Deuteronomy 28
Bendiciones para el pueblo cumplidor de la Ley
1 ▼▼1 ss. Este capítulo tiene su paralelo en Levítico capítulo 26. Las bendiciones que se anuncian a continuación, tendrán su pleno cumplimiento a condición de que el pueblo siga practicando los mandamientos de la Ley. De lo contrario se convertirán en maldiciones (versículo 15 ss.; cf. Daniel 9, 11). Solo de este modo se comprende la historia y el destino de Israel.
“Si escuchares atentamente la voz de Yahvé, tu Dios, observando y practicando sus mandamientos que yo hoy te prescribo, Yahvé, tu Dios, te ensalzará sobre todos los pueblos de la tierra. 2Y vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones, con tal que obedezcas la voz de Yahvé, Dios tuyo. 3Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. 4 ▼▼4. Bendito el fruto de tu seno: Cf. las palabras de Santa Isabel en Lucas 1, 42.
Será bendito el fruto de tu seno, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, las crías de tus vacas y de tus ovejas. 5 ▼▼5. Tu canasto y tu artesa: Vulgata: tus graneros y tus sobras.
Benditos serán tu canasto y tu artesa. 6 ▼▼6. Tu entrada y tu salida: Todos tus pasos, en sentido moral y religioso: tu conducta. Cf. 31, 2; Salmo 120, 8; Hechos de los Apóstoles 1, 21.
Bendito serás en tu entrada, y bendito en tu salida. 7Yahvé derribará delante de ti a tus enemigos que contra ti se levanten. Saldrán contra ti por un solo camino, y por siete caminos huirán de tu vista. 8Yahvé ordenará a la bendición que venga sobre tus graneros y sobre todas las empresas de tu mano; y te bendecirá en la tierra que Yahvé, tu Dios, va a darte. 9 ▼▼9. Pueblo santo suyo: Cf. 29, 13; Éxodo 19, 5 s. y nota.
Yahvé te constituirá por pueblo santo suyo, como te ha jurado, si guardas los mandamientos de Yahvé, tu Dios, y andas por sus caminos; 10y todos los pueblos de la tierra verán que el nombre de Yahvé ha sido invocado sobre ti y te temerán. 11Yahvé te dará, para bien tuyo, abundancia del fruto de tu seno, del fruto de tu ganado y del fruto de tu suelo, sobre la tierra que Yahvé juró a tus padres darte. 12 ▼▼12. Véase 15, 6 y nota.
Yahvé abrirá su benéfico tesoro, los cielos, para dar a tu tierra la lluvia a tiempo, y para bendecir toda obra de tu mano, de modo que tú prestarás a muchos pueblos sin tomarles prestado. 13 ▼▼13. No faltan quienes buscan en estas palabras una predicción del dominio mundial de la raza hebrea y las ven cumplidas en la posición actual de los judíos, su enorme influencia y superioridad financiera sobre otras naciones, pues con el dinero se puede estar siempre “encima” y nunca “debajo”. Y hasta se ganan las guerras. Sin embarco, no hay fundamento exegético para tal interpretación de la profecía. Es solo una promesa condicional, cuya realización depende, según Moisés (versículo 14 s.) del fiel cumplimiento de la Ley antigua, la cual, como todos sabemos, es cumplida solo en parte por los judíos modernos, si es que la cumplen. Pues les falta el centro del culto mosaico, el Templo y los sacrificios.
Te pondrá Yahvé por cabeza, y no por cola; estarás solamente encima, y jamás debajo, si obedeces los mandamientos de Yahvé, tu Dios, que yo hoy te ordeno para que los guardes y pongas en práctica; 14y si no te apartas de ninguna de las cosas que hoy te prescribo, ni a la derecha, ni a la izquierda, siguiendo a otros dioses para servirles. Maldiciones para el pueblo transgresor de la Ley
15Pero si no escuchares la voz de Yahvé, tu Dios, y si no observas ni practicas todos sus mandamientos y todas sus leyes que hoy te intimo, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones: 16Maldito serás en la ciudad, y maldito en el campo. 17 ▼▼17. Véase versículo 5 y nota.
