2 Chronicles 9
La reina de Sabá
1 ▼▼1 ss. Véase III Reyes 10, 1-12 y notas. Jesús cita este episodio en Mateo 12, 42 y Lucas 11, 31.
Había oído la reina de Sabá la fama de Salomón, y vino a Jerusalén para probar a Salomón con enigmas. (Vino) con séquito muy grande, con camellos que traían aromas, gran cantidad de oro, y piedras preciosas. Llegada que fue donde estaba Salomón, habló con él sobre todo lo que tenía en su corazón. 2Salomón contestó a todas sus preguntas; y no hubo nada que fuese escondido a Salomón y que él no pudiera explicarle. 3 ▼▼3. Por casa entienden algunos el Templo, otros el palacio del Rey.
Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, 4los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte de sus criados y los vestidos de los mismos, sus coperos con sus trajes, y la escalera por donde él subía a la Casa de Yahvé, se quedó como atónita, 5y dijo al rey: “Verdad es lo que en mi país he oído decir de ti y de tu sabiduría. 6 ▼▼6. Tú sobrepujas, etc.: La Vulgata agrega con tus virtudes. De este concepto se vale Santa Teresa de Lisieux para decir a Dios que sus misericordias han sobrepasado a cuanto ella pudo esperar. Cf. Salmos 33, 9; 88, 2; 102, 2; Juan 4, 41-42.
Yo no creía lo que se decía, hasta que he venido y lo han visto mis propios ojos; y he aquí que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú sobrepujas la fama que yo Había oído. 7¡Dichosas tus gentes! ¡Dichosos estos tus siervos, los cuales están siempre en tu presencia y oyen tu sabiduría! 8¡Bendito sea Yahvé tu Dios que se ha complacido en ti, poniéndote sobre su trono como rey de Yahvé, tú Dios, por el amor que tu Dios tiene hacia Israel para conservarlo para siempre, y te ha hecho rey sobre ellos para ejercer juicio y justicia!” 9Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca hubo aromas como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón. 10Los siervos de Huram y los siervos de Salomón, que traían oro de Ofir, trajeron también madera de sándalo y piedras preciosas. 11 ▼▼11 ss. Véase III Reyes 10, 14-28 y notas.
De la madera de sándalo hizo el rey balaustradas para la Casa de Yahvé y la casa real, y cítaras y salterios para los cantores. No se había visto antes en el país de Judá madera semejante. 12El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso y cuanto pidió, fuera (del equivalente) de lo que ella había traído al rey. Después se volvió y regresó a su tierra, acompañada de sus siervos. Magnificencia de Salomón
13El peso del oro que llegaba a Salomón año por año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro, 14además de lo que traían los mercaderes y traficantes. Todos los reyes de Arabia, y los gobernadores del país, traían oro y plata a Salomón. 15Hizo el rey Salomón doscientos grandes escudos de oro batido, empleando para cada escudo seiscientos siclos de oro batido, 16 ▼▼16. La “Casa del bosque del Líbano” formaba parte del palacio de Salomón. Así se llamaba por la cantidad de cedros empleados en su construcción.
y (otros) trescientos escudos de oro batido, para cada uno de los cuales empleó trescientos siclos de oro; y los colocó el rey en la Casa del Bosque del Líbano. 17Asimismo hizo el rey un gran trono de marfil, que revistió de oro puro. 18El trono sobre una tarima de oro, tenía seis gradas, que estaban sujetas a él, y brazos a uno y otro lado del lugar del asiento, y dos leones, de pie, junto a los brazos. 19Además estaban allí de pie doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Nunca se hizo otro semejante en ningún reino. 20Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. La plata no se estimaba en los días del rey Salomón. 21Porque el rey tenía naves que navegaban a Tarsis con los siervos de Huram y una vez cada tres años llegaban las naves de Tarsis, trayendo oro y plata, marfil, monos y pavos reales. 22Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. 23Todos los reyes de la tierra buscaban ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón; 24y cada uno de ellos traía su presente, objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y mulos, año tras año. 25 ▼▼25. Véase III Reyes 4, 26 y nota.
Tenía Salomón cuatro mil pesebres para los caballos y carros, y doce mil jinetes, a los cuales puso en cuarteles en las ciudades de los carros y en Jerusalén junto al rey. 26Dominaba sobre todos los reyes desde el río hasta el país de los filisteos y hasta los confines de Egipto. 27Hizo el rey que en Jerusalén la plata fuese (tan común) como las piedras, y tuvo tanta abundancia de cedros como los sicómoros que crecen en la Sefelá. 28Traían también caballos para Salomón de Egipto y de todos los países. 29 ▼▼29 ss. Véase III Reyes 11, 41-43. Los escritos de Natán, Ahías e Iddó se han perdido. “Estos versículos pertenecen al esquema del autor sagrado, muy semejante al del Libro de los Reyes. Con esto termina la historia de Salomón sin decir una palabra que pudiera empañar su gloria: antes bien, poniendo muy de relieve su devoción hacia el Templo, su riqueza y su sabiduría” (Nácar-Colunga). Véase I Paralipómenos 20, 1 ss. y nota.
Las demás cosas de Salomón, las primeras y las postreras, ¿no están escritas en la historia de Natán profeta, en las profecías de Ahías silonita, y en las visiones del vidente Iddó dirigidas contra Jeroboam, hijo de Nabat? 30Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. 31Y Salomón se durmió con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de su padre David. En su lugar reinó su hijo Roboam.
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