Genesis 49
Jacob bendice a sus hijos
1 ▼▼1. Este capítulo es una perla de la literatura hebrea, poesía y profecía a la vez. Antes de morir, el venerable patriarca, iluminado por Dios, da a conocer los futuros destinos de sus hijos y del pueblo de Israel, fundándose, como observa Vigouroux, ora en el carácter y en los nombres de sus hijos, ora en las promesas divinas dadas a los patriarcas.
Llamó Jacob a sus hijos, y dijo “Reuníos, y os haré conocer las cosas que os han de suceder en los días postreros: 2Reuníos y oíd, hijos de Jacob, escuchad a Israel, vuestro padre. 3Rubén, tú mi primogénito; mi vigor y el primer fruto de mi fuerza; el primero en dignidad, el primero en poder; 4 ▼▼4. Rubén, que por su pecado perdió los derechos de la primogenitura (35, 22), desaparece muy pronto del escenario histórico, desparramándose entre los pueblos vecinos.
tú que hierves como el agua, no tendrás más la primacía; porque subiste al lecho de tu padre. Lo manchaste, porque subiste a mi lecho. 5Simeón y Leví, hermanos; instrumentos inicuos son sus espadas. 6¡En su consejo no entres, oh alma mía; honra mía, no te reúnas con su asamblea! porque en su saña mataron hombres, y por su capricho desjarretaron toros. 7 ▼▼7. Los dividiré, por sus crueldades contra los siquemitas (cf. 34), Simeón y Leví no reciben bendición alguna. Las dos tribus serán esparcidas entre las otras. Efectivamente, la tribu de Simeón fue incorporándose a la de Judá, y Leví recibió solamente ciudades, pero no territorio como las otras tribus.
¡Maldita su ira, porque fue violenta, y su furor, porque fue cruel! Los dividiré en Jacob, y los esparciré en Israel. 8A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano pesará sobre la cerviz de tus enemigos; te adorarán los hijos de tu padre. 9 ▼▼9. Véase Apocalipsis 5, 5, donde Jesús es llamado “el león de la tribu de Judá”, porque en Él se cumplió esta profecía, en su verdadero sentido.
Cachorro de león es Judá; —¡cómo te levantas, hijo mío, de la presa!— se encorva, echándose como un león, y cual leona, ¿quién le despertará? 10 ▼▼10. La interpretación corriente, desde los Santos Padres hasta hoy, atribuye a esta profecía carácter mesiánico. Cetro significa el predominio de Judá, que ejerció “cierta supremacía sobre las otras tribus hasta los tiempos del Mesías” (Ceuppens), aunque en los últimos dos siglos antes de Cristo el bastón de mando se hallaba en manos de los Macabeos de la tribu de Leví. “Schiloh”: palabra hebrea que ha experimentado las más diversas interpretaciones. San Jerónimo vierte: “El que ha de ser enviado”. Otros interpretan: el “Pacífico”, o “la paz”, es decir, la paz mesiánica, el rey pacífico por excelencia, como lo vieron los profetas (cf. Isaías 9, 51; 11, 3 ss.; 42, 2 s.; Zacarías 9, 10). Algunos protestantes ven aquí, sin suficiente motivo, una alusión a la ciudad de Silo, donde por un tiempo estuvo el Arca de la Alianza. Bover-Cantera traduce: “aquel cuyo es el mando”. Otros vierten: “aquel que es para él”, es decir para el cetro, o “aquel cuyo es” (el cetro) (Simón-Prado, Nácar-Colunga, etc.). Todas estas traducciones, menos la que busca aquí una alusión a la ciudad de Silo, reconocen el carácter mesiánico de la profecía (inclusive los rabinos y el Targum de Onkelos, que traducen: “Hasta que venga el Mesías, al cual corresponde el reino”), y aplican este pasaje a Cristo, el vástago de la estirpe de Judá (Apocalipsis 5, 5), quien “reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos, y cuyo reinado no tendrá fin” (Lucas 1, 33). Cf. II Reyes 7, 14 ss.; Ezequiel 21, 27 y nota. “A Él obedecerán las naciones”: Otro rasgo de la gran profecía acerca del Mesías al cual algún día se someterán todos los pueblos. Cf. Salmos 2, 7 ss.; 21, 28; 85, 9; Isaías 2, 2; 53, 10 y el triunfo de Cristo Rey en Apocalipsis 19, 11 ss.