Malditos serán tu canasto y tu artesa. 18Maldito será el fruto de tu seno, el fruto de tu tierra, las crías de tus vacas y las de tus ovejas. 19MaIdito serás en tu entrada, y maldito en tu salida. 20Yahvé enviará sobre ti la maldición, la consternación y la amenaza en todo cuanto emprendas, hasta que seas destruido, y hasta que perezcas en breve, a causa de la maldad de tus obras, por las cuales me has abandonado. 21Yahvé hará que se te pegue la peste, hasta acabar contigo en la tierra adónde vas a entrar para poseerla. 22Yahvé te herirá de consunción, de fiebre, de inflamación, de ardor y de sequía, de tizón y de añublo, que te perseguirán hasta que perezcas. 23 ▼▼23. El sentido es: Dios no enviará lluvia ni rocío.
Tu cielo sobre tu cabeza será de bronce, y tu tierra bajo tus pies, de hierro. 24En vez de lluvia Yahvé dará a tu tierra polvo y ceniza, que caerán sobre ti desde el cielo hasta que seas destruido. 25Yahvé hará que seas derrotado delante de tus enemigos. Saldrás contra ellos por un solo camino, y por siete caminos huirás delante de ellos y serás objeto de horror para todos los reinos de la tierra. 26Tu cadáver servirá de pasto a todas las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las espante. 27 ▼▼27. La úlcera de Egipto, una especie de lepra. Véase la sexta plaga de Egipto (Éxodo 9, 9).
Yahvé te herirá con la úlcera de Egipto, con hemorroides, con sarna y tina, de que no podrás curarte. 28Yahvé te herirá con locura, con ceguera y con turbación de espíritu. 29Andarás a tientas en pleno día como anda palpando el ciego en las tinieblas. No tendrás éxito en tus caminos, sino que todos los días serás oprimido y despojado sin que haya quien te libre. 30Te desposarás con una mujer, y otro la poseerá; edificarás una casa, y no habitarás en ella; plantarás una viña y no la disfrutarás. 31Tu buey será degollado delante de tus ojos, y tú no comerás de él; tu asno será robado en tu presencia, y no te será restituido; tus ovejas caerán en manos de tus enemigos, sin que haya quien las libre. 32Tus hijos y tus hijas serán dados a otro pueblo, y viéndolo tus ojos desfallecerán por ellos todo el día, y tu mano no podrá hacer nada. 33El fruto de tu tierra y todo el producto de tu trabajo, lo comerá un pueblo que tú no conoces; siempre serás oprimido y maltratado. 34Te volverás loco a causa de lo que verán tus ojos. 35 ▼▼35. Cf. Isaías 1, 5 s.
Yahvé te herirá con úlceras malignas en las rodillas y en las piernas, y no podrás curarte desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. 36 ▼▼36. Profecía que se cumplió con motivo del cautiverio babilónico (587 a. C.) muchos siglos después de la muerte de Moisés (IV Reyes 25, 6 s.).
Yahvé te transportará a ti y al rey que pongas sobre ti, a un pueblo desconocido de ti y de tus padres; y allá servirás a otros dioses, a leño y piedra. 37Y vendrás a ser un objeto de espanto, de proverbio y de befa entre todos los pueblos adonde Yahvé te llevará. 38Echarás mucha semilla en el campo, y recogerás poco, porque lo devorará la langosta. 39Plantarás viñas y las labrarás, pero no beberás vino ni vendimiarás, porque lo comerá el gusano. 40Tendrás olivos en todos tus términos, mas no te ungirás con aceite, pues tus aceitunas se caerán. 41Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al cautiverio. 42 ▼▼42. Los insectos: Otros traducen: la langosta; Vulgata: añublo.
Todos tus árboles y los frutos de tu tierra serán consumidos por los insectos. 43El extranjero que habita en medio de ti se elevará cada vez más sobre ti, en tanto que tú caerás cada vez más abajo. 44Él te prestará a ti, mas tú no le prestarás a él; él será cabeza, y tú serás cola. 45Todas estas maldiciones vendrán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta que seas destruido, por no haber escuchado la voz de Yahvé, tu Dios, ni guardado sus mandamientos y leyes que Él te ha prescrito; 46y quedarán en ti, como señal y portento, y también en tu descendencia, para siempre. 47Por cuanto no serviste a Yahvé, tu Dios, con alegría y buen corazón a pesar de que abundaba todo, 48servirás a tus enemigos que Yahvé enviará contra ti, en hambre, en sed, en desnudez y todo género de miserias. Él pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro, hasta aniquilarte. 49 ▼▼49. Vaticinio sobre la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor (587 a. C.) y por los romanos (70 d. C.). El águila era la insignia romana. El gran caudillo con mirada profética ve los futuros destinos de su pueblo hasta en los mínimos detalles. Todo lo que profetizó se cumplió al pie de la letra y sigue cumpliéndose en la actual dispersión de Israel y en su milagrosa subsistencia entre las naciones sin confundirse con ellas. Cf. Isaías 26, 20 ss.; 28, 11; 33, 19; Jeremías 5, 15; 14, 18; 48, 40; 49, 22; Habacuc 1, 8.
