Daniel 8
Visión del carnero y del Macho cabrío
1 ▼▼1. Daniel deja aquí la lengua aramea y vuelve a usar el hebreo que dejó en 2, 4, porque hasta aquí las visiones se han referido al mundo pagano universal, durante el “tiempo de los gentiles”, y en adelante se refieren también a Israel y señalan, como dice Fillion, las calamidades que el pueblo de Yahvé deberá sufrir de parte de los gentiles hasta su glorioso restablecimiento. Esta visión del carnero y el macho cabrío tuvo lugar dos años después de la primera (capítulo 7), y está en íntima relación con ella, pues la completa y la aclara. En los versículos 2-8 empieza tratando de la lucha del reino de los persas con Alejandro Magno y de la división del imperio de este; los versículos 9-25 se refieren a Antíoco Epífanes, del que se habló en la nota a 7, 8 como figura del Anticristo. Véase 11, 45 y nota.
El año tercero del reinado del rey Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión, después de aquella que había tenido anteriormente. 2 ▼▼2. Susán o Susa: segunda capital del reino de los persas. Sobre el río Ulai. Así se llama el río que atraviesa la provincia de Susiana. El profeta fue trasladado en espíritu a Susa y se encuentra cerca de la fortaleza, junto al río Ulai.
Me fijé en la visión y sucedió que al verla, estaba en Susán, la capital que está en la provincia de Elam, y vi la visión, estando sobre el río Ulai. 3 ▼▼3 s. El camero de dos cuernos es figura del reino de los medos y persas, como dice el ángel en el versículo 20. El asta alta simboliza a los persas, el asta pequeña a los medos. Ninguna bestia, es decir, ningún otro reino, pudo en su tiempo resistir a esos dos. Véase 7, 5 y nota.
Alcé mis ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba parado ante el río, y tenía dos cuernos. Los dos cuernos eran altos, mas el uno más alto que el otro, y el alto había crecido después del otro. 4Y vi que el carnero acorneaba hacia el poniente, hacia el septentrión y hacia el mediodía. Ningún animal podía resistirle, ni había quien librase de su poder. Hizo lo que quiso y se engrandeció. 5 ▼▼5 ss. El macho cabrío es tipo de Alejandro Magno, rey de los griegos (cf. versículos 21) que destruyó el imperio de los persas en las batallas del río Granico, de Iso y Arbela (334-331 a. C.).
Mientras yo estaba considerando esto, he aquí un macho cabrío que venía del occidente y sin tocar el suelo recorría toda la superficie de la tierra. Este macho cabrío tenía un cuerno bien visible entre los ojos. 6Llegó hasta el carnero de los dos cuernos, al que yo había visto frente al río; y corrió contra él con el ímpetu de su fuerza. 7Lo vi cómo se acercaba al carnero y enfureciéndose contra él, hirió al carnero y le quebró los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerza para mantenerse delante de él. Lo echó por tierra y lo holló; y no hubo quien librase al carnero de su poder. 8 ▼▼8. Los cuatro cuernos representan a los sucesores de Alejandro, el cual murió a los 32 años (323) y dejó los países conquistados a sus generales, que en 301 los dividieron en cuatro (originariamente en seis) zonas, quedando para Seleuco Siria y Babilonia, y para Ptolomeo, Egipto. Cf. 7, 6 y nota.
El macho cabrío se hizo muy grande, pero no obstante su fuerza se le rompió el gran cuerno, y en su lugar salieron cuatro (cuernos) en dirección a los cuatro vientos del cielo. El cuerno pequeño
9 ▼▼9. Un cuerno pequeño: Alusión a Antíoco Epífanes, el octavo sucesor de Seleuco, que reinó de 175 a 164 y extendió su reino hacia el mediodía (Egipto), hacia el oriente (Persia) y hacia la tierra hermosa, esto es, Palestina con Jerusalén, profanando el Templo y prohibiendo el culto de Dios. Sobre este nombre de Palestina véase las denominaciones análogas en 11, 16; Jeremías 3, 19; Ezequiel 20, 6 y 15.
De uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el mediodía, hacia el oriente y hacia la (tierra) hermosa. 10 ▼▼10. Se engrandeció hasta llegar a la milicia del cielo y echó a tierra, etc.: Alusión a la persecución del pueblo judío por Antíoco IV, Epífanes, que profanó el Templo. La milicia o ejército del cielo son los ángeles y los astros. Cf. Génesis 2, 1 y nota.
Se engrandeció hasta (llegar a) la milicia del cielo, y echó a tierra una parte de la milicia y de las estrellas, y las holló. 11 ▼▼11. El príncipe de la milicia (celestial), esto es, el mismo Dios. El sacrificio perpetuo: el sacrificio matutino y vespertino que se ofrecía todos los días en el Templo (véase Éxodo 29, 38; Números 28, 6 ss.). El lugar de su Santuario (el Templo): Antíoco profanó el Templo dedicándole el culto pagano (véase I Macabeos 1, 23 ss.).
