‏ 1 Maccabees 1

Prólogo

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1. Cetim (o Kitim) significa aquí las islas griegas y las riberas del Mar Egeo en general. Antiguamente solo llevaba este nombre la isla de Chipre (Génesis 10, 4; Números 24, 24 y nota; Isaías 23, 12; Daniel 11, 30). Darío: Darío III Codomano (336-331 a. C.), que fue vencido por Alejandro Magno en la batalla de Iso 333).
Sucedió que después que Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, y el primero que reinó en Grecia, salió del país de Cetim y derrotó a Darío, rey de los persas y de los medos;
2ganó muchas batallas, y se apoderó en todas partes de las ciudades fuertes, y mató a los reyes de la tierra, 3y penetró hasta los últimos términos del mundo, y se enriqueció con los despojos de muchas naciones; y enmudeció la tierra delante de él. 4Juntó poder y un ejército muy fuerte; y después se engrió e hinchó de soberbia su corazón; 5y se apoderó de las provincias, de las naciones y de sus reyes, los cuales se le hicieron tributarios. 6Después de esto cayó enfermo, y conoció que iba a morirse. 7Entonces llamó a los nobles de su corte que se habían criado con él desde la tierna edad; y antes de morir dividió entre ellos su reino. 8
8. Alejandro Magno murió en Babilonia, el año 323, después de haber repartido su imperio entre sus generales, de los cuales salió Ptolomeo como rey de Egipto, y Seleuco, general de Ptolomeo, como rey de Mesopotamia y Siria. El primero dio su nombre a la dinastía egipcia de los Ptolomeos, el segundo a la dinastía siria de los Seléucidas.
Reinó Alejandro doce años, y murió.

9En seguida aquellos se hicieron reyes, cada uno en su respectiva provincia. 10Y así que él murió, se coronaron todos, y después de ellos sus hijos, por espacio de muchos años; y se multiplicaron los males sobre la tierra.

I. LEVANTAMIENTO DE MATATÍAS

Antíoco Epífanes sube al poder

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11. Antíoco IV Epífanes que reinó de 175 a 164 a. C. Su padre era Antíoco III el Grande. El año 137 del imperio de los griegos equivale al año 175-174 a. C. La cronología que siguen los libros de los Macabeos, es la era de los Seléucidas que comienza el primero de octubre de 312, fecha de la victoria de Seleuco I Nicator sobre su rival Antígono.
Y de entre ellos salió aquella raíz perversa, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que después de haber estado en Roma como rehén, empezó a reinar el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos.
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12. La falsedad de esta afirmación puede verse reconocida por uno de los mismos paganos en el discurso de Aquior (Judit 5, 5 ss.).
En aquel tiempo se dejaron ver unos inicuos israelitas, que persuadieron a otros muchos, diciéndoles: Vamos, y hagamos alianza con las naciones circunvecinas, porque después que nos separamos de ellas, hemos experimentado muchos desastres.
13Les pareció bien este consejo. 14Y algunos del pueblo se decidieron, y fueron a estar con el rey, el cual les dio facultad de vivir según las costumbres de los gentiles. 15
15 s. Un gimnasio, para hacer ejercicios físicos según la costumbre que practicaban los griegos en honor de sus dioses. Estos ejercicios se hacían con el cuerpo desnudo, por lo cual los judíos apóstatas, para no avergonzarse, disimulaban la circuncisión mediante una operación médica. Esto es el sentido del versículo 16, que dice literalmente: se hicieron para sí prepucios. Cf. I Corintios 7, 18.
En seguida construyeron en Jerusalén un gimnasio, según el estilo de los gentiles;
16abolieron el uso de la circuncisión, y abandonaron el Testamento, y se coligaron con las naciones y se vendieron como esclavos a la maldad.

Antíoco saquea a Jerusalén

17EstabIecido Antíoco en su reino, concibió el designio de hacerse también rey de Egipto, a fin de dominar en ambos reinos. 18Así entró en Egipto con un poderoso ejército, con carros de guerra, y elefantes, y caballería, y un gran número de naves. 19
19. Se trata de Ptolomeo VI Filometor que reinó en Egipto de 181-145 a. C.
Y haciendo la guerra a Ptolomeo, rey de Egipto, temió este su encuentro, y echó a huir, y fueron muchos los muertos y heridos.
20Entonces se apoderó de las ciudades fuertes de Egipto, y saqueó el país de Egipto.

