‏ Hosea 2

Apostasía y reprobación de Israel

1
1. Una vez convertidos podrán darse, el uno al otro, nuevos nombres que señalan la bondad y misericordia del Señor. Todo en contraste con los nombres horrorosos del capítulo primero, que significan desastre y castigo.
Decid a vuestros hermanos «Ammí»,

y a vuestras hermanas «Ruhama».

2
2. Como en el Cantar de los Cantares, Israel es tratada aquí a manera de esposa, pero no recibe elogios como allí (cf. Cantar de los Cantares 4), sino reproches del Esposo que le enrostra su ingratísima infidelidad. Véase en Ezequiel 16 el mismo reproche con respecto a Judá. “Sin duda el gran misterio de los amores no correspondidos sobre la tierra, se explica porque Dios los permite y utiliza para mostrar en forma viva, al hombre que ama sin esperanza, todo el dolor que Jesús sintió por el rechazo que ese mismo hombre —hoy acongojado por cosas en verdad efímeras— iba a hacer de Su amor, infinito y eterno.” Jeremías justifica también esta explicación (Jeremías 3, 20 y nota): “Como una mujer que rechaza a un hombre así me has despreciado tú.” Y el Cantar trata de lo mismo cuando la esposa no abre al enamorado (Cantar de los Cantares 5, 3 ss.). “Estoy a la puerta y llamo”, dice Él (Apocalipsis 3, 20). No es para hacerte daño, sino para que cenemos en un gran banquete como el del Evangelio (Lucas 14, 15 ss.; Apocalipsis 19, 9). El banquete es de amor, y no puede ser otra cosa, pues Dios es Amor, y tanto el Padre como el Hijo nos han declarado ese amor. “Fácil es ver entonces cómo, en el gran dolor que Cristo sufrió por nosotros durante la agonía exteriormente silenciosa de Getsemaní, desfilan ante Él por fuerza los pensamientos del enamorado caprichosamente despedido, que son los más amargos, según bien lo sabe el que ha hecho la experiencia: ¿por qué no me quiere? ¡Yo la haría tan feliz! (Juan 10, 10; 5, 40). ¿Quién podrá mirarla tan alto como la miro yo? (Juan 10, 29; Lucas 12, 7). ¿Qué no haría yo por ella, y quién sería capaz de hacer otro tanto? (I Corintios 6, 20; Juan 15, 13). ¿Qué ha podido ver en mí que la ahuyente, si la he tratado con insuperable amor (Juan 15, 9), con toda mi suavidad (Mateo 11, 28 ss.), y en todo no he deseado más que verla feliz? (Juan 17, 13).”
¡Acusad a vuestra madre, acusadla!

Porque ella no es mi mujer,

ni Yo soy su marido;

aparte de su rostro sus fornicaciones

y de su seno sus adulterios;

3
3. La desnudez significa la destrucción de la fertilidad del país, la cual era obra de Dios y no de los Baales, como creían los idólatras.
No sea que Yo la despoje,

dejándola desnuda,

y la ponga (tal como estaba)

en el día de su nacimiento,

y la haga semejante a un desierto,

y la convierta en una tierra árida,

y la mate de sed.

4No me compadeceré de sus hijos;

porque son hijos de fornicación.

5
5. Iré en pos de mis amantes: los falsos dioses, como si estos hubieran colmado de bienes la tierra.
Pues su madre ha cometido fornicación;

ha quedado sin honor la que los dio a luz;

pues ella dijo: «Iré en pos de mis amantes,

que son los que me dan mi pan y mi agua,

mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.»

6
6. Amenaza a las diez tribus de Israel el cautiverio de Asiria, lo que pronto se verificó (en el año 722).
Por eso, he aquí que voy a cerrar

tu camino con zarzas;

la cercaré con un muro

para que no pueda hallar sus senderos.

7
7. El primer esposo es Dios, el Esposo único y legítimo de la nación israelita. Véase 1, 9 y nota; 5, 15; Isaías 1, 21; Jeremías 3, 1 y nota; 3, 8; Ezequiel 16, 8. En la nación pecadora se despierta la confianza en el divino Esposo, la cual es más que un simple arrepentimiento, porque nos acerca más a Dios, quien, como dice San Bernardo, no derrama el aceite de su misericordia sino en el vaso de la confianza.
Irá en pos de sus amantes,

pero no los alcanzará;

los buscará y no los hallará.

