‏ Exodus 34

Dios se manifiesta a Moisés

1Dijo Yahvé a Moisés: “Tállate dos tablas de piedras como las primeras, y Yo escribiré sobre estas tablas las palabras que había en las primeras tablas que quebraste. 2Y prepárate para mañana para subir temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás delante de Mí. 3No suba nadie contigo, ni aparezca nadie en todo el monte; ni tampoco oveja ni buey pazca frente a este monte.” 4Talló, pues, Moisés dos tablas de piedra como las primeras, y levantándose muy de mañana subió al monte Sinaí, como le había mandado Yahvé, llevando en su mano las dos tablas de piedra.

5
5 ss. Según la Vulgata es Moisés quien pronuncia el nombre de Yahvé y exclama: Yahvé, Yahvé, etc. Tenemos aquí retratada la fisonomía del Padre celestial, cuyos rasgos esenciales son la clemencia y la bondad. Esta bondad de Dios nada tiene que ver con la debilidad, pues la debilidad de un padre sería para mal de su hijo, y Dios anhela sobre todas las cosas nuestro bien, al punto de poner en ello toda su gloria (véase Juan 17, 2 y nota). Él es, pues, paciente y fuerte a la vez. Y cuando ve que no respondemos a la bondad, su mano se vuelve terrible. ¿Cómo no amar a ese Padre, si realmente creemos en su bondadosa paternidad? Y si no lo creemos, ¿cómo creeremos que fue capaz de darnos su Hijo? (Juan 3, 16; I Juan 3, 16; 4, 9). En el v. 7 se nos revela, como en 20, 5 s., el entrelazamiento entre la divina justicia y la divina misericordia y las maravillas de esta última. En realidad vivimos todos de su infinita misericordia. Hay que grabarse en el alma este concepto que es fundamental en la espiritualidad cristiana y que la Biblia acentúa de mil maneras. Cf. Salmo 129, 3; 142, 2; I Juan 1, 8, etc. San Pablo en Romanos 3, 23 ss. lo reitera para explicar el asombroso alcance del misterio de la Redención, obra del amor gratuito de Dios.
Y descendió Yahvé en la nube y poniéndose allí junto a él pronunció el nombre de Yahvé.
6Y mientras Yahvé pasaba por delante de él, exclamó: “Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, longánimo y rico en bondad y fidelidad; 7que conserva la misericordia hasta mil (generaciones), que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero que de ningún modo los deja impune; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos, y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.” 8Al instante Moisés se prosternó en tierra y adoró, 9diciendo: “Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor, dígnese mi Señor andar en medio de nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por herencia tuya.”

10
10. No es otra cosa que la renovación de la Alianza, puesto que la primera fue rota por la apostasía del pueblo en 32, 1 ss.
Respondió Él: “Mira, Yo hago un pacto: haré maravillas delante de todo tu pueblo, como nunca se han hecho en toda la tierra ni en nación alguna; y todo el pueblo en medio del cual estás verá la obra de Yahvé, porque tremendas son las cosas que he de hacer por medio de ti.”

