‏ Leviticus 11

II. LEYES DE PURIFICACIÓN

Animales puros e impuros

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1. Comienzan aquí las leyes de purificación. “Ninguna clase de leyes influyó sobre la vida del pueblo hebreo en forma tan general como las reglas sobre pureza e impureza y la distinción entre lo puro o legal y lo impuro o ilegal. Por medio de estas reglas la Ley invadió los hogares de los judíos, puso restricciones al hombre en su alimentación y bebida, limitó su actividad y lo hizo responsable aun de las acciones que cometía en sueños” (Steinmueller, Introducción General, p. 355).
Habló Yahvé a Moisés y a Aarón y les dijo:
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2. El que ciertos animales sean llamados impuros, se explica porque algunos tienen especial relación con la muerte y la putrefacción. Otros son prohibidos por ser sucios, como el cerdo, o ser su carne nociva a la salud; otros por emplearse en los sacrificios de los paganos. Observa a este respecto San Agustín, que algunos animales no son inmundos por naturaleza, sino por lo que simbolizan. La Epístola de Bernabé enseña que la aceptación de los rumiantes significa que el israelita debe estar siempre rumiando la Palabra de Dios (cf. Salmo 118, 11; Lucas 2, 51 y 11, 28), y los de pezuña hendida en dos nos muestran que con un ojo hay que estar siempre contemplando “la esperanza del siglo santo”. En todo caso es falso ver en la clasificación de los anímales puros e impuros una simple medida sanitaria.
“Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que podréis comer, de entre todos los animales que hay sobre la tierra,
3Todo animal biungulado de pezuña hendida que rumia, ese podréis comer. 4Pero no comeréis, a pesar de que rumian y tienen pezuña hendida: el camello, pues aunque rumia, no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; 5ni el conejo, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impuro para vosotros; 6
6. En realidad, la liebre no rumia, aunque hace con su boca los mismos movimientos que los rumiantes. De ahí la prohibición de comerla. Algunos creen que se trata de otro animal. Es de notar que muchas denominaciones zoológicas de este capítulo son discutibles, por lo cual varían las traducciones, tanto antiguas como modernas.
ni liebre, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impura para vosotros;
7ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña hendida y biungulada, no rumia; será inmundo para vosotros. 8De la carne de estos no comeréis ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros.

9De entre todos los animales que viven en las aguas, podréis comer a cuantos teniendo aletas y escamas se encuentran en los mares y en los ríos; a estos podréis comer. 10Pero serán cosa abominable para vosotros todos los que carecen de aletas y escamas, de entre todos los que pululan en las aguas, sea en los mares o en los ríos, y de entre todos los demás animales que viven en el agua. 11Serán detestables para vosotros: no comeréis de su carne y tened sus cadáveres por abominación. 12Todo cuanto en las aguas no tiene aletas y escamas os sea abominable.

13De entre las aves os sean abominables las siguientes, que no se comerán y os serán detestables: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, 14el buitre, el halcón en todas sus especies, 15toda clase de cuervos, 16el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán en todas sus especies, 17el búho, el somormujo, el ibis, 18el cisne, el pelícano, el calamón, 19la cigüeña, la garza en sus especies todas, la abubilla y el murciélago.

20Todo insecto alado que anda sobre cuatro patas os será abominable. 21Pero de todos los insectos alados que andan sobre cuatro pies, podréis comer aquellos que por encima de sus pies tienen dos patas para brincar con ellas sobre la tierra. 22
22. Es muy difícil identificar estas cuatro clases de langostas, porque faltan en nuestra lengua las denominaciones correspondientes. Según Crampón la primera (en hebreo “arbeh”) sería la langosta ordinaria, la segunda (“solam”), una langosta chica, pero devoradora. La tercera y cuarta (“hargol” y “hagab”) no tenían alas. Con tales langostas se alimentaba San Juan Bautista (Mateo 3, 4).
De ellos podréis comer estos: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam, de hargol y de hagab.
23Todo otro insecto alado de cuatro patas os será abominable.

