Haggai 1
Exhortación a reconstruir el Templo
1 ▼▼1. Darío. Se trata de Darío I Histasptes (521-485), que dio a los judíos el permiso de continuar la reconstrucción del Templo, empezada 16 años antes por los regresados del cautiverio. Zorobabel, descendiente del rey Jeconías, era jefe político de los regresados. Véase Esdras 1, 8 (donde Zorobabel es llamado Sesbasar); 2, 2. Jesús (Josué) el primer Sumo Sacerdote, después del cautiverio.
El año segundo del rey Darío, en el mes sexto, el día primero del mes, llegó la palabra de Yahvé por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesús, hijo del Sumo Sacerdote Josedec, en estos términos: 2 ▼▼2. Habían erigido un altar, como se lee en Esdras 3, 1 ss. y ofrecían el sacrificio perpetuo; hacían asimismo preparativos para la reconstrucción de la Casa del Señor, más por diversos factores, en primer lugar por razones políticas (oposición de los samaritanos), dejaron de trabajar.
“Así habla Yahvé de los ejércitos: Este pueblo dice: «No ha llegado aún el tiempo; el tiempo de reedificar la Casa de Yahvé».” 3Entonces habló Yahvé, por medio del profeta Ageo, diciendo: 4 ▼▼4. El mismo Dios deshace los argumentos del pueblo que decía que era imposible hacer construcciones (versículo 7). Si esto fuese verdad, dice Dios, ¿por qué levantáis vuestras propias casas y no esta Casa, la mía? Véase el versículo 9 y nótese el contraste con el espíritu del rey David, que, a la inversa, no se resignaba a tener casa para él, mientras no la hubiera para el Señor (II Reyes 7, 2; 24, 24; I Paralipómenos 21, 24 s.; 29, 2 ss.; Salmo 131, 2 ss.). Y eso que las tribus vueltas del cautiverio habrían debido desear con ansia la reconstrucción del Templo, si es que la vinculaban a las esperanzas mesiánicas. Cf. Ezequiel 43, 10 s.
“¿Ha llegado acaso para vosotros el tiempo de habitar en vuestras casas artesonadas, en tanto que esta Casa está en ruinas? 5Pues, así dice Yahvé de los ejércitos: Reflexionad sobre vuestro proceder. 6 ▼▼6. Todos los trabajos han resultado infructuosos, la cosecha es insuficiente, una sequía azota el país (versículo 11). Cf. Lev. 26, 28; Oseas 4, 10; Miqueas 6, 14 s. Todo esto es un castigo de Dios porque se han olvidado del Templo. Véase Mal. 3, 9 ss. ¿De qué les servía tanto esfuerzo? Cf. Eclesiástico 51, 35; Mateo 6, 33 y notas.
Habéis sembrado mucho, y recogido poco; coméis, y no os hartáis; bebéis, y no apagáis la sed; os vestís, y no os calentáis; el que gana salario, lo echa en saco roto. 7 ▼▼7. Véase análoga expresión en 2, 16 y 19.
Así dice Yahvé de los ejércitos: Reflexionad sobre vuestro proceder. 8 ▼▼8. Yo me complaceré en ella, etc.: Se trata aquí de un motivo para excitar el celo del pueblo. Véase 2, 10 y nota.
Subid al monte, traed maderas y reedificad la Casa, y Yo me complaceré en ella y seré glorificado, dice Yahvé. 9Esperabais mucho, y he aquí que (cosechasteis) poco; y lo trajisteis a casa, mas Yo soplé en ello. ¿Por qué?, dice Yahvé de los ejércitos. Porque mi Casa está en ruinas, mientras cada uno de vosotros se da prisa para (reconstruir) su propia casa. 10Por eso, por vuestra culpa el cielo detiene el rocío, y la tierra no da su fruto. 11 ▼▼11. En todo este pasaje se ve una vez más cómo los fenómenos de la naturaleza son obra de la activa providencia de Dios, y nada hay en ellos que Él deje al azar, de tal manera que el observarlos, el gozarlos con gratitud y el acatarlos con ánimo filial, es para nosotros un continuo motivo de oración, admiración y obediencia a nuestro Padre celestial. Véase Jeremías 14, 22; Salmo 8, 2; Daniel 4, 14 y notas. Cf. Apocalipsis 6, 6.
Pues Yo llamé la sequía sobre la tierra; sobre los montes y sobre el trigo; sobre el mosto y sobre el aceite; sobre cuanto produce la tierra; sobre los nombres y sobre las bestias, y sobre toda labor de manos. Efectos de la exhortación
12 ▼▼12 ss. La amonestación del profeta surtió efecto. Todos obedecieron la palabra de Dios anunciada por Ageo, y no solo los príncipes y sacerdotes sino todo el pueblo reanudó la reconstrucción de la Casa del Señor. Mas el efecto fue transitorio como en el caso de Nínive, pues cayeron luego más gravemente, como se ve en los Libros de Esdras y Nehemías, los cuales deben leerse junto con el presente y con los de Zacarías y Malaquías, pues todos tratan del mismo período.
Zorobabel, hijo de Salatiel, y el Sumo Sacerdote Jesús, hijo de Josedec, y todo el resto del pueblo, escucharon la voz de Yahvé, su Dios, y las palabras del profeta Ageo, todo lo que Yahvé, su Dios, le había encargado decir; y el pueblo temió a Yahvé. 13Entonces Ageo, enviado de Dios, habló por orden de Yahvé al pueblo, diciendo: “Yo estoy con vosotros”, dice Yahvé. 14Y despertó Yahvé el espíritu de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Jesús, hijo del Sumo Sacerdote Josedec, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la reconstrucción de la Casa de Yahvé de los ejércitos, su Dios.
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