‏ Genesis 40

José interpreta los sueños de sus compañeros.

1Después de esto sucedió que el copero del rey de Egipto y el panadero faltaron contra su señor, el rey de Egipto. 2Y se encolerizó el Faraón contra sus dos ministros, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos; 3y los metió presos en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4El capitán de la guardia los puso bajo la custodia de José, y este les atendía. Estando ya algún tiempo en prisión, 5el copero y el panadero del rey de Egipto, que se hallaban presos en la cárcel, soñaron sueños, ambos en la misma noche, cada uno el suyo, cada uno según lo que había de significar su sueño. 6Cuando por la mañana José vino a ellos, vio que estaban tistes; 7por lo cual preguntó a los ministros del Faraón que estaban con él en la cárcel, en la casa de su señor, diciendo: “¿Por qué están hoy vuestros semblantes tan tristes?” 8
8. Los egipcios estaban muy inclinados a la superstición (cf. Éxodo 7, 11) y acudían a los adivinos para hacerse interpretar los sueños. De aquí que José advierta que la interpretación de los sueños solo viene de Dios. Es lo que Daniel dice a Nabucodonosor en un caso semejante (Daniel 2, 27-28).
Le respondieron: “Hemos soñado sueños, y no hay quien los interprete.” Les replicó José: “¿No es Dios el que da interpretación? Contadme (el sueño), os ruego.

9Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño, diciendo: “En mi sueño vi una vid delante de mí. 10En la vid había tres sarmientos; estaba brotando, salía su flor, y sus racimos maduraban uvas. 11Yo tenía en mi mano la copa del Faraón, y tomando las uvas las exprimí en la copa del Faraón, y entregué la copa en mano del Faraón.” 12José le dijo: “Esta es su interpretación: Los tres racimos son tres días. 13Al cabo de tres días el Faraón exaltará tu cabeza, y te restituirá en tu cargo, y darás la copa del Faraón en su mano, como tenías costumbre anteriormente, cuando eras su copero. 14Solo te pido que te acuerdes de mí cuando te vaya bien; y que uses de misericordia conmigo, recordándome ante el Faraón, y que me saques de esta casa. 15
15. Nótese la delicadeza de José que no acusa a sus hermanos. La caridad le movió a no publicar las injusticias de su prójimo, y la humildad, a que ocultase las propias virtudes (Crisóstomo).
Pues he sido robado del país de los hebreos; y aun aquí no he hecho nada para que me metieran en el calabozo.”

16Viendo el jefe de los panaderos que era buena la interpretación, dijo a José: “Yo, por mi parte, vi en mi sueño tres canastos de pasta fina sobre mi cabeza. 17En el canasto de encima había toda clase de pastelería para el Faraón, y las aves comían del canasto que llevaba sobre mi cabeza.” 18Respondió José diciendo: “Esta es su interpretación: Los tres canastos son tres días. 19
19. Los egipcios decapitaban primeramente a los condenados, luego los colgaban en un palo.
Al cabo de tres días el Faraón te quitará la cabeza, te colgará en un madero y las aves comerán tu carne.”
20
20. Alzar la cabeza de alguno significa tributarle honores, restituirlo a su cargo. La misma expresión se usa en la liberación de Jeconías (IV Reyes 25, 27).
Y, efectivamente, al día tercero, día del cumpleaños del Faraón, hizo este un banquete para todos sus siervos; y alzó en medio de sus siervos la cabeza del jefe de los coperos y la del jefe de los panaderos.
21Restituyó al jefe de los coperos a su oficio de copero, el cual volvió a poner la copa en mano del Faraón. 22Mas al jefe de los panaderos le colgó, como les había interpretado José. 23
23. José es sometido a una nueva prueba. Le olvidan los que recibieron sus beneficios. Dios tiene la costumbre de no librar de las pruebas a los hombres llenos de virtud. Manifiesta en ellos su poder y les da ocasión de crecer en la virtud. “De los hombres, José nunca encontró ayuda o apoyo. Su madre murió siendo él todavía niño; el poder de su padre era limitado y no podía defenderlo cuando le hacían mal; y sus hermanos… la envidia les hizo olvidar que tenían el mismo padre, que fueron criados bajo el mismo techo y adoraban al mismo Dios. Putifar, que no tenía más que ventajas por la estadía de José en su casa, lo hizo recluir en la cárcel, y el copero a quien había hecho tan gran favor, se olvidó de él. Y con todo, José no se amargaba ni llevaba su suerte con la muda resignación de quien no tiene esperanza” (Elpis). Encontramos aquí el rasgo principal de la fisonomía espiritual del privilegiado hijo de Jacob: su confianza en Dios, que le hace olvidar tantas y tan grandes injusticias. El hombre que confía en Dios saca de esta misma confianza la gracia para sobreponerse a todas las dificultades. Con la ayuda de Dios traspasará el justo toda muralla, como dice el Salmista (Salmo 17, 30).
Y no se acordó el jefe de los coperos de José, sino que se olvidó del mismo.
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