No se apartará de Judá el cetro, ni el báculo de entre sus pies, hasta que venga Schiloh: a Él obedecerán las naciones. 11 ▼▼11. s. Son imágenes de la prosperidad que Dios dispensará a la tribu y reino de Judá. Para recalcar el significado mesiánico, Cornelio a Lápide y muchos otros no toman como sujeto de la frase a Judá sino a Schiloh.
Él ata a la vid su pollino, y a la cepa el pollino de su asna, lava en vino sus vestidos, y en sangre de uvas su manto. 12Sus ojos brillan por el vino, y sus dientes son blancos por la leche. 13 ▼▼13. El territorio de Zabulón se extendió más tarde, desde el Mar de Galilea hasta el Mediterráneo y el país de los sidonios.
Zabulón habita en la ribera del mar, en la ribera donde (aportan) las naves; y su flanco se extiende hacia Sidón. 14 ▼▼14. Isacar será un pueblo pacífico y trabajador, viviendo contento dentro de sus límites, en la fértil llanura de Esdrelón, pagando tributos a otros pueblos. Esto se verificó al pie de la letra.
Isacar es un asno huesudo, que descansa entre los apriscos. 15Viendo que el reposo es bueno, y la tierra amena; ofrece su hombro para cargas, y se somete a pagar tributos. 16 ▼▼16. Dan, que en hebreo significa juez, extenderá sus límites con prudencia y astucia. Véase Jueces 18, 28 ss. San Jerónimo ve aquí una alusión profética a Sansón, hijo de esta tribu. San Agustín empero, aplica el versículo 17 al Anticristo, descendiente de la tribu de Dan según ciertos escritores apocalípticos.
Dan juzgará a su pueblo como cualquier otra tribu de Israel. 17 ▼▼17. Se cumplió en la toma alevosa de Lais por la tribu de Dan (Jueces 18, 7 ss.).
Será Dan una culebra junto al camino, una víbora en la senda, que muerde los talones del caballo, para que caiga hacia atrás su jinete. 18 ▼▼18. Texto oscuro, aunque el sentido es muy mesiánico. ¿Piensa acaso Jacob en las futuras luchas de la tribu de Dan con los filisteos?
Espero tu salvación, Yahvé. 19 ▼▼19. Gad marchó al frente de los israelitas cuando entraron en Canaán, pero después tuvo que luchar contra los madianitas y ammonitas, y perdió parte de su territorio.
A Gad lo atacan salteadores, mas él asalta su retaguardia. 20 ▼▼20. El territorio de Aser, situado al norte del Carmelo, será fértil y proporcionará productos preciosos.
Aser tiene pan con aceite, proporciona bocados dignos de reyes. 21 ▼▼21. El ciervo es símbolo de la rapidez. De la tribu de Neftalí procede el héroe Barac, que a manera de un rayo derrotó a los enemigos.
Neftalí es un ciervo suelto; profiere palabras hermosas. 22 ▼▼22. Texto dudoso. La Vulgata vierte: Hijo que crece, José, hijo que crece y de hermoso aspecto; las doncellas corrieron sobre el muro (para verle).
Retoño fecundo es José, retoño de árbol fértil, al borde de una fuente; sus vástagos pasan el muro. 23 ▼▼23. Alusión a los hermanos de José que le calumniaron —esto significan las saetas— o a los enemigos con los cuales habrán de luchar las tribus de José en la conquista de Canaán.
Le causan amarguras, le asaetean, le hostigan los flecheros, 24 ▼▼24. El Fuerte de Jacob, esto es, Dios. Cf. Salmo 131, 2 y 5; Isaías 1, 24; 49, 26; 60, 16. “El Pastor”: Es otro nombre de Dios. Véase lo que dice Jacob en 48, 15: “El Dios que ha sido mi Pastor desde que existo hasta el día de hoy”. “La Roca de Israel”: Así llama Jacob al Señor, por la protección que le ha dado durante toda su vida, y que siempre presta a los que en Él confían. También en otros lugares de la Biblia, (texto masorético) Dios es llamado Roca, p. ej. Deuteronomio 32, 4 y 18; II Reyes 23, 3; Salmo 17, 2; Isaías 30, 29. En el Nuevo Testamento, Roca es uno de los nombres de Cristo (I Corintios 10, 4; Efesios 2, 20; I Pedro 2, 4, por donde se ve, una vez más, la unión de los dos Testamentos. Es interesante el hecho de que en la Constitución del nuevo Reino de Israel, fundado el año 1948, se haya dado a Dios el nombre de “Roca de Israel”.
más su arco queda fuerte, y los brazos de sus manos son ágiles, por la ayuda del Fuerte de Jacob, por el Nombre del Pastor, la Roca de Israel. 25 ▼▼25. Profecía acerca de la fertilidad del futuro país de José (Efraím).
