su hijo Joram (IV Reyes 9, 21 ss.).
Y le hablarás, diciendo: «Así dice Yahvé: No solo has cometido un asesinato, sino que también has robado.» Y le dirás, además: «Así dice Yahvé: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán los perros tu propia sangre.»” 20 ▼▼20. Aquí vemos nuevamente la fortaleza del fogoso profeta (18, 15 y 19, 13).
Respondió Acab a Elías: “¿Me has hallado enemigo mío?” Y dijo él: “Sí, te he hallado; por cuanto te has vendido para hacer lo que es malo a los ojos de Yahvé. 21 ▼▼21. Todos los varones: Sobre la correspondiente locución hebrea véase 14, 10; 16, 11; I Reyes 25, 22 y notas. Vulgata: hasta los perros.
He aquí que haré venir el mal sobre ti; barreré tu posteridad, y exterminaré de la casa de Acab a todos los varones, a los esclavos y a los libres en Israel. 22Y haré tu casa como la casa de Jeroboam, hijo de Nabat, y como la casa de Baasá, hijo de Ahías, por cuanto me has provocado a ira, haciendo pecar a Israel.” 23También respecto de Jezabel ha hablado Yahvé, diciendo: “Los perros comerán a Jezabel junto al muro de Jesreel. 24 ▼▼24. Véase el cumplimiento de este vaticinio en IV Reyes 9, 33 ss.
Al que de Acab muriere en la ciudad, le comerán los perros, y al que muriere en el campo, le comerán las aves del cielo.” 25Pues no hubo nadie como Acab, el cual instigado por su mujer Jezabel se vendió para hacer el mal a los ojos de Yahvé. 26Obró de una manera muy abominable, siguiendo en pos de los ídolos y haciendo exactamente lo mismo que habían hecho los amorreos, a quienes Yahvé arrojó de delante de los hijos de Israel. 27Cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos, puso un saco sobre su cuerpo y ayunó y se acostó con su saco y andaba silencioso. 28Entonces fue dirigida esta palabra de Yahvé a Elías tesbita: 29 ▼▼29. “Donde vemos que, porque se mudó Acab el ánimo y el afecto con que estaba, mudó también Dios su sentencia. De donde podemos colegir, para nuestro propósito, que aunque Dios haya revelado o dicho a un alma afirmativamente cualquier cosa en bien o en mal, tocante a la misma alma o a otras, se podrá mudar en más o menos, o variar, o quitar del todo, según la mudanza o variación de afecto de la tal alma o causa sobre que Dios se fundaba” (San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo, II, 18). “Si Dios detiene su ira ante la sombra y apariencia de la penitencia, dice San Gregorio Magno, ¡cuán eficaz no será el arrepentimiento verdadero!” Y San Ambrosio escribe: “Caer en el pecado es propio de nuestra miseria, arrepentirse es acto de virtud.” ¡Tal es la magnanimidad de Dios, que nos computa como un mérito lo que apenas parece la más elemental obligación!
“¿Has visto cómo se humilla Acab delante de Mí? Por cuanto se ha humillado delante de Mí, no descargaré este mal en sus días. En los días de sus hijos haré venir el mal sobre su casa.”
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