‏ 1 Maccabees 16

Victoria de los hijos de Simón

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I. Este era Juan, hijo de Simón, a la inversa de Pedro, a quien Jesús llama “Simón hijo de Juan” (Juan 21, 15). En la historia se le da el nombre de Juan Hircano.
Habiendo Juan subido de Gazara, y enterado a su padre Simón de los daños que causaba Cendebeo en el pueblo;
2llamó Simón a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: “Yo y mis hermanos, y la casa de mi padre hemos vencido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta este día, y hemos tenido la dicha de libertar muchas veces a Israel. 3
3. Vemos continuarse así, en esta ilustre familia, una vocación guerrera que le había sido impuesta por la necesidad. No era tal ciertamente el ideal de Simón, como puede verse en 14, 11 ss. Véase también, con respecto a Judas, II Macabeos 11, 15 y nota.
Mas ahora yo ya soy viejo; y así entrad vosotros en mi lugar y en el de mis hermanos, y salid a pelear por nuestra nación; y el auxilio del cielo sea con vosotros.”

4En seguida escogió del país veinte mil hombres aguerridos de tropa de infantería y caballería, los cuales marcharon contra Cendebeo, y durmieron en Modín; 5de donde partieron al rayar el día, y avanzando por la llanura descubrieron un numeroso ejército de infantería y de caballería, que venía contra ellos, mediando un impetuoso torrente entre ambos ejércitos. 6Entonces Juan hizo avanzar sus tropas para acometer; mas viendo que estas temían pasar el torrente, pasó él primero, y a su ejemplo le pasaron todos en seguida. 7Hecho esto dividió en dos partes su infantería, colocando en medio de ella la caballería, por ser muy numerosa la de los enemigos. 8
8. Las trompetas sagradas eran de plata y las tocaban solamente los sacerdotes. Véase Números 10, 1 ss.
E hicieron resonar las trompetas sagradas, y echó a huir Cendebeo con todas sus tropas; muchas de estas perecieron al filo de la espada, y las que escaparon con vida se refugiaron en la fortaleza.

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9. Hasta Cedrón: Véase 15, 40 y nota.
En esta acción quedó herido Judas, hermano de Juan; pero Juan los fue persiguiendo hasta Cedrón, la que había sido reedificada.
10Muchos llegaron hasta los castillos que había en las llanuras de Azoto; pero Juan les puso fuego, dejando muertos allí dos mil hombres, y regresó felizmente a Judea.

Simón es muerto por su yerno Ptolomeo

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11. Nada se sabe de este Ptolomeo sino el abominable crimen que aquí cometió contra Simón, su ilustre suegro (versículo 16). Con este pereció el último de los hijos de Matatías (2, 1 ss.), en forma trágica como sus cuatro hermanos, inmolados todos al bien de Israel, no menos que los sublimes mártires Eleázaro (II Macabeos 6, 18 ss.) y los siete hermanos llamados Macabeos, con su madre (II Macabeos 7, 1 ss.).
A este tiempo Ptolomeo, hijo de Abobo, se encontraba de gobernador del llano de Jericó, y tenía mucho oro y plata;
12pues era yerno del Sumo Sacerdote. 13Se le hinchó de soberbia el corazón, y quería hacerse dueño del país; a cuyo fin maquinaba cómo quitar la vida por medio de alguna traición a Simón y a sus hijos. 14
14. El año 177 de los Seléucidas coincide con el año 135 a. C. Simón murió a comienzos del año 135. Sabbat, o Schebaf. Enero-febrero.
Hallábase este a la sazón recorriendo las ciudades de Judea, tomando providencias para su mayor bien, y bajó a Jericó con sus hijos, Matatías y Judas, en el undécimo mes, llamado Sabbat, del año ciento setenta y siete.
15
15. Doc, hoy día Ain Duk, situado al noroeste de Jericó en el mismo monte en que se cree que fue tentado el Señor (monte de la Cuarentena).
Les salió a recibir el hijo de Abobo con mal designio, en un pequeño castillo llamado Doc, que había él construido; donde les dio un gran convite, poniendo gente en asechanza.
16Y cuando Simón y sus hijos hubieron tomado vino, se levantó Ptolomeo con los suyos, y tomando sus armas entraron en la sala del banquete, y asesinaron a Simón, y a sus dos hijos, y a algunos de sus criados; 17cometiendo una gran traición en Israel, y volviendo mal por bien.

Juan Hircano, hijo de Simón, escapa a la muerte

18Después Ptolomeo escribió todo esto al rey, rogándole que le enviase tropas en su socorro, prometiéndole entregar en su poder el país con todas sus ciudades y los tributos. 19Despachó asimismo otros a Gazara para que matasen a Juan; y escribió a los oficiales del ejército para que se viniesen a él, que les daría plata y oro y dones. 20Envió otros para que se apoderasen de Jerusalén y del monte donde estaba el Templo. 21Pero se adelantó corriendo un hombre, el cual llegó a Gazara y contó a Juan cómo habían perecido su padre y hermanos, y como Ptolomeo había enviado gentes para quitarle a él también la vida. 22Al oír tales cosas se turbó en gran manera Juan, pero luego se apoderó de los que venían para matarle; haciéndoles quitar la vida, puesto que supo que maquinaban contra la suya.

Conclusión

23El resto de las acciones de Juan, y sus guerras, y las gloriosas empresas que llevó a cabo con singular valor, y la reedificación de los muros hecha por él, y lo demás que ejecutó; 24
24. Libro desgraciadamente perdido. Josefo en sus antigüedades trae un relato de esas hazañas. Juan, con el sobrenombre de Hircano, desempeñó el Pontificado durante 31 años y murió el año 105 a. C. Sus descendientes, poco concordes, se disputaron la herencia y llamaron a Pompeyo como árbitro. Este vino con las legiones romanas, ocupó a Jerusalén el año 63 a. C. y puso fin a la dinastía de los Hasmoneos (Macabeos), instituyendo la dinastía idumea de Herodes. Así fue quitado el cetro a la tribu de Judá y estaba cerca El que había de venir (Génesis 49, 10). Aún le faltaba algo peor: su desaparición como pueblo, que fue el año 70 de nuestra era, cuando a raíz de la destrucción de Jerusalén por los romanos, comenzó la dispersión, que duró hasta nuestros días y continúa todavía en gran parte,
todo se halla descrito en el diario de su pontificado desde el tiempo que fue hecho príncipe de los sacerdotes, después de su padre Simón.

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