Luego dirá:

«Iré y volveré a mi primer marido,

pues entonces me iba mejor que ahora.»

8
8. A Dios (como a todo ser querido, ya sea padre, esposo, esposa, amigo, etc.) hay dos maneras de mirarlo: según que nos gocemos o no en su amor. Si no nos gozamos, no tendremos interés en considerar con detalle las pruebas de amor que de Él recibimos. Cuando las mencionamos lo haremos siempre en general, como para no faltar a un deber, pero en forma vaga y rápida. Pero en cambio, veamos a la novia enamorada, cómo se complace repasando en su memoria aquel momento determinado en que su amado la dedicó tal palabra afectuosa, o reviviendo aquel otro momento en que él le dio esta otra prueba de que la amaba, etc. En esto se conoce el amor vivo, y por eso las palabras de Dios en la Biblia son así: no definiciones generales y abstractas, sino momentos vivos que nos muestran otras tantas manifestaciones de su corazón; ya sea en la dulzura con que el Padre habla a Israel por boca de los profetas, con promesas, confidencias, o, como aquí, reproches de su amor dolorido; ya sea en lo que Jesús nos dice en tal ocasión, en tal parábola, hablando siempre “para mostrarnos su espíritu”, como dice San Pablo (I Corintios 2, 4), es decir, no sistemáticamente, sino con intimidad, como en la vida cotidiana. Tal es también el lenguaje con que se le habla fe Él en los Salmos, y de ahí el maravilloso privilegio que significa el poder apropiárnoslos para decirle al Padre nuestro amor balbuceante, con palabras tan divinas como esas, que son las que le decía Jesús, el Hijo perfectísimo que vino para ofrecérsenos como ejemplo y maestro de esa gratitud con que solamente Él sabía corresponder dignamente al amor del Padre.
No reconoció ella

que Yo fui quien le di el trigo,

el vino y el aceite,

y le multipliqué la plata y el oro,

empleado para Baal.

9Por eso le quitaré mi trigo a su tiempo,

y mi vino al tiempo señalado;

y recobraré mi lana y mi lino

con que cubre su desnudez.

10Mas ahora descubriré sus vergüenzas

a los ojos de sus amantes;

y no habrá quien la libre de mi mano.

11Haré cesar toda su alegría,

sus fiestas, sus novilunios y sus sábados,

y todas sus solemnidades.

12Devastaré sus viñas y sus higueras,

de las cuales ella decía:

«Estas son el salario

que me han dado mis amantes».

Las convertiré en un matorral

y las devorarán las bestias del campo.

13
13. Los días de los Baales: las fiestas celebradas en honor de los dioses cananeos. Sin embargo, el Señor volverá a mostrar su misericordia (versículo 14).
La castigaré por los días de los Baales

a los cuales ella quemaba incienso,

cuando adornándose con sus zarcillos y collares,

y yendo en pos de sus amantes

se olvidaba de Mí, dice Yahvé.

Conversión de Israel

14
14. La atraeré, etc. Cf. Jeremías 30, 3 y nota. La llevaré a la soledad, “en lo cual da a entender que en la soledad se comunica y une Él con el alma; porque hablarle al corazón es satisfacerle el corazón; el cual no se satisface con menos que Dios” (San Juan de la Cruz. Cantico Espiritual XXXV). Hay también una soledad en el mundo. Oigamos la voz de un alma que la ha experimentado: “Tenemos un deseo vehemente de ser comprendidos y si no lo somos, nos sentimos aislados, solos, y esta soledad espiritual nos hace sufrir. Cuanto mayor el número de seres que nos rodean, tanto más sufrimos, pues buscamos a aquel que nos comprenda y no lo encontramos, Vamos de un desengaño a otro hasta que nos resignamos con una queja triste o amarga. Sin embargo no tenemos motivo de quejarnos, pues esta soledad interior es el desierto al cual Dios nos lleva para hablarnos al corazón. Tenemos que sufrir para buscar y encontrar a Dios, pues si el mundo nos satisficiese, nos olvidaríamos de Él. No todos pueden retirarse del mundo al silencio del claustro o al de las montañas o al de la inmensa llanura, para escuchar la voz de Dios. Por eso Él mismo crea el desierto de nuestra soledad en medio de los hombres y en este silencio nos habla al corazón.”
Por eso Yo la atraeré

y la llevaré a la soledad

y le hablaré al corazón.