El contacto con cadáveres

24Estos animales os hacen inmundos. Quien tocare su cadáver quedará impuro hasta la tarde. 25Quien alzare alguno de sus cadáveres, lavará sus vestidos y quedará impuro hasta la tarde. 26Asimismo todos los animales que tienen pezuña pero no partida en dos uñas y que no rumian, serán inmundos para vosotros. Todo aquel que los tocare quedará impuro. 27De entre los cuadrúpedos os serán abominables todos los que andan sobre sus plantas. Quien tocare sus cadáveres quedará impuro hasta la tarde. 28El que sacare el cadáver de uno de ellos lavará sus vestidos, y quedará impuro hasta la tarde; son inmundos para vosotros.

29De entre los animales pequeños que andan arrastrándose sobre la tierra, os serán inmundos: la comadreja, el ratón, el lagarto en sus diversas especies, 30el erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo. 31De entre todos los reptiles estos serán inmundos para vosotros. Cualquiera que tocare su cadáver quedará impuro hasta la tarde. 32Y todo objeto sobre el cual cayere uno de estos cadáveres, quedará inmundo, ya sea un instrumento de madera, o un vestido, una piel, un saco, en fin, cualquier objeto que se usa para algo. Será metido en agua y quedará inmundo hasta la tarde; después será puro. 33Si cayera algo de esto en una vasija de barro, todo lo que hubiere dentro de ella quedará inmundo y tendréis que romperla. 34Toda cosa comestible, si fuere preparada con tal agua, quedará inmunda, y toda bebida que se beba en una de esas vasijas quedará inmunda. 35Y todo objeto sobre el cual caiga algo de esos cuerpos muertos, quedará inmundo; el horno y el fogón serán derribados; son impuros para vosotros y los tendréis por inmundos. 36Solamente las fuentes y cisternas, donde se recogen las aguas, permanecerán limpias, mas el que tocare sus cadáveres quedará inmundo. 37De igual manera cuando cayere algo de esos cadáveres sobre una semilla que ha de sembrarse, quedará pura. 38Mas si cayere algo de esos cuerpos muertos sobre semilla mojada, la tendréis por inmunda. 39Si muere uno de aquellos animales que os es lícito comer, quien tocare su cadáver quedará inmundo hasta la tarde. 40Y quien transportare ese cuerpo muerto lavará sus vestidos y quedará inmundo hasta la tarde.

Sobre los reptiles

41Todo reptil que anda arrastrándose sobre la tierra, es cosa abominable; no servirá de comida. 42De entre todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, no comeréis ninguno de los que andan sobre su vientre o sobre cuatro patas o sobre muchos pies, porque son detestables. 43No os hagáis abominables con ninguna clase de reptil que anda arrastrándose, ni os hagáis inmundos con ellos, para que no os contaminéis por medio de ellos. 44
44. La contaminación no solo se refiere al cuerpo sino que afecta también el alma. La prohibición de tocar o comer animales impuros recordaba a los israelitas la necesidad de vivir santamente y conservar la pureza del alma. San Pedro cita este pasaje diciendo: “Escrito está: santos seréis porque yo soy santo” (I Pedro 1, 16). En Mateo 5, 48, Jesús nos pone al Padre celestial como ideal de nuestra perfección, y en Lucas 6, 36 nos exhorta a ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. La Iglesia recoge esta doctrina en su Liturgia al decir que la manifestación más hermosa de la divina Omnipotencia consiste en perdonar y hacer misericordia (Oración de la Dom. X de Pentecostés). Cf. I Tesalonicenses 4, 7 y nota.
Porque Yo soy Yahvé, vuestro Dios; por eso habéis de santificaros y ser santos, porque Yo soy santo; y no os contaminaréis con ninguno de esos reptiles que se arrastran sobre la tierra.
45Pues Yo soy Yahvé que os ha sacado de la tierra de Egipto, a fin de ser vuestro Dios. Sed, pues, santos, porque Yo soy santo.”

46Esta es la ley acerca de las bestias, y de las aves, y de todos los seres vivientes que se mueven en el agua, y de todos los que andan arrastrándose sobre la tierra; 47para que hagáis distinción entre lo impuro y lo puro, entre el animal que puede comerse y el que no puede ser comido.
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