‏ Job 12

Respuesta de Job a Sofar

1Respondió Job y dijo:

2
2. Sois hombres: Job habla en sentido irónico, como si dijera: ¿Vosotros sois acaso los únicos hombres capaces de pensar y hablar? “Se burla disimuladamente de Sofar, que comenzando muy hinchado y prometiendo de sí mucho, en cuanto habló nunca supo hablar a propósito” (Fray Luis de León).
“De veras, vosotros sois hombres,

y con vosotros morirá la sabiduría.

3
3. ¿Quién ignora esas generalidades? Pero aquí hay un misterio de Dios. Cf. 10, 7 y nota.
También yo tengo seso como vosotros;

ninguna ventaja tenéis sobre mí;

¿y quién no sabe lo que decís?

4
4. Hay muchas versiones diversas. Parece que Job atribuye a sus amigos (4, 6; 5, 1) burlas semejantes a las que recibió Jesús de sus enemigos a causa del abandono por parte del Padre (cf. Salmo 21, 9; Mateo 27, 43). San Próspero explica esta conducta de los malos hacia los buenos: Todos los que quieren vivir con piedad en Jesucristo, dice, deben disponerse a sufrir oprobios y burlas de parte de los impíos, a ser despreciados como insensatos que pierden los bienes presentes y no aspiran ni se aficionan más que a los futuros. Dios lo permite para aumentar el brillo de la corona de los buenos. Este desprecio, esta burla, redundará en perjuicio de los malos, cuando su abundancia se convierta en escasez y su ciego orgullo en confusión. (In Sent. et Epigram. c. 32).
¡Ludibrio soy de mis amigos!

¡Yo, que clamaba a Dios,

y Él le respondía!

¡Yo, el recto e inocente,

ahora objeto de oprobio!

5
5. ¡Ignominia al que sufre! etc.: Texto dudoso y muy discutido. Vulgata: Es antorcha despreciada en el concepto de los ricos, prevenida para el tiempo establecido. Bover-Cantera: Un hachón despreciable, a juicio del dichoso, adecuado para los de vacilante pie. Vemos aquí el criterio del mundo, diametralmente opuesto a las bienaventuranzas de Jesús (cf. Mateo 5).
¡Ignominia al que sufre!

—así piensa el que vive sin cuidados—.

¡Caiga desprecio

sobre aquel cuyo pie resbala!

6
6. No siempre la prosperidad es fruto de la virtud, y las pruebas no siempre provienen de la culpa. Es el misterio de que tratan los Salmos 36, 48, 72, etc. Dios permite muchas veces que los logreros y ladrones prosperen, “porque tiene reservado su castigo para la otra vida… Dios suele premiar con bienes temporales algunas obras buenas que a veces hacen los malos, y castigar con aflicciones y penas de esta vida las culpas o defectos en que incurren los que le sirven” (Páramo).
Las guaridas de los salteadores gozan de paz,

seguros están los que irritan a Dios;

a ellos Dios se lo otorga (todo).

7
7 ss. Este cuadro de la grandeza de Dios no nos da más que una débil idea de Dios. Cuanto más nos aplicamos a conocerlo, más abismos de perfección descubrimos en Él. Por esto dice San Gregorio Nacianceno que cuanto más se trata de conocer a Dios, más se sustrae Él a las investigaciones, huyendo de tal manera en el mismo momento en que creemos alcanzarle, que levanta hasta los cielos a los que le buscan con amor (In Job). También la naturaleza hace las veces de una Biblia que nos da el conocimiento natural de Dios, así como las palabras con que Él se revela, nos dan el conocimiento sobrenatural de Él. Cf. Romanos 1, 20; Denz. 2.145; Juan 1, 18; 3, 32; 6, 46. Cf. también el discurso final de Dios en Job 38 ss.
Pregunta, te ruego, a las bestias,

y ellas te enseñarán,

a las aves del cielo, y te lo dirán;

8o habla con la tierra,

y ella te instruirá;

te lo contarán los peces del mar.

9¿Quién de todos estos seres no sabe

que la mano de Yahvé

ha hecho (todas) las cosas?

10En su mano está el alma de todo viviente,

y el soplo de toda carne humana.

11
11 ss. Mejor sabe el cuerpo discernir el sabor que el alma descubrir la sabiduría de Dios distinguiendo las palabras divinas de las mundanas. Job ensalza la providencia del Creador, para demostrar que Él no puede hacer injusticia al hombre. El piadoso paciente vislumbra la solución del problema del dolor, más todavía no logra encontrarla.
¿No se ha hecho el oído para discernir las palabras;

el paladar para gustar los manjares?

12
12. Esta es la regla. El versículo 20 nos muestra que Dios la altera cuando quiere. Cf. Salmo 118, 100; Sabiduría 4, 8; Proverbios 9, 4; Lucas 10, 21, etc.
En los ancianos reside la sabiduría,

y en la larga vida la prudencia;

13con Él, empero, están la sabiduría y el poder,

suyo es el consejo y suya la inteligencia.

14
14. El primer hemistiquio es aplicado contra los enemigos de Israel en Malaquías 1, 4. Cf. Salmo 126, 1. El segundo es uno de los atributos con que se presenta Jesús en Apocalipsis 3, 7. Cf. Isaías 22, 22.
Lo que Él derriba, no será reedificado;

si Él encierra al hombre, no hay quien lo libre.

15
15. Sobre este permanente milagro de las aguas véase Salmo 103, 9 y nota.
Si detiene las aguas, estas se secan;

si las suelta, devastan la tierra.

16En Él están el poder y el saber,

suyos son el engañado y el que engaña.

17Él hace andar a los consejeros

privados (de consejo),

y entontece a los jueces.

18
18. La faja era distintivo de los reyes y magnates.
Él quita a los reyes la faja,

y les ciñe los lomos, con una soga.

19
19 ss. Es la misma doctrina que nos da la Virgen María para descubrirnos el Corazón de Dios. Cf. Lucas 1, 51 ss.; Salmo 112, 7 ss. y nota.
Hace andar a los sacerdotes descalzos,

y a los grandes derriba.

20Quita el habla a los más respetados,

y a los ancianos los priva del juicio.

21Vacía desprecio sobre los príncipes,

y afloja el cinto de los fuertes.

22
22. Jesús lo demuestra en Mateo 10, 27 y Lucas 12, 3.
Descubre lo oculto en las tinieblas,

y saca a luz la sombra de la muerte.

23Da prosperidad a los pueblos y los destruye,

dilata a las naciones, y las reduce.

24
24. Muy pocas veces recordamos que también el corazón de los príncipes es manejado por Dios, según sus designios (cf. Proverbios 21, 1; Ester l5, 11; Nehemías 2, 8; Jeremías 25, 9). Vana es toda filosofía de la historia, que no se funda en esta verdad.
Quita la inteligencia a los príncipes de los pueblos de la tierra,

y los hace vagar por un desierto sin camino;

25
25. He aquí las señales de la reprobación, consecuencia del endurecimiento, que a su vez es, como dice San Agustín, la fuerza del desgraciado hábito del mal, que agobia el alma y no le permite resucitar ni respirar.
andan a tientas en tinieblas, sin tener luz;

Él los hace errar como a embriagados.”
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