15
15. El valle de Acor, conocido por su fertilidad (Isaías 65, 10) y también por el castigo del sacrílego Acán (Josué 7, 24 ss.), simbolizará en adelante no ya el desastre del pueblo, sino esa Soledad propicia a la contrición y la esperanza (cf. Deuteronomio 32, 36; Isaías 10, 20 ss., etc.), así como en él se abrió la esperanza de Josué con la toma de Jericó. Será una figura viva de la esperanza y felicidad, como sucedió con Jezrael (1, 11). Es otro rasgo más para mostrar la delicadeza y ternura con que Dios va a tratar a la Esposa arrepentida.
Y desde allí le devolveré sus viñas,

y el Valle de Acor

como puerta de esperanza;

y ella cantará allí,

como en los días de su juventud,

como el día en que subió de Egipto.

16
16. Señor mío, en hebreo Baalí (mi Baal). Así llamaban las mujeres a sus maridos. Hay aquí un agudo juego de palabras, porque Baal era también nombre de los dioses locales cananeos, a los cuales los israelitas apóstatas invocaban con el mismo nombre Baalí: mi Señor. Estos desposorios (versículo 19) de Israel con Yahvé, encierran gran parte del misterio escondido en el Cantar de los Cantares, como allí se ha visto. Porque no se trata aquí de una boda como la del Cordero con la Iglesia, que se consuma en Apocalipsis 19, 6-9, cuando “la esposa se ha preparado”. Se trata, como observa Crampón (cf. Isaías capítulo 54 y notas) de la antigua esposa culpable y repudiada (cf. Isaías 62, 4), simbolizada por la ramera de 1, 2 y la adúltera de 3, 1.
En aquel día, dice Yahvé,

me llamarás: «Señor mío»,

y no me llamarás ya: «Mi Baal».

17Pues quitaré, de su boca los nombres de los Baales,

y nunca jamás serán mencionados por sus nombres.

18
18 s. En favor de ellos: Los contrayentes son el pueblo de Israel, representado por Dios, y las bestias feroces, las cuales tendrán que respetar al pueblo teocrático. “Bella imagen de la protección especialísima con que Dios rodeará a los judíos” (Fillion).
En aquel día haré en favor de ellos alianza

con las fieras del campo,

con las aves del cielo

y con los reptiles de la tierra;

quebraré en la tierra arco, espada y guerra,

y haré que reposen seguros.

19Y te desposaré conmigo para siempre;

te desposaré conmigo

en justicia y juicio,

en misericordia y piedad.

20
20. En fidelidad, porque Él permanece fiel a sus promesas, pero es también un “Dios celoso” (Éxodo 20, 5) que castiga inexorablemente al pueblo apóstata.
Te desposaré conmigo en fidelidad,

y reconocerás a Yahvé.

21
21 s. El cielo da a la tierra la lluvia, para que ella produzca trigo, vino, aceite y otras cosas que sirven para satisfacer las necesidades del hombre. Jezrael ya no será signo de maldición, sino que representará lo que significa su nombre: Dios siembra (cf. 1, 11 y nota).
En aquel día responderé, dice Yahvé;

sí, Yo responderé a los cielos,

y ellos responderán a la tierra;

22y la tierra responderá al trigo,

al vino y al aceite;

y estos responderán a Jezrael.

23
23 s. Me compadeceré: Véase 1, 10; 11, 8 s.; Jeremías 12, 15; 30, 18; 31, 3 y 20; Ezequiel 20, 44; 36, 23, etc.
Sembraré a (Israel) para Mí en la tierra;

y me compadeceré de Lo-Ruhama,

24y al que dije “Lo-Ammí”, le diré: “Pueblo mío eres”;

y él dirá: “Tú eres mi Dios.”
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