Exodus 24
Moisés lee al pueblo las leyes de la Alianza
1Dijo (Dios) a Moisés: “Sube a donde está Yahvé, tú, Aarón, Nadab y Abiú, con setenta de los ancianos de Israel, y adoraréis desde lejos. 2Mas solo Moisés se acercará a Yahvé; ellos, en cambio, no se acercarán; tampoco subirá con él el pueblo.” 3Vino, pues, Moisés y refirió al pueblo todas las palabras de Yahvé y todas sus leyes. Y todo el pueblo respondió a una voz: “Haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.” 4 ▼▼4. Doce piedras, en recuerdo de la aparición de Dios. Cf. Génesis 28, 18.
Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahvé; y levantándose muy de mañana, erigió al pie del monte un altar y doce piedras según el número de las doce tribus de Israel. 5Y mandó a algunos jóvenes, hijos de Israel, que ofreciesen holocaustos e inmolaran becerros como sacrificios pacíficos para Yahvé. 6 ▼▼6. Derramar la sangre de las víctimas significa sellar la Alianza que Dios está haciendo con el pueblo. También la Nueva Alianza fue sellada con sangre, con la preciosísima Sangre del Cordero Inmaculado. El altar de la Nueva Alianza es la cruz, y el banquete del Nuevo Testamento es la última Cena, la mesa eucarística. La diferencia entre la Nueva Alianza y la Antigua consiste en que esta era letra, mandamientos, temor, mientras aquella es vida, gracia, amor. “Porque la Ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad han venido por Jesucristo” (Juan 1, 17). Los que siguen la Alianza Antigua, permanecen siervos, sometidos al miedo y terror (Romanos 11, 10); los que creen en la Nueva son hijos de la adopción y del amor filial (Ef. 1, 5; Gálatas 4, 4-7).
Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. 7Después tomó el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, el cual respondió: “Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.” 8Y tomando Moisés la sangre roció con ella al pueblo y dijo: “He aquí la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con vosotros, a tenor de todas estas palabras.” 9Luego subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú y setenta de los ancianos de Israel. 10 ▼▼10. “No vieron a Dios en su esencia, cosa imposible en esta vida mortal... sino en una figura simbólica, en una nube o tenue envoltura, tal vez en figura humana —pues se habla de los pies— pero en forma tan excelsa y gloriosa que reconocieron el simbolismo, y nunca llegaron a imaginarse que Dios tuviese figura humana” (Schuster-Holzammer).
Y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había algo como un pavimento de zafiro tan puro como el mismo cielo. 11 ▼▼11. A pesar de ver a Dios no murieron, sino qué comieron y bebieron. Era creencia común que nadie podía ver a Dios sin morir. (Cf. 33, 20; Génesis 16, 13; 32, 30; Jueces 13, 21 s.)
Mas no extendió su mano contra los príncipes de Israel; los cuales vieron a Dios, y comieron y bebieron. Moisés sube al monte
12Después dijo Yahvé a Moisés: “Sube al monte, hacia Mí, y permanece allí, y te daré las tablas de piedra, con la ley y los mandamientos que tengo escritos para instrucción de ellos.” 13Se levantó, pues, Moisés, con Josué, su ministro; y cuando subió al monte de Dios, 14dijo a los ancianos: “Esperadnos aquí hasta que volvamos a dónde estáis vosotros. Tenéis aquí a Aarón y a Hur. Quien tenga alguna cuestión recurra a ellos. 15Subió, pues, Moisés al monte, y la nube cubrió el monte. 16La gloria de Yahvé reposó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día llamó Él a Moisés de en medio de la nube. 17Y parecía la gloria de Yahvé ante los ojos de los hijos de Israel como un fuego devorador sobre la cumbre del monte. 18 ▼▼18. Aun en esto es Moisés figura de Cristo, cuya vida pública se inició con un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches (Mateo 4, 2).
Moisés entró en la nube y subió al monte. Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.
Copyright information for
SpaPlatense