Amos 2
Vaticinio contra Moab
1 ▼▼1. Porque quemó: se refiere a un hecho desconocido. San Jerónimo supone que se trata de los huesos de aquel rey de Edom que acompañaba a los reyes Joram y Josafat en la expedición contra los moabitas.
Así dice Yahvé: “Por tres pecados de Moab, y por cuatro, no le daré perdón: Porque quemó los huesos del rey de Edom, hasta calcinarlos, 2 ▼▼2. Kiryat, ciudad de los moabitas, mencionada en la inscripción del rey Mesa de Moab. Cf. todo el capítulo 48 de Jeremías. El país de Moab fue destruido alrededor del año 582 a. C. por las huestes de Nabucodonosor.
enviaré fuego contra Moab, que devorará los palacios de Kiryat; y morirá Moab con estruendo, entre alaridos y sonido de trompeta. 3 ▼▼3. A su juez: Así traduce también Crampón y observa que estarían entonces gobernados los moabitas por un juez (en hebreo sofet) como en un tiempo Israel. Nácar-Colunga traduce: a su rey.
Exterminaré a su juez de en medio de él, y junto con él mataré a todos sus príncipes”, dice Yahvé. Contra Judá
4 ▼▼4. Sus mentiras: sus ídolos, sus falsos dioses. Cf. Oseas 8, 12 y nota.
Así dice Yahvé: “Por tres pecados de Judá, y por cuatro, no le doy perdón: Porque han desechado la ley de Yahvé, despreciando sus mandamientos, y porque se dejaron extraviar por sus mentiras tras las cuales anduvieron sus padres, 5enviaré fuego contra Judá, que devorará los palacios de Jerusalén.” Contra Israel
6 ▼▼6 ss. Amós condena las injusticias en general, y particularmente las injusticias de los jueces contra el justo, o sea, el inocente (cf. I Reyes 12, 3), y los banquetes que los transgresores de la Ley hacían con los bienes de los pobres, sentándose sobre ropas empeñadas que la Ley mandaba devolver al pobre antes de la puesta del sol (Éxodo 22, 26 s.). Además cometían esas maldades en lugares sagrados, de manera que ofendían al Señor con doble pecado. Véase Oseas 4, 2 y nota.
Así dice Yahvé: “Por tres pecados de Israel, y por cuatro, no le doy perdón: Porque venden al justo por dinero, y al pobre por un par de sandalias; 7porque aplastan sobre el polvo de la tierra la cabeza de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; porque un hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo Nombre; 8porque sobre las ropas tomadas en prenda se acuestan al lado de todo altar, y en la casa de su dios beben el vino de aquellos a quienes han condenado. 9 ▼▼9. De la estatura gigantesca de los antiguos habitantes de Canaán, los amorreos, se habla en muchos pasajes de la Biblia, p. ej. Números 13, 33; Deuteronomio 1, 28; 2, 10 y 20; 3, 11. El oráculo da cuenta de la destrucción de ese pueblo.
Y con todo, soy Yo quien extermine ante ellos a los amorreos, altos como cedros y fuertes como encinas. Yo destruí su fruto de la parte de arriba, y sus raíces de la parte de abajo. 10 ▼▼10. Véase Deuteronomio 29, 5; Salmos 104-106.
Soy Yo asimismo quien os saqué de la tierra de Egipto, y os conduje por el desierto durante cuarenta años, para que heredarais el país de los amorreos. 11 ▼▼11 s. Uno de los privilegios de Israel consistía en que Dios le enviaba profetas para anunciarle la voluntad divina en mensajes especiales y para inculcarle la obediencia a la Ley escrita. Otro privilegio era el nazareato (Números 6, 1 ss.). Los nazareos renunciaban a las bebidas alcohólicas, no se cortaban el pelo y no se contaminaban con cadáveres. El ingrato pueblo no sabía apreciar tal distinción; al contrario, como un desafío a Dios, obligaba a los nazareos a beber vino, y perseguía a los profetas impidiéndoles promulgar la palabra de Yahvé. Véase Isaías 30, 10 y nota. La palabra de Dios, es una espada aguda (Isaías 49, 2; Ef. 6, 17), pero que al mismo tiempo vivifica y produce frutos: “No volverá a Mí vacía, sino que obrará todo aquello que Yo quiero, y ejecutará felizmente aquellas cosas a que Yo la envié” (Isaías 55, 11). Por lo cual renuncia voluntariamente a la bendición de Dios quien no quiere oír su palabra. El mismo Jesucristo declara que la señal de la vocación a la vida eterna es oír la palabra de Dios (Juan 5, 24), pero rechazarla es la señal de reprobación (San Gregorio Magno). Véase Juan 12, 47 s.
Yo suscité profetas entre vuestros hijos, y nazareos entre vuestros jóvenes. ¿No es así, oh hijos de Israel?”, dice Yahvé. 12“Vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas les mandasteis: «No profeticéis». 13 ▼▼13. Texto oscuro: Nácar-Colunga traduce: Pues mirad: Yo pondré estorbos a vuestros pies y os tambalearéis como se tambalea el carro sobrecargado de haces ; Bover-Cantera: He aquí que Yo haré crujir (el suelo) bajo vosotros, etc. Vulgata: He aquí que Yo rechinaré debajo de vosotros, etc.
He aquí que os haré crujir, como cruje el carro cargado de gavillas. 14Ni el hombre más ligero será capaz de huir, el fuerte no tendrá más fuerza, y el valiente no podrá salvarse. 15No resistirá el que maneja el arco, y el ligero de pies no escapará; ni podrá ponerse en salvo el de a caballo. 16En aquel día el más valeroso entre los valientes huirá desnudo”, dice Yahvé.
Copyright information for
SpaPlatense