Genesis 43
Segundo viaje de los hijos de Jacob a Egipto
1El hambre pesaba sobre la tierra, 2por lo cual cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: “Volved y compradnos algo que comer.” 3 ▼▼3. “Aquel hombre”: José. Cf. versículo 5 y 7.
Le respondió Judá, diciendo: “Aquel hombre nos declaró terminantemente: ‘No veréis mi rostro, si vuestro hermano no viene con vosotros’. 4Bajaremos, pues, con tal que dejes ir con nosotros a nuestro hermano, y te compraremos alimentos; 5pero si no quieres dejarlo ir, no bajaremos; porque aquel hombre nos dijo: “No veréis mi rostro si vuestro hermano no viene con vosotros.” 6A lo cual respondió Israel: “¿Por qué me habéis hecho este mal, de decir a aquel hombre que aún teníais otro hermano?” 7Contestaron: “Aquel hombre nos preguntó detalladamente acerca de nosotros y de nuestra familia, diciendo: ‘Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano?’ Y le contestamos conforme a estas preguntas. ¿Podíamos acaso saber que iba a decir: ‘Traed a vuestro hermano?’.” 8Entonces dijo Judá a Israel, su padre: “Envía al joven conmigo, de modo que nos pondremos en marcha e iremos, para que vivamos y no muramos, ni nosotros, ni tú, ni nuestros niños. 9 ▼▼9. La oferta de Judá es más generosa aun que la de Rubén, que había ofrecido como rehenes a sus dos hijos (42, 37). Jacob no quiere abusar de la magnanimidad de sus hijos, sino que, fiel a su conducta, lo deja todo en manos de Dios, conformándose con lo que “ha de ser” (v. 11) según los designios de Dios. Su confianza en Dios no será frustrada.
Yo respondo por él; reclámalo de mi mano. Si no te lo devuelvo y lo pongo delante de ti, seré culpable ante ti por siempre. 10Si no fuera por esta demora, estaríamos de vuelta ya por segunda vez.” 11 ▼▼11. Los frutos aquí indicados escasean en Egipto, por lo cual Jacob juzga conveniente obsequiar con ellos al gobernador de aquel país. La miel era especialidad de Hebrón, ciudad de Jacob, y se exporta aún hoy día al país del Nilo. Resina: una especie de bálsamo, que se usaba para curar las heridas. La mejor resina venía de Galaad. Cf. Jeremías 8, 22; 46, 11; 51, 8; Ezequiel 27, 17.
Les dijo, pues, Israel, su padre: “Si así ha de ser, haced esto: tomad de lo mejor del país (y ponedlo) en vuestro equipaje, y haced a aquel hombre un presente: un poco de bálsamo, un poco de miel, especias, resina, pistachos y almendras. 12 ▼▼12. En los preparativos del viaje se pone de manifiesto no solo la prudencia del patriarca, sino también su honradez y la intención de evitar equivocaciones.
Y llevad en vuestra mano doble cantidad de dinero para restituir el dinero que os fue devuelto en la boca de vuestros costales. Quizás fue por equivocación. 13Tomad también a vuestro hermano y levantáos para volver hacia aquel hombre. 14El Dios Todopoderoso os haga hallar gracia ante ese hombre, para que deje volver con vosotros al otro hermano vuestro y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de hijos, séalo.” 15Tomaron, pues, los hombres aquel presente. Tomaron también en sus manos la doble cantidad de dinero y a Benjamín, Luego se pusieron en camino y bajaron a Egipto y se presentaron ante José. El convite
16 ▼▼16 ss. Parecería extraño recibir a los hermanos con tantos honores precisamente en el momento que ellos esperaban todo lo contrario. Su miedo subió de punto cuando fueron transportados a la casa de José, donde temían ser asaltados y reducidos a servidumbre (v. 18). El cambio se debe a la presencia de Benjamín, cuya llegada significaba para José un día de fiesta.
Apenas vio José con ellos a Benjamín, dijo al mayordomo de su casa: “Lleva a estos hombres a mi casa, degüella animales y pon la mesa, porque estos hombres comerán conmigo a mediodía”. 17E hizo este como José había mandado y los llevó a casa de José. 18Mientras los hombres eran conducidos a casa de José, sobrecogidos de temor, decían “Por el dinero que la vez pasada nos han devuelto en nuestros costales, somos traídos aquí; es para asaltarnos; van a caer sobre nosotros y prendernos como siervos, juntamente con nuestros asnos.” 19Acercáronse, pues, al mayordomo de la casa de José, y hablando con él a la puerta de la casa, 20dijeron: “Disculpe, señor mío. Nosotros hemos bajado ya una vez a comprar provisiones. 21Mas cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en igual peso; por lo cual lo hemos vuelto a traer con nosotros. 22Hemos traído con nosotros también otro dinero para comprar provisiones. No sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.” 23A lo que él respondió: “¡Estad tranquilos! No temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os puso un tesoro en vuestros costales. Vuestro dinero llegó a mí.” Y condujo a Simeón adonde estaban. 24Después introdujo a los hombres en la casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies, y también pienso a sus asnos. 25Prepararon entonces el presente para cuando viniese José al mediodía; pues habían oído que allí tendrían que comer. 26Cuando José llegó a casa, transportaron a su palacio el presente que habían traído consigo; y se postraron en tierra delante de él. 27El cual les preguntó cómo estaban y dijo: “¿Está bien vuestro anciano padre de quien me hablasteis? ¿Vive todavía? 28Contestaron: “Tu siervo nuestro padre está bien y vive todavía”; e inclinándose se postraron. 29Alzando los ojos, vio a Benjamín, su hermano, hijo de su madre, y dijo: “¿Es este vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?” Y agregó: “¡Dios te bendiga, hijo mío!” 30 ▼▼30. Un lugar donde llorar: Aquí se descubre el corazón de José, quien no busca el mal sino el bien de sus hermanos, aunque sigue probándolos para estar seguro de su arrepentimiento. ¿Hay amor fraternal más emocionante que el de José para con Benjamín? Nótese también la veneración al padre, que se revela en el v. 27.
Tras esto buscó José precipitadamente un lugar donde llorar, porque se le conmovieron las entrañas a causa de su hermano; entró, pues, en su aposento y allí lloró. 31Después de haberse lavado el rostro, salió; y haciendo esfuerzo por contenerse, dijo: “Servid la comida.” 32 ▼▼32. Los egipcios no comían con extranjeros porque tenían otro régimen de alimentación. Aborrecían la carne de ciertos animales y evitaban el trato con los pastores, como se ve en 46, 34.
Y sirvieron para él aparte, y para ellos aparte, y aparte para los egipcios que comían con él; pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto es cosa abominable para los egipcios. 33(Los hermanos de José) ocupaban los asientos delante de él, el mayor según su primogenitura, y el menor según su menor edad, por lo cual se miraban con asombro unos a otros. 34Les hizo servir de las porciones que tenía delante de sí; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de todos ellos. Y bebieron y se alegraron con él.
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