Exodus 15
Cántico de Moisés
1 ▼▼1. Este cántico, que se reza en Laudes de jueves es una sublime acción de gracias en que Moisés tributa alabanzas a Yahvé por los grandes prodigios que hizo en el paso del Mar Rojo. Es a la vez un solemne reconocimiento del Reinado de Dios como lo expresa el versículo 18: “Yahvé reinará por siempre jamás”. “La Biblia, dice Donoso Cortes, contiene los modelos de todas las tragedias, de todas las elegías y de todas las lamentaciones; contiene también el modelo inimitable de todos los cantos de victoria. ¿Quién cantará como Moisés, del otro lado del Mar Rojo, cuando cantaba la victoria de Yahvé, el vencimiento del Faraón y la libertad de su pueblo?” (Discurso sobre la Biblia).
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Yahvé. Dijeron así: “Cantaré a Yahvé por su altísima gloria; arrojó al mar al caballo y a su jinete. 2Yahvé es mi fortaleza y (el objeto) de mi canción. Él me ha salvado; Él es mi Dios, a quien celebraré, el Dios de mi padre, a quien he de ensalzar. 3El Señor es un guerrero poderoso; Yahvé es su nombre. 4Ha precipitado en el mar los carros del Faraón y su ejército; la flor de sus capitanes se hundió en el Mar Rojo. 5Los cubrió el abismo; como una piedra cayeron al fondo. 6Tu diestra, Yahvé, es admirable por su poder; tu diestra, Yahvé, aplasta al enemigo. 7En tu grandeza sin medida derribas a los que contra Ti se levantan, desencadenas tu ira que los consume como hojarasca. 8 ▼▼8. Soplaron tus narices: Antropomorfismo. Significa el viento (cf. 14, 21), y metafóricamente la ira.
Soplaron tus narices y se apiñaron las aguas; se pararon las olas como un dique, los abismos se cuajaron en medio del mar. 9Perseguiré, alcanzaré, había dicho el enemigo; repartiré despojos, se saciará mi alma; desenvainaré mi espada, los destruirá mi mano. 10Pero con tu viento soplaste y los cubrió el mar; se hundieron como plomo en las temibles aguas. 11 ▼▼11. Entre los dioses: Se sobreentiende: los dioses paganos. La Vulgata vierte: entre los fuertes.
¿Quién como Tú, Yahvé, entre los dioses? ¿Quién, como Tú, glorioso en santidad, terrible en prodigios, hacedor de maravillas? 12Extendiste tu diestra, y los engulló la tierra. 13 ▼▼13. Con este versículo comienza la segunda parte del cántico que en general se toma como una descripción profética de la entrada y establecimiento del pueblo escogido en Palestina. La morada de tu santidad: el Sión con el Templo. Guiaste-condujiste, etc. Nótese el pasado en lugar del futuro, porque el profeta ve realizado ya lo que anuncia proféticamente.
Guiaste en tu misericordia al pueblo por Ti redimido; con tu poder lo condujiste a la morada de tu santidad. 14Lo oyeron los pueblos temblando; se amedrentó la gente de Filistea; 15los príncipes de Edom se estremecieron; temblaron los valientes de Moab y trepidaron todos los moradores de Canaán. 16Cayó sobre ellos pavor y espanto; por la grandeza de tu brazo enmudecieron como una piedra, hasta que pasó tu pueblo, Yahvé, hasta que pasó el pueblo que Tú adquiriste. 17 ▼▼17. Por el monte de tu herencia ha de entenderse el monte Sión, la ciudad de Jerusalén, y en sentido más amplio, todo el país de Canaán.
Tú los condujiste y los plantaste en el monte de tu herencia; en el lugar que Tú, oh Yahvé, preparaste para tu sede; en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos. 18Yahvé reinará por siempre jamás.” 19Porque cuando los caballos del Faraón y sus carros y su caballería entraron en el mar, Yahvé hizo volver sobre ellos las aguas marinas, en tanto que los hijos de Israel pasaron a pie enjuto por medio del mar. Cántico de María
20 ▼▼20. María, profetisa, es figura de la Virgen Santísima, tanto por el nombre como por su cooperación en la realización de los designios de Dios. En su himno sobre la salvación del pueblo israelita se puede ver una anticipación del Magníficat.
También María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó en su mano un tamboril, y todas las mujeres salieron en pos de ella, con tamboriles y danzando. 21 ▼▼21. Es el primer versículo del cántico de Moisés (v. 1). Parece que María lo repite con el coro de las mujeres en forma de estribillo tras cada estrofa.
Y María les repetía: “Cantad a Yahvé por su altísima gloria; arrojó al mar al caballo y a su jinete.” Moisés endulza las aguas
22 ▼▼22. Sur, idéntico con Etam (13, 2; Números 33, 8). “La región en que penetraron los israelitas, salidos de Egipto, era la estepa, no propiamente el desierto. No era una extensión de arena sin límites; era más bien un territorio de configuración accidentada, baldío y deshabitado, árido en su mayor parte, pero no estéril, en el que aquí aparecía una fuente y allá un oasis” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 237).
Moisés hizo partir a los hijos de Israel del Mar Rojo, y se dirigieron hacia el desierto de Sur, donde caminaron tres días en el desierto sin encontrar agua. 23 ▼▼23 ss. Mará: tal vez idéntico con el actual Ayin Musa. Los Padres ven en este leño que endulzó las aguas amargas, un símbolo de la Cruz, que endulza las penas de esta vida, si nos unimos a las que Jesús padeció por nosotros. Cf. Eclesiástico 38, 4-6.
Luego llegaron a Mará, mas no pudieron beber el agua, por ser amarga. Por eso llamaron (a ese lugar) Mará. 24Y murmuró el pueblo contra Moisés, diciendo: “¿Qué vamos a beber?” 25Entonces clamó Moisés a Yahvé, y Yahvé le mostró un madero que Moisés echó en el agua, y el agua se volvió dulce. Allí Yahvé le dio (a Israel) leyes y estatutos, y allí lo probó, 26y dijo: “Si de veras escuchas la voz de Yahvé, tu Dios, y haces lo que es recto a sus ojos, dando oídos a sus mandamientos y guardando todos sus preceptos, no traeré sobre ti ninguna de las plagas que envié sobre los egipcios; porque Yo soy Yahvé, el que te sana. 27 ▼▼27. La ruta de Mará y Elim era la que seguían los egipcios para llegar a las minas del Sinaí. Elim suele identificarse con el Wadi Garandel, rica en agua y palmeras, a unos 75 kilómetros al sur de Mará. La palmera es la reina del desierto. Delitzsch, uno de los mejores conocedores del Oriente, dice de ella: “Nada cautiva tanto la vista como el encanto y la majestad de la palmera en el oasis, esta reina entre los árboles de la planicie con su orgullosa y alta diadema de hojas, con su mirada dirigida a las lejanías, la cara frente al sol su verdor y virtud vegetativa que constantemente se está renovando desde la raíz —un símbolo de vida en medio de un mundo de muerte”.
Después llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.
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