‏ Exodus 2

Nacimiento de Moisés

1Un varón de la casa de Leví había ido y tomado por mujer a una hija de Leví. 2
2. “Cuando la madre de Moisés supo que iba a ser madre, tuvo que estremecerse. Lo que antes la había llenado de júbilo ahora la llenaba de espanto, pues sabía que esta vida que sentía despertarse es su seno estaba condenada a ser destruida. Pasó nueve meses de angustias, nueve meses de esperanza que la criatura fuera una mujer… pero fue un varón. Y lo vio tan lindo que no pudo convencerse que Dios se lo había dado para que fuera matado. Creyó, creyó contra toda esperanza como Abrahán (Romanos 4, 18) y al esconderlo tuvo la esperanza de que Dios lo salvara” (Hebreos 11, 23).
Concibió la mujer y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso lo tuvo escondido durante tres meses.
3Pero no pudiendo ocultarlo ya por más tiempo, tomó para él una cestilla de juncos, la calafateó con betún y pez, y metió en ella al niño, y la puso entre los juncos, a la ribera del río. 4Entretanto, su hermana se apostó de lejos para saber lo que le ocurría.

Moisés es adoptado por la hija del Faraón

5Bajó la hija del Faraón para bañarse en el río, y mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del río, divisó la cestilla en los juncos, y envió una criada suya para que se la trajese. 6Al abrirla vio al niño que era una criatura que lloraba. Tuvo compasión de él, y exclamó: “Este es un niño de los hebreos.” 7Entonces dijo su hermana a la hija del Faraón: “¿Quieres que yo vaya y te llame una nodriza de entre las hebreas que amamante para ti este niño?” 8“Anda”, le contestó la hija del Faraón. Fue pues la joven y llamó a la madre del niño. 9Y le dijo la hija del Faraón: “Toma este niño, y amamántalo para mí, y yo te recompensaré.” Y tomó la mujer al niño y lo amamantó. 10
10. El nombre de Moisés es de origen egipcio y significa: “sacado del agua”, o, según otros “hijo”. El futuro caudillo fue instruido en todas las ciencias de los egipcios y llegó a ser poderoso en palabras y obras (Hechos 7, 22). La divina Providencia dispuso así, a fin de que la educación egipcia le sirviese para salvar al pueblo hebreo. San Pablo atribuye esta obra a la fe de Moisés, diciendo: “Por la fe, Moisés, siendo ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del Faraón, eligiendo antes padecer aflicción con el pueblo de Dios que disfrutar de las delicias pasajeras del pecado, juzgando que el oprobio de Cristo era una riqueza más grande que los tesoros de Egipto” (Hebreos 11, 24- 26).
El niño creció, y ella lo llevó entonces a la hija del Faraón. Así vino a ser hijo suyo, y le llamó Moisés, diciendo: “De las aguas lo he sacado.”

Huída de Moisés al desierto

11En aquellos días cuando Moisés ya era grande, visitó a sus hermanos, y vio sus trabajos penosos; vio también cómo un egipcio daba golpes a un hebreo, a uno de sus hermanos. 12
12. Según San Agustín y Santo Tomás, Moisés obró ya como el libertador elegido por Dios. Lo mismo dice el Espíritu Santo por boca de San Esteban en Hechos 7, 24 s. No lo juzguemos, pues, con nuestro pobre criterio. Moisés fue elegido por Dios como se ve en el Salmo 105, 23. En el mismo Salmo, v. 30, se dice que Fineés aplacó a Dios con un acto que también parecería cruel a los hombres. Cf. Números 25, 7.
Miró a un lado y a otro, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
13Salió también al día siguiente y vio a dos hebreos que reñían. Dijo al culpable: “¿Por qué pegas a tu hermano?” 14Él respondió: “¿Quién te ha constituido jefe y juez sobre nosotros? ¿Piensas acaso matarme como mataste al egipcio?” Por esto Moisés tuvo miedo y dijo: Seguramente ha trascendido este asunto. 15
15. Lo supo el Faraón: “Parece que Moisés, siendo hijo adoptivo de una princesa, no tendría tanto que temer de su hazaña; pero desde su adopción eran pasados cuarenta años y las cosas podían haber cambiado mucho en la corte. Además, la Providencia le llevaba por caminos ocultos a la realización de sus altos destinos” (Nácar-Colunga). Madián, región del desierto, situada entre la península de Sinaí y Arabia, al norte del golfo de Akaba. Los madianitas eran hijos de Abrahán y de su segunda mujer, Keturá.
Lo supo el Faraón y procuraba matar a Moisés; por lo cual Moisés huyó de la presencia del Faraón y se fue a morar en la tierra de Madián donde se sentó junto a un pozo.
16Tenía el sacerdote de Madián siete hijas, las cuales llegaron a sacar agua y llenar los abrevaderos, para abrevar las ovejas de su padre. 17Mas vinieron los pastores y las echaron. Entonces levantándose Moisés salió en su defensa y abrevó sus ovejas. 18
18. Ragüel, llamado Jetró en 3, 1, era príncipe y sacerdote a la vez, como Job y Melquisedec. Ragüel significa “pastor de Dios”, esto es, sacerdote; Jetró significa “excelencia”. Uno de los dos nombres debe ser un título.
Volvieron ellas a Ragüel, su padre, y este preguntó: “¿Cómo es que venís hoy tan temprano?”
19Respondieron: “Un egipcio nos libró de las manos de los pastores, y a más de eso ha sacado agua para nosotras y abrevado las ovejas.” 20Preguntó entonces a sus hijas: “¿Dónde está? ¿Por qué habéis dejado a ese hombre? Llamadle para que coma pan.” 21
21. La permanencia en el desierto de Sinaí fue para Moisés el mejor medio de formación práctica, un complemento provechoso de la educación intelectual recibida en Egipto. Un caudillo como él, no solo necesitaba conocimientos intelectuales, sino también, y más aún, las virtudes que se adquieren en el desierto: intrepidez, valentía, sagacidad en los peligros, abnegación. La vida oculta de Moisés es figura de la vida oculta de Cristo.
Consintió Moisés en morar con aquel hombre, el cual dio a Moisés su hija Seforá.
22
22. La Vulgata agrega a este versículo una noticia relativa a otro hijo de Moisés.
Esta le dio un hijo, al cual él llamó Gersom; pues dijo: “Extranjero soy en tierra extraña.”
23Durante este largo período murió el rey de Egipto; y los hijos de Israel, gimiendo bajo la servidumbre, clamaron, y desde su dura servidumbre subió su clamor a Dios. 24Oyó Dios sus gemidos, y se acordó Dios de su pacto con Abrahán, con Isaac y con Jacob. 25
25. Los reconoció como suyos, es decir, se apiadó de ellos. Cf. 4, 22 y nota.
Y miró Dios a los hijos de Israel y (los) reconoció.
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