Leviticus 10
Castigo de Nadab y Abiú
1 ▼▼1 ss. Un fuego extraño: Admiremos en este capítulo cuánto vale ante Dios la santidad del Santuario y el estricto cumplimiento de los deberes sacerdotales. El pecado de Nadab y Abiú, los dos hijos mayores de Aarón, consistió probablemente en emplear fuego común en vez del fuego del altar de los holocaustos (cf. 16, 1). La mayoría de los Padres e intérpretes creen con razón que lo hicieron por olvido o falta de experiencia; otros, en cambio, fundándose en el versículo 9, sospechan que estuvieron embriagados. Véase para ilustración. Colosenses 2, 23 y nota.
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en ellos, y después de echar incienso encima, ofrecieron ante Yahvé un fuego extraño que Él no les había mandado. 2Entonces salió fuego de la presencia de Yahvé que los devoró; y murieron delante de Yahvé. 3 ▼▼3. Aarón enmudecía: “El silencio de Aarón, después que el castigo de Dios hubo alcanzado a sus hijos, es más elocuente de lo que podrían ser las palabras. No pide cuenta del porqué del castigo, ni del de sus hijos, ni del suyo propio, pues castigo que cae sobre los hijos siempre es también castigo para los padres. Como sacerdote podía valorar mejor que cualquier otro lo abominable del proceder de sus hijos. El mismo tampoco se sintió libre de culpa; surgió en su mente su propia traición, el becerro de oro: traición a Dios y traición al pueblo. ¿No resonaba todavía en sus oídos el reproche de Moisés?: “¿Qué te ha hecho este pueblo para que le hayas acarreado tan gran pecado?” (Éxodo 32, 21). No murmuró contra Dios, ni se quejó. Aceptó el castigo, por doloroso que fuese (cf. versículo 19); lo aceptó tal como Dios lo había mandado, sin pedir la vida de sus hijos en cambio de la suya” (Elpis). He de ser santificado; es decir, tratado santamente. Cf. la primera petición del Padrenuestro, donde “santificar” tiene el mismo sentido (Mateo 6, 9 y nota).
Por lo cual dijo Moisés a Aarón: “Esto es lo que Yahvé ha declarado diciendo: He de ser santificado por los que se me acercan, y glorificado delante de todo el pueblo.” Aarón enmudeció. 4Entonces llamó Moisés a Misael y a Elsafán, hijos de Usiel, tío de Aarón, y les dijo: “Aproximaos y sacad a vuestros hermanos de delante del Santuario, llevándolos fuera del campamento.” 5Se aproximaron, pues, y los llevaron con sus túnicas fuera del campamento, como Moisés había mandado. 6Y dijo Moisés a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: “No descubráis vuestras cabezas ni rasguéis vuestras vestiduras, no sea que muráis y se irrite Yahvé contra todo el pueblo; mas vuestros hermanos y toda la casa de Israel lloren el incendio que Yahvé ha encendido. 7Tampoco salgáis de la entrada del Tabernáculo de la Reunión, no sea que muráis, pues el óleo de la unción de Yahvé está sobre vosotros.” Ellos hicieron conforme a la palabra de Moisés. Prohibición de bebidas alcohólicas
8Habló Yahvé a Aarón, diciendo: 9 ▼▼9. La prohibición de tomar bebidas alcohólicas se limita al ejercicio del ministerio sacerdotal. Fuera del servicio podían tomarlas.
“Cuando entréis en el Tabernáculo de la Reunión, no beberéis vino ni bebida que pueda embriagar, ni tú, ni tus hijos contigo, no sea que muráis. Ley perpetua es esta para vuestros descendientes; 10a fin de que podáis distinguir entre lo sagrado y lo profano, y entre lo impuro y lo puro, 11 ▼▼11. Enseñar a los hijos de Israel: Los levitas y sacerdotes estaban encargados de adoctrinar al pueblo (cf. Deuteronomio 17, 10 s.; Malaquías 2, 7). “El verdadero conocimiento, la verdadera ciencia, dice San Jerónimo, consiste en saber la Ley, comprender los profetas y creer en el Evangelio”. Y San Ambrosio afirma: “La ciencia del sacerdote es la de la Ley de Dios o sea la inteligencia de las Santas Escrituras: estas son el libro sacerdotal. ¡Desgraciados los tiempos en que este libro sacerdotal fuese el menos estudiado por los sacerdotes!” El Papa Benedicto XV exige a los sacerdotes de la Nueva Alianza que tengan constante contacto con la Sagrada Escritura (Encíclica “Spiritus Paraclitus”).
y enseñar a los hijos de Israel todos los preceptos que Yahvé les ha dado por medio de Moisés.” Derechos de los sacerdotes
12 ▼▼12. Sin levadura: Véase 2, 11 y nota.
Moisés dijo a Aarón y a Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban (a Aarón): “Tomad la ofrenda que sobra de los sacrificios quemados en honor de Yahvé y comedla sin levadura junto al altar, pues es cosa santísima. 13La comeréis en lugar sagrado, por ser porción tuya, y porción de tus hijos, de los sacrificios quemados en honor de Yahvé, pues así se me ha ordenado. 14 ▼▼14. Sobre los términos “pecho mecido” y “pierna alzada” véase Éxodo 29, 24 ss.; Levítico 7, 30 y notas.
Comeréis también en lugar puro, tú y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho mecido y la pierna alzada, porque de los sacrificios pacíficos de los hijos de Israel os han sido dados como porción tuya y porción de tus hijos. 15 ▼▼15. Porción perpetua: Véase 7, 34.
Ellos presentarán la pierna alzada y el pecho mecido, además del sebo destinados para el fuego, a fin de mecerlos como ofrenda delante de Yahvé; y serán porción perpetua para ti y para tus hijos contigo, según ha mandado Yahvé.” 16 ▼▼16. Se trata del macho cabrío ofrecido por el pueblo (9, 15). Según el precepto (6, 24) los sacerdotes tenían que comer ciertas partes de las víctimas, que se ofrecían por el pecado, para indicarles que, cargando sobre sí mismos la iniquidad del pecador, rogasen por él ante el Señor.
También acerca del macho cabrío del sacrificio por el pecado hizo Moisés diligente investigación y he aquí que había sido quemado. Entonces irritado contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que a este le habían quedado, dijo: 17“¿Por qué no comisteis en lugar sagrado la víctima del sacrificio por el pecado? Pues es cosa santísima, y (Dios) os la ha dado para llevar la iniquidad del pueblo, para hacer expiación por ellos ante Yahvé. 18No habiendo sido llevada su sangre al interior del Santuario, debíais comerla sin falta en lugar sagrado, según os he ordenado.” 19 ▼▼19. Notemos la suavidad de Dios que siempre tiene presente nuestra debilidad y se compadece de ella —como lo hizo ante las quejas de Job— cuando ve que no hay soberbia. Recuérdese el llanto de Jesús al ver llorar a María por la muerte de su hermano Lázaro (Juan 11, 33).
Respondió Aarón a Moisés: “Mira que ellos han presentado hoy su sacrificio por el pecado y su holocausto delante de Yahvé; mas si yo hoy, después de lo que me ha sucedido, hubiera comido la víctima expiatoria, ¿habría esto acaso sido grato a Yahvé?” 20Cuando Moisés oyó esto, se dio por satisfecho.
Copyright information for
SpaPlatense