21Después de haber asolado a Egipto, volvió Antíoco el año ciento cuarenta y tres, y se dirigió contra Israel. 22Y habiendo llegado a Jerusalén con un poderoso ejército, 23
23. El velo, que separaba en el Templo el Santo del Santísimo (véase Éxodo 26, 31 ss.), y que se rasgó en dos partes al morir Jesús (Mateo 27, 51). Las coronas eran, sin duda, exvotos (véase Zacarías 6, 14).
entró lleno de soberbia en el Santuario, y tomó el altar de oro, y el candelero con todas sus lámparas, y todos sus vasos, y la mesa de la proposición, y las palanganas, y las copas, y los incensarios de oro, y el velo, y las coronas, y los adornos de oro que había en la fachada del Templo, y todo lo hizo pedazos.
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24. Los tesoros escondidos: el tesoro del Templo y los depósitos de las viudas y huérfanos. Véase II Macabeos 3, 10-12.
Tomó asimismo la plata y el oro, y los vasos preciosos, y los tesoros escondidos que encontró. Y después de haberlo saqueado todo, se volvió a su tierra;
25habiendo hecho grande mortandad en las personas, y mostrado en sus palabras mucha soberbia.

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26 ss. Patético cuadro que recuerda las Lamentaciones de Jeremías. La hermosura de las mujeres era cosa proverbial en Israel. Véase los casos de Sara (Génesis 12, 12); Rebeca (Génesis 24, 16); Raquel (29, 17); Judit (Judit 10, 4); Ester (Ester 2, 7), etc. Así será también la Esposa del Cordero. Cf. Salmo 44, 13; Gálatas 4, 26; Apocalipsis 21, 2, etc.
Fue grande el llanto que hubo en Israel y en todo el país.
27Gemían los príncipes y los ancianos; quedaban sin aliento las doncellas y los jóvenes; y desapareció la hermosura en las mujeres. 28Se entregaron al llanto todos los esposos, y sentadas sobre el tálamo nupcial se deshacían en lágrimas las esposas. 29Y se estremeció la tierra, como compadecida de sus habitantes; y toda la casa de Jacob quedó cubierta de oprobio.

Nuevo estrago en Jerusalén

30Cumplidos que fueron dos años, envió el rey por las ciudades de Judá al superintendente de tributos, el cual llegó a Jerusalén con grande acompañamiento. 31
31. Fingida dulzura. La Biblia nos ofrece de esto muchos ejemplos y nos da preciosas normas para conocer la sinceridad (Eclesiástico 12, 10; 19, 24; 26, 12; 27, 14 y notas).
Y habló a la gente con una fingida dulzura, y le creyeron.
32Pero de repente se arrojó sobre los ciudadanos, e hizo en ellas una gran carnicería, quitando la vida a muchísima gente del pueblo de Israel. 33Y saqueó la ciudad, y la entregó a las llamas, y derribó sus casas y los muros que la cercaban. 34Y se llevaron cautivas las mujeres, y se apoderaron de sus hijos y de sus ganados.

Jerusalén, ciudad desolada

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35. La ciudad de David: el barrio que se extendía al sur del Templo. En él se levantaba antes la ciudadela de los jebuseos que David conquistó y eligió por residencia (II Reyes 5, 7-9).
Fortificaron la ciudad de David, con una grande y firme muralla, y con fuertes torres, e hicieron de ella una fortaleza.
36La guarnecieron de gente malvada, de hombres perversos, los cuales se hicieron allí fuertes, y metieron en ella armas y vituallas, y también los despojos de Jerusalén, 37teniéndolos allí como en custodia. Y vinieron a ser como un funesto lazo, 38estando como en emboscada contra el lugar santo, y siendo como unos enemigos mortales de Israel; 39pues derramaron la sangre inocente alrededor del Santuario, y profanaron el lugar santo. 40
40. Es decir que no se habían cumplido al regreso de Babilonia las grandes esperanzas del pueblo. Véase Esdras 2, 64; 7, 6; 8, 17; Nehemías 9, 36 ss.; Ester 3, 8.
Por causa de ellos huyeron los habitantes de Jerusalén, viniendo esta a quedar morada de extranjeros, y como extraña para sus naturales, los cuales la abandonaron.
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41. Convertidos en días de llanto sus días festivos: Cf. Tobías 2, 6; Amós 8, 10.
Su Santuario quedó desolado como un yermo, convertidos en días de llanto sus días festivos, en oprobio sus sábados, y reducidos a nada sus honores.
42En fin, la grandeza de su ignominia igualó a la de su gloria, y su alta elevación se convirtió en llantos.

