‏ Exodus 17

Agua de la roca

1Partió todo el pueblo de los hijos de Israel del desierto de Sin, haciendo sus jornadas según ordenaba Yahvé; y acamparon en Rafidim, donde el pueblo no tenía agua que beber. 2Por lo cual el pueblo se querelló contra Moisés, diciendo: “Danos agua de beber.” Les respondió Moisés: “¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yahvé?” 3Pero el pueblo sufriendo allí sed de agua, siguió murmurando contra Moisés, y dijo: “¿Por qué nos has hecho salir de Egipto, para matarnos de sed, a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?” 4Clamó entonces Moisés, a Yahvé y dijo: “¿Qué hago yo con este pueblo? Falta poco que me apedreen.” 5Respondió Yahvé a Moisés: “Pasa delante del pueblo, y lleva contigo algunos de los ancianos de Israel; y toma en tu mano la vara con que heriste el río y anda. 6
6. En la roca de la cual Moisés sacaba el agua ve San Pablo a Jesucristo (I Corintios 10, 3 s.). Nada más bello que descubrir en el Antiguo Testamento esta actividad anticipada del Mesías, de la cual hemos visto un ejemplo en 13, 21 y nota. “Ante la vista de los antiguos cristianos el Señor glorificado se presentaba como el Redentor, el conductor del nuevo pueblo, la Roca del desierto, aparecida ahora en la carne, de la que brota el Agua viva, en cuyas onda beben, con alegría, los cristianos. Es el Cristo que hace brotar de su corazón las fuentes vivificadoras, el Espíritu Santo, el Espíritu que nos hace partícipes de la filiación” (Rahner). “Del pecho de la Roca, dice Orígenes, desciende el Agua del Espíritu. Del costado traspasado del Crucificado, como otrora de la Roca de Moisés, nace un manantial. La roca fue golpeada y dio una fuente de agua: golpeado el costado del Señor, desde la Cruz, dejó brotar los torrentes del Nuevo Testamento... Y si el Señor no hubiese sido traspasado, si no hubiesen brotado de su costado sangre y agua, todos sufriríamos aún la sed del Logos de Dios”.
He aquí que Yo estaré enfrente de ti, allá sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.” Moisés lo hizo así a los ojos de los ancianos de Israel.
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7. Masá , significa tentación; Meribá, querella o contradicción. Así se llama aquel lugar a causa de la murmuración del pueblo. Cf. el Salmo 94 de la Vulgata, donde estos dos nombres son traducidos etimológicamente. Véase también Salmo 80, 8; Hebreos 3, 8. Conducta semejante del pueblo desagradecido vemos en 14, 11; 15, 24; 16, 3; Números 20, 2 ss.
Y dio a aquel lugar el nombre de Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel, y por haber ellos tentado a Yahvé, diciendo: “¿Está Yahvé en medio de nosotros, o no?”

Derrota de los amalecitas

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8. Los amalecitas vivían en los oasis de la región norte de la península de Sinaí.
Vino después Amalec e hizo guerra contra Israel en Rafidim.
9Y dijo Moisés a Josué: “Escógenos hombres, y sal a combatir contra Amalec. Mañana yo me colocaré sobre la cima del monte, con la vara de Dios en mi mano.” 10Hizo Josué como le había dicho Moisés, y peleó contra Amalec. Moisés, empero, y Aarón y Hur subieron a la cima del monte. 11
11 ss. Admirable tipo de caudillo que se juega todo entero por su pueblo: figura de Cristo mediador entre Dios y los hombres. Observa muy bien San Agustín: “Venzamos también nosotros por medio de la Cruz del Señor, que era figurada en los brazos tendidos de Moisés, a Amalec, esto es, al demonio, que enfurecido sale al camino y se nos opone negándonos el paso para la tierra de promisión”. Los Padres y maestros de espiritualidad se fundan en este pasaje para mostrar el poder de la oración.
Y sucedió que mientras Moisés tenía alzada su mano, prevalecía Israel; y cuando bajaba su mano, prevalecía Amalec.
12Mas como las manos de Moisés se cansasen, tomaron ellos una piedra, se la pusieron debajo, y se sentó sobre ella, en tanto que Aarón y Hur le sostenían las manos, uno por un lado, y otro por el otro. Así quedaron firmes sus manos hasta ponerse el sol. 13Y Josué derrotó a Amalec y a su pueblo al filo de la espada. 14
14. Escribe... en un libro: He aquí la primera orden de Dios en lo que se refiere a la Biblia escrita. No hay duda de que antes de Moisés los relatos bíblicos fueron, transmitidos por tradición oral, por lo menos en gran parte. “Los modernos tenemos que hacer un gran esfuerzo para reconstruir y valorar la importancia que tuvo la memoria entre los pueblos antiguos. La desmesurada producción gráfica actual, manual y mecánica, casi ha atrofiado esta facultad de nuestra vida social, de manera que parece inverosímil el empleo extensísimo y metódico que hacían de ella los antiguos” (Ricciotti, Historia de Israel, número 189). Todos sabemos que los poemas homéricos durante muchos siglos fueron transmitidos por los rapsodas, cantores populares, y que también el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, no fue escrito por Mahoma, sino varios años después de la muerte del “profeta”. Entre tanto quedó confiado a la memoria de sus discípulos, hasta que más tarde, cuando comenzó a extinguirse aquella primera generación, se vio la necesidad de fijarlo por escrito.
Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Escribe esto para recuerdo en un libro, y notifica a Josué que Yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo.”
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15. Yahvé Nisi significa “bandera de Yahvé”. La explicación la da el versículo siguiente.
Después erigió Moisés un altar, al cual puso por nombre Yahvé Nisí,
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16. Yahvé peleará con Amalec: En adelante la guerra contra Amalec será una guerra santa, porque esta nación manifestaba un odio extraordinario contra el pueblo de Dios. Saúl recibió la orden de aniquilarla por completo (I Reyes 15, 2 s.). Cf. Deuteronomio 25, 17 ss.
diciendo: “Por haber levantado la mano contra el trono de Yahvé, peleará Yahvé con Amalec de generación en generación.”
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