Yahvé hará venir contra ti, desde lejos, desde los cabos de la tierra, con la rapidez del águila, una nación cuya lengua no entiendes, 50gente de aspecto feroz, que no tendrá respeto al anciano ni compasión del niño. 51Devorará el fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra, hasta que seas destruido; pues no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas y ovejas, hasta exterminarte. 52Te sitiará en todas las ciudades de tu país entero, hasta que caigan tus altas y fuertes murallas en que confiabas; te sitiará en todas tus ciudades, en todo el país que Yahvé, tu Dios, te habrá dado. 53 ▼▼53. Cf. Levítico 26, 29; IV Reyes 6, 28; Lamentaciones 4, 10; Baruc 2, 3; Flavio Jasefo, Bell. Judit 7, 8.
En la angustia y estrechez a que te reducirán tus enemigos, comerás el fruto de tu seno, la carne de tus hijos y de tus hijas que Yahvé, tu Dios, te habrá concedido. 54 ▼▼54. Mirar con malos ojos: Es un hebraísmo que significa ser avaro. Tan inaudita será la angustia que los padres no solo comerán la carne de sus hijos, sino que, además, la reservarán para sí solos a fin de que nadie comparta con ellos la espantosa comida.
El hombre más delicado y más regalado de entre vosotros mirará con malos ojos a su hermano, a la mujer de su corazón, y al resto de sus hijos que le queden, 55pues no quiere dar a ninguno de ellos de la carne de sus hijos que él comerá, por no quedarle nada en la angustia y estrechez a que te reducirán tus enemigos en todas tus ciudades. 56La mujer más delicada y más regalada de entre vosotros, que por ternura y delicadeza nunca probó poner la planta de su pie en el suelo, mirará con malos ojos al marido de su corazón, a su hijo y a su hija, 57a las secundinas salidas de su seno y a los hijos que habrá dado a luz, pues, por falta de todo, los comerá ocultamente, en la angustia y en la estrechez a que te reducirán tus enemigos en tus ciudades. 58Si no cuidas de poner en práctica todas las palabras de esta Ley, escritas en este libro, y si no temes este nombre glorioso y terrible de Yahvé, tu Dios, 59acrecentará Yahvé extraordinariamente las plagas contra ti y tu posteridad, plagas grandes y duraderas, enfermedades malignas y continuas. 60Hará venir de nuevo sobre ti todas las plagas de Egipto que tanto te horrorizaron, y se te pegarán. 61Yahvé hará venir sobre ti también todas las enfermedades y todas las plagas que no están escritas en el libro de esta Ley, hasta que seas destruido. 62Y después de haber sido numerosos como las estrellas del cielo, quedaréis muy pocos en número, por cuanto no has escuchado la voz de Yahvé, tu Dios. 63Y así como Yahvé tenía placer en vosotros para haceros bien y para multiplicaros, de la misma manera tendrá placer en aniquilaros y destruiros. Y seréis arrancados de la tierra adonde tú vas para poseerla. 64Te esparcirá Yahvé por entre todos los pueblos, de un cabo de la tierra hasta el otro cabo de la tierra; y allí servirás a otros dioses que ni tú ni tus padres conocisteis, a leño y piedra. 65 ▼▼65 s. Un corazón tembloroso, por estar en un continuo peligro. Como pendiente de un hilo (versículo 66) por la inseguridad de su existencia. “Es amenaza de muerte al judío infiel. Fuera mala acomodación la que se hiciera para exhortar a la meditación de Jesús clavado en la cruz” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación, pág. 269).