El Dios de tu padre te ayudará, y el Todopoderoso te bendecirá con bendiciones celestiales de lo alto, bendiciones del abismo que yace abajo, bendiciones de los pechos y del seno. 26 ▼▼26. Los tesoros de los collados perennes: La Vulgata viere: hasta que viniese el deseo (o Deseado) de los montes eternos: Los antiguos veían en los montes eternos a los Santos y Patriarcas del Antiguo Testamento, cuyo deseo era ver al Deseado (Cristo). La aplicación a Cristo tropieza, sin embargo, como observa Scío, con la dificultad de que las tribus de José no vieron la venida del Mesías, ya que fueron llevadas al cautiverio de Asiria (722 a. C.) y no volvieron más. Los modernos ven en la “bendiciones de los montes” el rocío y los frutos de la tierra. “Eternos” se llaman porque han sido creados hace muchos siglos y resisten a la destrucción de los tiempos (Simón-Prado). Cf. Deuteronomio 33, 15; Ezequiel 36, 2; Habacuc 3, 6. “Príncipe entre sus hermanos”: La Vulgata dice: “El Nazareo”, o sea el consagrado a Dios, de entre sus hermanos.
Las bendiciones de tu padre superan a las bendiciones de los montes eternos, y los tesoros de los collados perennes. ¡Vengan ellas sobre la cabeza de José, sobre el vértice del príncipe entre sus hermanos! 27 ▼▼27. Se refiere este versículo a la valentía y al carácter indómito de los “benjaminitas”, de cuya tribu procederá el primer rey Saúl, no menos indómito. De la misma tribu saldrá también San Pablo, “lobo rapaz” en doble sentido, primero como perseguidor de la Iglesia, y después de su conversión como intrépido misionero.
Benjamín es un lobo rapaz; por la mañana devora la presa, y a la tarde reparte los despojos.” 28Todas estas son las doce tribus de Israel; y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo: a cada una la bendijo con la bendición que le correspondía. Muerte de Jacob
29Y les dio orden, diciéndoles: “Yo voy a reunirme con mi pueblo; sepultadme con mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, 30en la cueva que está en el campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país de Canaán; en el campo que compró Abrahán a Efrón, el heteo, para sepultura propia; 31donde sepultaron a Abrahán y a Sara, su mujer, donde sepultaron a Isaac y a Rebeca, su mujer, y donde sepulté yo a Lía; ▼▼32. En la vida de Jacob se deja palpar el poder de la vocación divina, que transformaba poco a poco su carácter y lo capacitaba para lo espiritual, que antes no se notaba en él. Las principales etapas de su educación espiritual son la visión de Betel (28, 10-19), la persecución y opresión de parte de su hermano Esaú y de su tío Labán, la lucha con el Ángel (32, 22 ss.), la vuelta a Betel y la destrucción de los ídolos de su familia (35, 1 ss.), la pérdida de su hijo José (capítulo 37) y otras pruebas que Dios le hizo sobrevenir. Con Jacob termina uno de los períodos más importantes de la historia del Reino de Dios y de la Revelación divina que, por medio de él alcanzó una claridad hasta entonces no conocida. El Mesías saldrá de su estirpe, de Judá, su hijo, y traerá la salud para la humanidad entera. Por eso el Eclesiástico alaba a Jacob con las siguientes palabras: “Dios lo distinguió con sus bendiciones y le dio la herencia, repartiéndosela entre las doce tribus; y le concedió que en su linaje siempre hubiese varones piadosos amados de todas las gentes” (Eclesiástico 44, 26, s.).
en el campo y la cueva que en él hay, que yo he comprado a los hijos de Het.” 32Y cuando acabó Jacob de dar estas órdenes a sus hijos, recogió sus pies en el lecho y expiró, y se reunió con su pueblo.
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