2 Chronicles 16
Guerra con Baasá de Israel
1 ▼▼1 ss. Véase III Reyes 15, 17-22. “El texto, en cuanto a las cifras, no debe estar bien conservado, pues en III Reyes 16, 8 se dice que Baasá murió el año 26 de Asá” (Nácar-Colunga).
El año treinta y seis del reinado de Asá, subió Baasá, rey de Israel, contra Judá, y fortificó a Ramá, para impedir la salida y entrada a (la gente de) Asá, rey de Judá. 2Entonces sacó Asá plata y oro de los tesoros de la Casa de Yahvé y de la casa real, y envió mensajeros a Benhadad, rey de Siria, que habitaba en Damasco, para que le dijesen: 3“Haya alianza entre mí y ti, como la hubo entre mi padre y tu padre. Te envío plata y oro; ven, rompe tu alianza con Baasá, rey de Israel, para que se retire de mí. 4 ▼▼4. Abelmaim, llamada Abel-Bet-Maacá en III Reyes 5, 20.
Benhadad accedió al pedido del rey Asá y envió a los jefes de sus tropas contra las ciudades de Israel; y ellos derrotaron a Iyón, Dan, Abelmaim y todas las ciudades de provisiones situadas en Neftalí. 5Cuando Baasá lo supo, desistió de fortificar a Ramá, suspendiendo su obra. 6Entonces el rey Asá movilizó a todo Judá, y se llevaron de Ramá las piedras y las maderas que Baasá había empleado para la construcción; y con ellas edificó a Gabaá y a Masfá. Asá es reprendido por un profeta
7En aquel tiempo el vidente Hananí llegó a Asá rey de Judá, y le dijo: “Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no pusiste tu confianza en Yahvé, se ha escapado de tu mano el ejército del rey de Siria. 8 ▼▼8. Cf. 14, 8 ss.
¿No eran un ejército inmenso los etíopes y los libios, con carros y jinetes numerosísimos? Y sin embargo, por haber puesto tu confianza en Yahvé, Él los entregó en tu mano. 9 ▼▼9. ¡Qué fineza del corazón de Dios! Sus ojos recorren continuamente toda la tierra para defender a los que en Él confían. El que se siente débil — ¿y quién no lo es?— tiene aquí una perfecta receta para ser fuerte. Cf. Job 34, 21 s.; Proverbios 5, 21; Jeremías 16, 17; Zacarías 4, 10; Filipenses 4, 13.
Porque los ojos de Yahvé recorren toda la tierra, para defender a aquellos cuyos corazones ponen toda su confianza en Él. Has procedido neciamente a este respecto, y por eso de aquí en adelante tendrás guerra.” 10Entonces Asá se irritó contra el vidente y lo metió en la cárcel, porque estaba enojado con él por este asunto. En ese tiempo maltrató Asá también a varios del pueblo. Muerte de Asá
11 ▼▼11 ss. Véase III Reyes 15, 23-24. Notemos cómo este rey, a quien se reconocen varios méritos y hazañas, es llevado, tanto a la derrota (v. 7 ss.) como a esta dolorosa muerte, por haber flaqueado en la confianza en Dios. La medida de la misericordia que el Señor usa con nosotros, es la esperanza que en ella tenemos. (Salmo 32, 22). De ahí que Jesús repitiera constantemente, al hacer sus milagros: “Que te sea hecho según tu fe”; “tu fe te ha. Salvado”. Por eso en María Santísima “hizo Él grandes cosas”: porque ella creyó más que todos (Lucas 1, 45).
He aquí que los hechos de Asá, los primeros y los postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 12El año treinta y nueve de su reinado enfermó Asá de los pies, hasta el punto de sufrir muchísimo, pero a pesar de su enfermedad no buscó a Yahvé, sino a los médicos. 13Asá se durmió con sus padres. Murió el año cuarenta y uno de su reinado, 14 ▼▼14. Un enorme fuego: Vulgata: con pompa extraordinaria. No se trata de la quema del cadáver, como algunos sostienen. Cf. 21, 19; Jeremías 34, 5.
y le sepultaron en el sepulcro que se había hecho en la ciudad de David. Lo pusieron sobre un lecho lleno de aromas y de muchas clases de ungüentos preparados según el arte de los perfumistas; y encendieron en su honor un enorme fuego.
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