Impío edicto de Antíoco

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43. La formación de un solo reino, sometido a las mismas costumbres y leyes, es de suyo una idea comprensible en la mentalidad de un tirano, pero afectaba la religión de los judíos, cuyas leyes civiles procedían de los preceptos de su religión y formaban con estos un todo.
En esto el rey Antíoco expidió cartas por todo su reino, para que todos sus pueblos formasen uno solo, renunciando cada uno a su ley: particular.
44Todas las gentes se conformaron con este decreto del rey Antíoco, 45y muchos del pueblo de Israel se sometieron a esta servidumbre, y sacrificaron a los ídolos, y violaron el sábado. 46
46 ss. Ante semejante relato vemos que no son cosa nueva las persecuciones de la religión en nuestros tiempos; y por el castigo terrible que tuvo Antíoco (cf. 6, 10 ss.) podemos deducir cuanto odia Dios la tiranía sobre las almas (cf. II Corintios 1, 23; I Pedro 5, 3), tanto la que oprime, como aquí, la libertad religiosa, cuanto la que impone un culto extraño. Cf. Cantar de los Cantares 3, 5 y nota.
En efecto, el rey envió sus comisionados a Jerusalén, y por todas las ciudades de Judá, con cartas, para que abrazasen las leyes de las gentes de la tierra,
47y se prohibiese ofrecer en el Templo de Dios holocaustos, sacrificios, y oblaciones por los pecados, 48y se impidiese la celebración del sábado y de las solemnidades. 49
49. El pueblo santo: nombre honorífico de Israel. Véase Isaías 63, 18; Daniel 8, 24; 12, 7; Sabiduría 18, 1. El griego dice los santos; nombre con que se denominaban también, más tarde, los primeros cristianos. Véase Romanos 1, 7; 8, 27; 12, 13; Efesios 1, 4 etc.
Mandó además que se profanasen los santos lugares y el pueblo santo de Israel.
50Dispuso que se erigiesen altares y templos e ídolos, y que se sacrificasen carnes de cerdo y animales inmundos; 51que dejasen sin circuncidar a sus hijos, y que manchasen sus almas con toda suerte de viandas impuras y de abominaciones, a fin de que olvidasen la Ley de Dios, y traspasasen todos sus mandamientos; 52
52. Véase en el segundo Libro el martirio de Eleázaro y de los siete hijos que murieron con su madre, mártires de la fe (II Macabeos 6, 18 ss.).
y que todos los que no obedeciesen las órdenes del rey Antíoco perdiesen la vida.
53A este tenor escribió a todo su reino, y nombró comisionados que obligasen al pueblo a hacer todo esto; 54los cuales mandaron a las ciudades de Judá que sacrificasen. 55Y muchos del pueblo se unieron con aquellos que habían abandonado la Ley del Señor, e hicieron mucho mal en el país; 56y obligaron al pueblo de Israel a huir a parajes extraviados, y a guarecerse en sitios ocultos.

Profanación del templo y persecución de los que observaban la ley

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57. El abominable ídolo de la desolación: según el griego: la abominación de la desolación. “Esta es la gran calamidad que obsesionaba la mente del profeta Daniel” (Nácar-Colunia). Cf. Daniel 9, 27; 11, 31 y notas. Consistía en un pequeño altar erigido sobre el altar de los holocaustos y destinado al culto idolátrico. Véase versículo 62 y Josefo, Ant. XII, 5, 4. Cf. Mateo 24, 15.
El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, colocó el rey Antíoco sobre el altar de Dios el abominable ídolo de la desolación, y por todas partes se erigieron altares en todas las ciudades de Judá.
58Y quemaban inciensos y ofrecían sacrificios delante de las puertas de las casas y en las plazas. 59
59 ss. Véase lo que hizo el rey Joakim con las profecías de Jeremías (Jeremías 36, 22 ss.).
Y despedazando los libros de la Ley de Dios, los arrojaban al fuego;
60y a todo hombre en cuyo poder hallaban los libros del Testamento del Señor, y a todos cuantos observaban la Ley del Señor, los despedazaban, en cumplimiento del edicto del rey. 61Con esta violencia trataban, una vez por mes, al pueblo de Israel que habitaba en las ciudades. 62Porque a los veinticinco días del mes, ofrecían ellos sacrificios sobre el altar, que estaba erigido enfrente del altar.

63Las mujeres que circuncidaban a sus hijos eran despedazadas, conforme a lo mandado por el rey Antíoco; 64y a los niños los colgaban por el cuello en todas las casas donde los hallaban, y despedazaban a los que los habían circuncidado. 65
65. Viandas impuras; a saber: carne inmolada a los ídolos, y carne de animales inmundos (p. ej. cerdo), o la que provenía de animales sofocados.
En medio de esto muchos del pueblo de Israel resolvieron en su corazón no comer viandas impuras, y eligieron antes el morir que contaminarse con manjares inmundos;
66y no queriendo quebrantar la Ley santa de Dios, fueron despedazados. 67
67. La ira: la ira del rey Antíoco, o la ira de Dios irritado por los pecados del pueblo.
Terrible fue sobremanera la ira contra el pueblo.
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