Deuteronomy 34
Muerte de Moisés
1 ▼▼1. Cf. 3, 27. Es evidente que este último capítulo que relata la muerte de Moisés, fue añadido por otro autor inspirado. Desde el monte Nebo puede verse toda la tierra prometida, desde el Hermón hasta el Négueb y Segor (versículo 3), situada en la región del Mar Muerto. El mar occidental: el Mediterráneo.
Subió Moisés desde las campiñas de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Fasga, que está frente a Jericó; y Yahvé le mostró el país entero: de Galaad hasta Dan, 2y todo Neftalí, y la tierra de Efraím y de Manasés, y toda la tierra de Judá, hasta el mar occidental; 3el Négueb, y la vega del valle de Jericó, ciudad de las palmas, hasta Segor. 4Y le dijo Yahvé: “Esta es la tierra respecto de la cual juré a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré. Te la hago ver con tus ojos, mas no entrarás en ella.” 5 ▼▼5 s. La muerte de Moisés, y su sepultura por el mismo Dios, es “uno de los misterios históricos que nos ha dejado el Antiguo Testamento, parecido a la desaparición de Enoc y al rapto de Elías en el carro de fuego” (Nácar-Colunga). Según San Judas hubo un altercado entre San Miguel y Satanás por el cuerpo de Moisés (Judas versículo 9). Algunos Padres opinan que Moisés no murió, y que por eso pudo asistir, juntamente con Elías, a la Transfiguración de Jesús (Mateo 17, 3). En tal caso su sepultación por mano de Dios significaría su traslado. El Eclesiástico dedica al gran profeta el capítulo 45, 1-6. Moisés es figura de Cristo, por cuanto fue mediador de la Antigua Alianza. Lo es también como profeta (Deuteronomio 18, 15; Hechos de los Apóstoles 3, 22 s.), como intercesor (Éxodo 17, 1 ss.; 32, 31 ss.; Hebreos 7, 25; I Juan 2, 1 s.), como caudillo (Deuteronomio 33, 5; Isaías 55, 4; Hebreos 2, 10), como libertador (Éxodo 3, 7 ss.; Hechos de los Apóstoles 7, 25), como Maestro (Deuteronomio 33, 4; Isaías 61, 1; Lucas 4, 18), y como Cristo fue también él rechazado por Israel (Éxodo 2, 11 ss.; Hechos de los Apóstoles 7, 25; 28, 28). La vara de Moisés representa la Cruz, instrumento de la Redención y signo de nuestra salvación, y los milagros que el caudillo del pueblo de Dios obró en el desierto, son figuras del Redentor (por ejemplo el agua pura de la roca, la serpiente de bronce). La Iglesia venera al gran profeta y celebra su fiesta el 4 de septiembre. El Santoral cristiano conmemora igualmente muchos otros santos Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento.
Allí murió Moisés, siervo de Yahvé en el país de Moab, según había dispuesto Yahvé. 6Y Él lo enterró en un valle en el país de Moab, frente a Bet-Fegor; y nadie hasta hoy ha sabido su sepulcro. 7Tenía Moisés ciento y veinte años cuando murió; y no se había ofuscado su ojo, ni se había perdido su vigor. 8Los hijos de Israel lloraron a Moisés en las campiñas de Moab durante treinta días; y así se cumplieron los días de llanto en el duelo por Moisés. 9 ▼▼9. Lleno del Espíritu: Cf. Números 27, 18 y nota. La imposición de las manos para infundir el Espíritu Santo se usó también en el Nuevo Testamento por los Apóstoles (Hechos de los Apóstoles 6, 6; 8, 17) y se usa en la Iglesia en la administración de los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Orden Sagrado.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él. Le obedecieron los hijos de Israel, e hicieron como Yahvé había mandado a Moisés. 10 ▼▼10. Cara a cara: Véase Números 12, 8 y nota.
No se ha levantado otro profeta en Israel como Moisés, con quien Yahvé tratase cara a cara; 11ni en cuanto a todas las señales y maravillas que Yahvé le mandó hacer en el país de Egipto, contra el Faraón, sus siervos y todo su país, 12ni en cuanto a todas las obras poderosas y terribles prodigios que Moisés hizo a la vista de todo Israel.
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