Y entre esos pueblos no encontrarás reposo ni descanso para la planta de tu pie; pues allí te dará Yahvé un corazón tembloroso, ojos decaídos y un alma abatida. 66Tu vida estará ante ti como pendiente de un hilo, tendrás miedo de noche y de día, y no confiarás de tu vida. 67A la mañana dirás: ¡Ojalá que fuera la tarde!, y a la tarde dirás: ¡Ojalá que fuera la mañana!, a causa del miedo que agita tu corazón y a causa de lo que tus ojos verán. 68 ▼▼68. ¡Qué cumplimiento tan tremendo dieron los romanos a esta maldición, cuando, después de la destrucción de Jerusalén, llevaron al resto de los judíos a Egipto, para venderlos como esclavos! (Flavio Josefo). Así, pues, los judíos andarán dispersos y errantes entre todos los pueblos del mundo, hasta que suene la hora de su conversión y restauración, de la que tantas veces hablan los profetas, San Pablo y el mismo Jesucristo. Cf. 30, 3; Isaías 10, 21 s.; 11, 11 s.; 59, 20 s. comparar con Romanos 9, 27; 11, 1 s.; Jeremías 23, 3 y 8; 30, 3; 31, 31-34; Ezequiel 37, 21-25; Amós 9, 15; Miqueas 4, 6 s.; Zacarías 8, 22 s.; Lucas 21, 24; Hechos de los Apóstoles 15, 16 s.; Romanos capítulo 11; II Corintios 3, 16; Efesios 2, 12 s. (véase la explicación de estos pasajes en la “Revista Bíblica”, 1949, número 53). La subsistencia del pueblo judío durante 2.000 años no deja de ser un milagro. Todos los pueblos, menos el judío, se asimilan a otros pueblos cuando pierden su patria y son derramados sobre todos los países. Se ha observado que, por ejemplo, en los Estados Unidos después de 20 ó 30 años, ya no se puede distinguir a los hijos de los inmigrantes europeos. Parecen todos fundidos en el crisol americano. Solamente los judíos conservan todos los caracteres de su raza. “Se agrupan entre sí, se sostienen, se ayudan mutuamente para conseguir las mejores colocaciones. Dotados de una fuerte inteligencia práctica, forman una «pequeña nación» en las grandes naciones donde viven provisoriamente” (Chasles). ¿No es este, acaso, un hecho asombroso? No menos asombroso es el regreso de los judíos al país de sus padres y el restablecimiento del reino de Israel en Tierra Santa, hecho que actualmente presenciamos y que es probablemente el preludio de su sumisión a Cristo, ya que Jesús en su discurso escatológico relaciona el fin del tiempo de los gentiles, que según San Pablo coincide con la conversión de Israel (Romanos 11, 25), con la terminación de la dispersión (Lucas 21, 24). Por San Pablo sabemos también que la conversión de los judíos constituirá una riqueza para el mundo entero (Romanos 11, 12) y una como resurrección de entre muertos (Romanos 11, 15). De ahí que el Apóstol de los gentiles nos exhorta a no jactarnos de ser usufructuarios “de la raíz y la grosura del olivo” (Romanos 11, 17), que son los judíos. Son a ellos los “amados”, a causa de los padres, los Patriarcas, puesto que “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Romanos 11, 28 s.). Es, pues, un grave error, medir a Israel como se mide a otros pueblos. Su porvenir y su destino no están sometidos a las leyes de la experiencia humana, sino que obedecen únicamente a las promesas que Dios les hizo, no por ser ellos el más excelente de los pueblos, ni en recompensa de méritos y obras, sino para que el designio de Dios se cumpliese conforme a Su elección (Romanos 9, 11) y se pusiese de manifiesto Su infinita misericordia, que elige a quien quiere (Romanos 9, 19). Por consiguiente el problema judío, que a los cristianos ocupa casi más que a los mismos judíos, no se soluciona considerando solamente los factores humanos que determinan la vida de los pueblos; Israel es el “hijo primogénito” de Dios (Éxodo 4, 22) y goza de tantas promesas “irrevocables” (Romanos 11, 29), que ante su historia se estrellan las leyes de la historia.
Y Yahvé te volverá a llevar en navíos a Egipto, por el camino del cual te dijo: No volverás más a verlo; y allí os ofreceréis en venta a vuestros enemigos, por esclavos y esclavas, y no habrá quien os compre.”
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