2 Chronicles 18
Alianza entre Josafat y Acab
1 ▼▼1. A pesar de su celo por la Ley de Yahvé, Josafat casó a su hijo Joram con Atalía, hija del impío rey Acab de Israel (IV Reyes 8, 18).
Teniendo ya grandes riquezas y honores, Josafat emparentó con Acab; 2 ▼▼2 ss. Véase el relato paralelo en III Reyes 22, 2-35.
y al cabo de algunos años descendió a visitar a Acab en Samaria. Acab mató gran número de ovejas y de bueyes, para él y la gente que le acompañaba; y le persuadió que subiese (con él) a Ramot-Galaad. 3Dijo Acab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: “¿Quieres ir conmigo a Ramot- Galaad?” Le contestó: “No hay diferencia entre mí y ti, entre tu pueblo y mi pueblo; contigo iremos a la guerra.” 4Pero agregó Josafat, dirigiéndose al rey de Israel: “Te ruego que consultes hoy todavía la palabra de Yahvé.” Acab y el profeta Miqueas
5Convocó el rey de Israel a los profetas, cuatrocientos hombres, y les dijo: “¿Subiremos a la guerra contra Ramot-Galaad, o lo dejaré?” Contestaron: “Sube, que Dios la entregará en manos del rey.” 6Pero Josafat preguntó: “¿No hay todavía aquí algún profeta de Yahvé, a quien podamos consultar?” 7 ▼▼7. Pasaje de extraordinario interés para mostrar la causa de la persecución de los verdaderos profetas y el éxito de los falsos, como lo dicen Jesús y San Pablo (Mateo 5, 12; 7, 15; 23, 34; II Timoteo 4, 3, etc.).
Respondió el rey de Israel a Josafat: “Aún hay un hombre por medio de quien podríamos consultar a Yahvé, mas yo le aborrezco, porque nunca profetiza para mí cosas buenas sino siempre malas. Es Miqueas, hijo de Imlá.” A lo que respondió Josafat: “No hable el rey así.” 8Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: “Trae inmediatamente a Miqueas, hijo de Imlá.” 9El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada cual en su trono, vestidos de vestiduras (reales), en la plaza que hay a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas estaban profetizando delante de ellos. 10Sedecías, hijo de Canaaná, que se había hecho cuernos de hierro, dijo: “Así dice Yahvé: Con estos acornearás a los sirios hasta acabar con ellos.” 11Y todos los profetas estaban profetizando del mismo modo, diciendo: “¡Sube a Ramot-Galaad, y triunfarás; porque Yahvé la entregará en manos del rey!” 12Entretanto el mensajero que había ido a llamar a Miqueas, habló con él, diciendo: “Mira que todos los profetas en coro (anuncian) sucesos felices al rey; sea, pues, tu vaticinio conforme al suyo y habla favorablemente.” 13Respondió Miqueas: “¡Vive Yahvé que solo anunciaré lo que me dijere mi Dios!” 14Vino, pues, al rey; y el rey le preguntó: “Miqueas, ¿subiremos a la guerra contra Ramot-Galaad, o lo dejaré?” Y él respondió: “Subid, y triunfaréis, pues ellos serán entregados en vuestras manos.” 15El rey le dijo: “¿Hasta cuántas veces he de conjurarte que no me digas sino la verdad en nombre de Yahvé?” 16Entonces él replicó: “He visto a todo Israel disperso sobre las montañas como ovejas que no tienen pastor; y dijo Yahvé: “Estos no tienen señor; que vuelvan en paz, cada cual a su casa.” 17Dijo el rey de Israel a Josafat: “¿No te decía yo que este nunca profetiza para mí cosas buenas, sino malas?” 18Dijo entonces Miqueas: “Por lo mismo, oíd la palabra de Yahvé: He visto a Yahvé sentado sobre su trono, y todo el ejército celestial estaba a su derecha y a su izquierda. 19Y dijo Yahvé: «¿Quién engañará a Acab, rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot-Galaad?» Y decía uno una cosa y otro otra. 20 ▼▼20 ss. El Espíritu: Nótese el artículo determinado. No cualquier espíritu, sino el Espíritu maligno por excelencia: Satanás. “El diablo nada puede contra nosotros, ni para inducirnos al error, ni para arrastrarnos al pecado, si el Señor no le permite que haga como lo desea para dañarnos. Mas el Señor lo permite en castigo de los pecados precedentes.” (Scío). Cf. III Reyes 22, 19 ss. y nota.
Entonces salió el Espíritu (maligno), se presentó delante de Yahvé y dijo: «Yo le engañaré.» Yahvé le preguntó: «¿De qué modo?» 21Respondió: «Saldré y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas.» Y (Yahvé) dijo: «Tú lo engañarás con pleno éxito. Sal y hazlo así.» 22Ahora, pues, he aquí que Yahvé ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, ya que Yahvé ha decretado el mal contra ti.” 23Entonces se acercó Sedecías, hijo de Canaaná y abofeteando a Miqueas, dijo: “¿Por qué camino salió el Espíritu de Yahvé de mí, para hablarte a ti?” 24Respondió Miqueas: “En aquel día lo verás cuando andes de aposento en aposento para esconderte.” 25Mandó entonces el rey de Israel: “Prended a Miqueas y llevadlo a Amón comandante de la ciudad, y a Joás, hijo del rey; 26y decidles: Así manda el rey: Meted a este en la cárcel y alimentadle con pan de angustia y con agua de aflicción hasta que yo vuelva en paz.” 27Miqueas dijo: “Si tú efectivamente vuelves en paz, no ha hablado Yahvé por mí.” Y agregó: “¡Escuchad, pueblos todos!” Se cumple la profecía de Miqueas
28Subieron el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, a Ramot-Galaad. 29Y dijo el rey de Israel a Josafat: “Yo voy a disfrazarme, y entraré así en la batalla; mas tú, ponte tus vestiduras.” Se disfrazó el rey de Israel, y así entraron en la batalla. 30Ahora bien, el rey de Siria había dado esta orden a los capitanes de sus carros: “No ataquéis ni a chico ni a grande, sino tan solo al rey de Israel.” 31Por eso, cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: “Este es el rey de Israel”, y le rodearon para cargar sobre él. Pero Josafat se puso a gritar, y Yahvé le socorrió, y Dios los apartó de su persona. 32Efectivamente, al ver los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se retiraron de él. 33 ▼▼33. Al azar, literalmente: en su simplicidad, es decir, sin pensar en lo que hacía.
Mas un hombre, disparando al azar el arco, hirió al rey de Israel por entre las comisuras de la coraza, por lo cual (el rey) dijo al auriga: “Retoma y sácame del campo, porque estoy gravemente herido.” 34Pero recrudeció el combate en aquel día, y el rey de Israel tuvo que mantenerse erguido en su carro frente a los sirios hasta la tarde. Murió a la hora de ponerse el sol.
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