Job 9
Respuesta de Job a Baldad
1Respondió Job y dijo: 2 ▼▼2. En su respuesta, el piadoso paciente se refiere a la justicia, majestad y sabiduría de Dios, ante quien nadie puede afirmar ser justo. Cf. 4, 17 y nota; Salmos 129, 3; 142, 2, etc.
“Bien sé que es así. ¿Cómo puede el hombre ser justo frente a Dios? 3Si pretendiera contender con él, de mil (cargos) no respondería a uno solo. 4Él es sabio de corazón, poderoso y fuerte; ¿quién se le opuso y le salió bien? 5Él traslada los montes, sin que sepan quién los trastorna en su ira. 6Él remueve la tierra de su sitio, y sus columnas son sacudidas. 7 ▼▼7. Encierra las estrellas, es decir, hace que no luzcan, las entenebrece. Alusión al eclipse del sol.
Él manda al sol, y este no sale, y encierra bajo sello las estrellas. 8Él solo extiende los cielos, y anda sobre las olas del mar. 9 ▼▼9. Las constelaciones del cielo austral; literalmente, las cámaras o habitaciones del sur. Cf. 38, 31.
Él hizo la Osa, el Orión y las Pléyades, las constelaciones del cielo austral. 10Él hace cosas grandes e insondables, y maravillas sin cuento y número. 11He aquí que pasa junto a mí, y yo no le veo; y si se retira, tampoco lo advierto. 12Si Él toma una presa ¿quién hará que la devuelva? ¿quién podrá decirle: «¿Qué es lo que haces?» 13 ▼▼13. Los auxiliares de Rahab: Alude en forma poética a un monstruo. San Jerónimo vierte: los que llevan sobre si el orbe. El sentido etimológico del vocablo Rahab es irritado, agitado. De ahí que se lo traduzca a veces por soberbio. Significa también a Egipto. Cf. 26, 12; Isaías 30, 7.
Él es Dios, no hay quien pueda doblegar su ira; debajo de Él se encorvan los auxiliares de Rahab. 14¿Cuánto menos podré yo responderle, elegir mis palabras frente a Él? 15 ▼▼15. Altísimo concepto de un alma religiosa: aunque creyera estar en lo justo, jamás me pondría frente a Dios de potencia a potencia. Es la espiritualidad del Salmo 50.
Aun teniendo yo razón, nada le respondería; imploraría la clemencia del que me juzga. 16Aun cuando respondiera a mis clamores, no creería que había escuchado mi voz, 17Él, que me aplasta con un torbellino, y multiplica mis llagas sin causa. 18No me deja respirar y me harta de amargura. 19Si se trata de fuerza, el poderoso es Él, y si de justicia (dice): «¿Quién me emplazará?» 20 ▼▼20. Véase I Corintios 4, 4. El sentido es que, ya sea por la fuerza, ya por la razón, nadie puede medirse con Dios (Vaccari). Quiere decir que si Él fuera malo o cruel, de nada valdrían nuestras justificaciones. Se deduce, pues, la más consoladora doctrina de la entrega, total y confiada, en las manos paternales y amorosas de Dios.
Aun cuando yo tuviera razón mi boca me condenaría, aunque fuera inocente, me declararía culpable. 21Soy inocente, pero no me importa mi existencia, no hago caso de mi vida. 22Es todo lo mismo; por eso he dicho: «Él acaba con el inocente como con el impío.» 23 ▼▼23. Él se ríe: Vulgata: No se ría: “En todo el libro, dice San Jerónimo, no hay palabra más audaz que esta.” Vemos aquí señalado, con la viveza propia de la discusión, un hecho que se presenta simplemente a nuestra vista, en las guerras, terremotos, etc., donde todos parecen caer por igual, como dice el versículo 22. Es este un secreto de Dios (cf. Lucas 13, 1-5). Pero la fe inconmovible que hemos de tener en la misericordia y el amor de Dios que nos ha dado su Hijo, nos dice que nada se hace que no sea para nuestro mayor bien, ya temporal, ya eterno, como lo vemos en el mismo Job. Cf. Sabiduría 3, 1 ss.; 4, 7 ss.; Hebreos 12.
¡Si al menos el azote matase de repente! Él se ríe de la prueba de los inocentes. 24La tierra ha sido entregada en manos de los malvados; Él mismo tapa el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién lo será? 25Mis días pasaron más veloces que un correo, huyen sin ver cosa buena; 26pasan como las naves de junco, cual águila que se arroja sobre la presa. 27Si digo: «Olvidaré mis quejas, voy a mudar mi semblante, y me regocijaré», 28me espantan todos mis dolores, pues sé que Tú no me declaras inocente. 29Y si soy juzgado culpable, ¿por qué fatigarme en vano? 30Aunque me lavara con agua de nieve, y con lejía limpiara mis manos, 31 ▼▼31. Fango: Vulgata: inmundicias: Es siempre el concepto de la nada del hombre, que no puede defenderse ante Dios sin atenerse a su misericordia.
Tú me sumergirías en el fango, y hasta mis vestidos me darían asco. 32 ▼▼32. Él no es un hombre como yo: Véase Isaías 45, 9; Jeremías 49, 19; Romanos 9, 20.
Porque Él no es un hombre como yo, a quien se pudiera decir: «¡Vamos juntos a juicio!» 33 ▼▼33. Profundo pensamiento: entre Dios y nosotros no puede haber pleito que se entregue al fallo de un tercero; el arreglo tiene que ser directo. Pero hoy tenemos un Abogado y Mediador que defiende nuestra causa ante el Padre: Cristo Jesús. Cf. I Juan 2, 1 s.; Hebreos 7, 25.
No hay entre nosotros árbitro que ponga la mano sobre entrambos. 34 ▼▼34. Su vara: la fuerza de su brazo que me anonada y me impide esa libertad de espíritu que es necesaria para la oración.
Aparte Él de mí su vara, y no me espante su terror: 35entonces hablaré, sin tenerle miedo, porque así como estoy, no me conozco a mí mismo.”
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