Y se ensoberbeció hasta contra el príncipe de la milicia (celestial), le quitó el sacrificio perpetuo y arruinó el lugar de su Santuario. 12 ▼▼12. A causa de los pecados: He aquí la humilde confesión del profeta en nombre de todo el pueblo. Israel prosperaba cuando servía a Yahvé, y sufría opresión y persecución cuando se alejaba de Dios. Así lo había prometido Él mismo a su pueblo (Deuteronomio capítulo 28).
Un ejército le fue dado para destruir el sacrificio perpetuo a causa de los pecados; echó por tierra la verdad y lo que hizo le salió bien. 13 ▼▼13. Uno de los santos: uno de los ángeles. El pecado de la desolación, es decir, los pecados que son causa de la desolación, o tal vez, el pecado que cometió el impío Antíoco desolando el Templo.
Y oí hablar a uno de los santos; y otro santo dijo a aquel que estaba hablando: “¿Hasta cuándo durará (lo anunciado en) la visión del sacrificio perpetuo, el pecado de la desolación y el abandono del Santuario y del ejército que serán hollados?” 14 ▼▼14. El ángel indica el tiempo durante el cual el Santuario de Jerusalén será profanado por Antíoco. Los 2.300 días corresponden a seis años lunares y medio. Este número se reduce a la mitad, o sea, a tres años y medio, más o menos (que corresponderían a los años 168-165), si se supone como base del cálculo: una mañana y una tarde igual a un día. Cf. 12, 11. Sobre el número misterioso de tres años y medio véase 7, 25 y nota; 12, 7 y 11; Apocalipsis 11, 2; 13, 5. Cf. I Macabeos 1, 22 ss.; 4, 51 s.; II Macabeos 5, 12 ss.
Y él me dijo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; y será purificado el Santuario.” El ángel Gabriel explica la visión
15Mientras yo, Daniel, tenía esta visión, y procuraba entenderla, vi que estaba delante de mí una figura semejante a un varón. 16Y oí una voz de hombre, de en medio del Ulai, que gritaba y decía: “¡Gabriel, explícale a este la visión!” 17 ▼▼17. Para el tiempo del fin: al fin de los tiempos; según otros, al cabo de los acontecimientos que Daniel acaba de presenciar en la visión.
Y él se llegó a donde yo estaba; y cuando se me acercó, me postré rostro por tierra, despavorido. Mas él me dijo: “Sábete, hijo de hombre, que la visión es para el tiempo del fin.” 18Al hablarme quedé sin sentido, rostro en tierra, pero él me tocó, y me hizo estar en pie en el lugar donde yo estaba. 19Y me dijo: “He aquí que te voy a mostrar lo que sucederá al fin de la indignación; porque (esta visión) es para el tiempo del fin: 20El carnero que viste, que tenía dos cuernos, estos son los reyes de Media y de Persia; 21 ▼▼21. El rey de Grecia (en hebreo: el rey de Javán). Con el nombre de Javán (Jonia), designaban los orientales a los pueblos helénicos. El rey primero: Alejandro Magno.
y el macho cabrío es el rey de Grecia. El cuerno grande entre sus ojos es el rey primero. 22Y (como este cuerno) fue quebrado y se levantaron cuatro en su lugar, así surgirán cuatro reinos entre las naciones; pero no con el poder de aquel. 23 ▼▼23. Cuando los prevaricadores hayan completado su número: Por prevaricadores se entienden los israelitas apóstatas que por no sufrir tormentos, violaron la Ley. Véase 11, 14; I Macabeos 1, 58; 2, 23. Perito en intrigas: astuto, precursor del maquiavelismo de hoy. Exactamente esto fue Antíoco Epífanes. Véase 7, 8; 12, 11 y notas. Cf. 9, 26 s. y nota
Hacia el fin de su dominación, cuando los prevaricadores hayan completado (su número), se levantará un rey de rostro duro y perito en intrigas. 24 ▼▼24. Pueblo de los santos: Así es llamada la nación israelita: “Seréis para Mí, le dice Dios, un reino sacerdotal, y una nación santa” (Éxodo 19, 6). San Pedro aplica esta grandiosa idea a todos los cristianos (I Pedro 2, 9). Cf. 7, 18 y nota.
Será muy poderoso, pero no por propia fuerza; hará destrucciones estupendas, tendrá éxito en sus empresas y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. 25 ▼▼25. El Príncipe de los príncipes: Dios. Antíoco no será aniquilado por obra de hombre sino por mano del Altísimo. Véase el cumplimiento de esta profecía en I Macabeos 6, 8 ss.; II Macabeos 9, 5 ss. De la misma manera el Anticristo cuya figura es el rey Antíoco, será destruido por el mismo Jesucristo “con el aliento de su boca” y “el resplandor de su venida” (II Tesalonicenses 2, 8).
Su astucia hará prosperar el fraude en su mano y se ensoberbecerá su corazón; destruirá a muchos que viven en paz y se levantará contra el Príncipe de los príncipes; pero será quebrado sin mano (humana). 26Y la visión de las tardes y de las mañanas de la cual hablé es verdadera; pero sella tú la visión, porque es para muchos días.” 27Yo, Daniel, perdí las fuerzas y estuve enfermo por algunos días. Después me levanté y me ocupé de los asuntos del rey. Quedé asombrado de la visión, mas no hubo quien la entendiese.
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