Instrucciones para Israel

11“Observa bien lo que te mando hoy. He aquí que voy a echar delante de ti al amorreo, al cananeo, al heteo, al fereceo, al heveo y al jebuseo. 12Guárdate de hacer alianza con los habitantes del país en que vas a entrar, para que no sean un lazo en medio de ti; 13
13. Las piedras idolátricas , en hebreo massebah, tenían la forma de un cipo o pequeña columna y estaban colocadas en los “lugares altos” o santuarios. Ascheras: plural de Aschera, nombre de una diosa cananea, representada por un tronco de árbol o un palo. En los lugares altos estaban las ascheras junto a los cipos, representando estos la divinidad masculina, aquellas la femenina. Cf. Jueces 6, 28.
antes bien, destruid sus altares, quebrad sus piedras idolátricas y romped sus ascheras.
14
14. Un Dios celoso: Véase 19, 5 s. y nota. Los versículos 14-26 son un resumen del Código de la Alianza. Cf. 20, 2 ss.; 13, 12 s.; 23, 12 ss.
No te postrarás ante ningún otro Dios, pues Yahvé, cuyo nombre es Celoso, es un Dios celoso.
15
15. En vez de idolatrar se usa en hebreo el verbo fornicar. La alianza con Dios es como un matrimonio, y adorar a dioses ajenos es, por eso, adulterio, fornicación espiritual, tanto más cuanto que el culto de los ídolos está acompañado de graves excesos de lujuria. Véase Deuteronomio 7, 4; I Reyes 8, 7 s.
No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, porque ellos fornican con sus dioses y les ofrecen sacrificios. Te invitarán y tú comerás de sus sacrificios;
16y tomarás de sus hijas para tus hijos; y fornicando sus hijas con sus dioses harán también fornicar a tus hijos con los dioses de ellas. 17No te harás dioses de fundición. 18Guardarás la fiesta de los Ácimos; siete días comerás panes ácimos como te he mandado, al tiempo fijado, esto es, en el mes de Abib; pues en el mes de Abib saliste de Egipto. 19Todo primogénito es mío, asimismo todo primerizo de tu ganado, que fuere del sexo masculino, sea de vaca o de oveja. 20Mas el primerizo del asno rescatarás con una oveja; y si no lo rescatas le quebrarás la cerviz. A todos los primogénitos de tus hijos los rescatarás, y nadie se presentará ante Mí con las manos vacías. 21Seis días trabajarás, mas en el séptimo descansarás. Descansarás también en el tiempo de la siembra y de la siega. 22
22. La fiesta de las Semanas: Pentecostés, llamado así porque se celebraba una semana de semanas (50 días) después de Pascua. La fiesta de la recolección: la fiesta de los Tabernáculos.
Celebrarás la fiesta de las Semanas: la de los primeros frutos de la cosecha del trigo, y también la fiesta de la recolección al fin del año.
23
23. Véase 23, 17 y nota.
Tres veces al año, comparezcan todos tus varones ante Yahvé, el Señor, el Dios de Israel.
24Porque Yo arrojaré los pueblos delante de ti, y ensancharé tus límites, y nadie codiciará tu tierra mientras subas tres veces al año a presentarte delante de Yahvé, tu Dios. 25No ofrecerás con pan fermentado la sangre de mi sacrificio ni quede hasta el día siguiente la víctima de la fiesta de Pascua. 26
26. Véase 23, 19; Deuteronomio 14, 21 y notas.
Llevarás a la Casa de Yahvé, tu Dios, las primicias de los primeros frutos de tu tierra. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.”
27Y dijo Yahvé a Moisés: “Escríbete estas palabras; porque a tenor de ellas hago alianza contigo y con Israel.”

El rostro de Moisés despide rayos

28
28. Cuarenta días y cuarenta noches: para expiar los pecados de su pueblo. Por ayuno se entiende en el Antiguo Testamento el ayuno total sin beber siquiera una gota de agua, no el ayuno de hoy que permite el beber y hasta el comer. En esto fue Moisés una figura de Jesucristo, quien igualmente ayunó cuarenta días y cuarenta noches (Mateo 4, 2).
Moisés estuvo allí con Yahvé cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y Yahvé escribió en las tablas las palabras de la alianza, los diez mandamientos.
29
29. Su rostro se había hecho radiante, despedía rayos de luz, que eran el reflejo de la luz divina que Moisés vio en el monte. La exégesis judía traducía “cuernos” en vez de rayos, tomando la palabra hebrea en su sentido concreto, y también la Vulgata traduce “cornuta”. De ahí viene la poco reverente costumbre de creer que Moisés tenía cuernos (cf. la escultura de Miguel Ángel), cosa bastante rara en tan grande servidor de Dios, a quien vemos aparecer junto a Cristo glorificado en la Transfiguración (Mateo 17, 3). Véase en II Corintios 3, 7-8 la preciosa observación de San Pablo sobre este pasaje.
Luego bajó Moisés del monte Sinaí, y al bajar del monte tenía en su mano las dos tablas del Testimonio; mas no sabía Moisés que la piel de su rostro se había hecho radiante por haber hablado con Él.
30Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí que la piel de su rostro brillaba, por lo cual tuvieron miedo de acercársele. 31Pero Moisés los llamó y se volvieron a él Aarón y todos los príncipes del pueblo, y Moisés habló con ellos. 32Después se acercaron también todos los hijos de Israel, y él les dio todas las órdenes que Yahvé le había dado en el monte Sinaí. 33
33. Este velo tenia, según San Pablo, un significado simbólico, siendo imagen de la ceguedad del pueblo judío (II Corintios 3, 13-14).
Y cuando Moisés acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre el rostro.
34Y siempre cuando Moisés iba a presentarse delante de Yahvé para hablar con Él se quitaba el velo hasta que salía, y cuando salía, refería a los hijos de Israel lo que se le había ordenado. 35Los hijos de Israel veían entonces el rostro de Moisés y la radiante piel de su rostro. Y Moisés cubría de nuevo su rostro hasta que entraba a hablar con Él.
Copyright information for SpaPlatense