‏ Leviticus 22

Las comidas sagradas

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1 ss. Los preceptos de este capítulo se refieren a los sacerdotes, los que como ministros del Santuario tenían el derecho de vivir del mismo, pues “el obrero es acreedor a su salario”, como dice Jesús al dar a los apóstoles la misión de predicar (Mateo 10, 10). San Pablo, que personalmente renunciaba a todos los emolumentos del ministerio apostólico, reconoce ese mismo principio para sus compañeros; pues dice: “¿No sabéis que los que desempeñan funciones sagradas, viven del Templo, y los que sirven al altar, del altar participan? Así también ha ordenado el Señor que los que anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio” (I Corintios 9, 13 s.).
Habló Yahvé a Moisés y dijo:
2“Di a Aarón y a sus hijos que respeten las ofrendas santas que los hijos de Israel me consagran y que no profanen mi santo nombre. Yo soy Yahvé. 3Diles: Cualquiera de todo vuestro linaje de vuestras generaciones que siendo, impuro se acercare a las cosas santas que los hijos de Israel consagran a Yahvé, será extirpado delante de Mí. Yo soy Yahvé. 4Ninguno de la estirpe de Aarón que sea leproso o tenga flujo, comerá de las cosas santas, hasta que se purifique. El que tocare a una persona contaminada por contacto con un cadáver, o el que haya tenido un derrame de semen, 5o haya tocado algún reptil que lo contaminó, o a una persona que le contaminó con cualquier clase de impureza: 6quien tocare estas cosas, quedará impuro hasta la tarde, y no comerá de las cosas santas, sino que lavará su cuerpo con agua; 7y después de la puesta del sol quedará limpio y podrá comer de las cosas santas, pues son su alimento. 8No comerá de bestia muerta o desgarrada (por fieras), para no contaminarse con ella. Yo soy Yahvé. 9
9. Para que no mueran en el Santuario como Nadab y Abiú. Cf. capítulo 10.
Que guarden mis preceptos, no sea que cargados de pecados mueran por ellos, por haber profanado (lo santo). Yo soy Yahvé, que los santifico.

10Ningún extraño comerá de las cosas santas; tampoco ningún huésped del sacerdote ni jornalero suyo coma de las cosas santas. 11Pero el esclavo comprado por el sacerdote con su dinero, este podrá comer de ellas, también los siervos nacidos en su casa podrán comer de su pan. 12La hija de un sacerdote casada con hombre extraño, no podrá comer de lo que ha sido alzado de las cosas santas. 13Mas si la hija del sacerdote quedare viuda o repudiada, sin tener hijo, y volviere a la casa de su padre, podrá comer del pan de su padre, como en su juventud; pero ningún extraño comerá de él. 14Quien por ignorancia comiere de cosa santa, la restituirá al sacerdote, añadiendo una quinta parte. 15
15. Los cargarían, etc.: ¡Qué verdad tan tremenda! El pueblo participa en la maldad de los sacerdotes de la misma manera que es participe de sus bendiciones. ¿No dice lo mismo el refrán: “Qualis rex, talis grex”? Meditemos en lo que dice Yahvé a los sacerdotes por medio del profeta Malaquías: “Vosotros habéis escandalizado a muchísimos, haciéndoles violar la Ley... por eso también Yo os he hecho despreciables y viles delante de todo el pueblo” (Malaquías 2, 8 s.). El sacerdote que desprecia la Ley de Dios, es objeto del desprecio del pueblo.
No profanen, pues, (los sacerdotes) las cosas santas ofrecidas por los hijos de Israel a Yahvé;
16pues los cargarían con la iniquidad del delito que cometen al comer de sus cosas santas. Yo soy Yahvé, que los santifico.”

Santidad de las víctimas

17Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 18“Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel y diles: Si alguno de la casa de Israel, o de los extranjeros residentes en Israel, presenta su oblación, sea en cumplimiento de su voto, o como ofrenda voluntaria suya, si la presenta a Yahvé como holocausto, 19la víctima, a fin de alcanzaros gracia, ha de ser macho sin tacha: buey, oveja o cabra. 20No ofrezcáis nada que tenga defecto, pues no será aceptado de vuestras manos. 21Si alguno ofrece a Yahvé ganado mayor o ganado menor como sacrificio pacífico, sea en cumplimiento de un voto, sea como ofrenda voluntaria, ha de ser sin defecto para que sea acepto. No debe tener defecto alguno. 22Animal ciego, o cojo, o mutilado, o ulcerado, o sarnoso, o roñoso no presentaréis ante Yahvé, ni quemaréis nada de ellos en el altar para Yahvé. 23Buey u oveja que tenga un miembro demasiado largo o demasiado corto, los podrás presentar como ofrenda voluntaria, mas para voto no serán aceptos. 24Animal que tenga los testículos aplastados, majados, arrancados o cortados, no lo habéis de ofrecer a Yahvé. No hagáis esto en vuestra tierra. 25Nada recibiréis de la mano del extranjero como pan de vuestro Dios, porque sus ofrendas son corrompidas; hay defecto en ellos; no serán aceptadas de vuestras manos.”

26Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 27
27. Nótese la compasión y humanidad con los animales que no son olvidados en esta Ley divina. En muchos otros pasajes de la Sagrada Escritura se dan preceptos en beneficio de ellos, p. ej. Éxodo 23, 11 y 19; Deuteronomio 22, 1, 4, 6. Era para fomentar en el corazón de los hombres la bondad y ternura, porque los que no tienen compasión de los animales tampoco la tienen para con sus hermanos.
“Cuando nace un ternero, o cordero, o cabrito, quedará siete días con su madre; y desde el día octavo en adelante, será agradable para ser ofrecido a Yahvé en sacrificio por el fuego.
28No inmoléis en el mismo día, vaca u oveja juntamente con su cría. 29Al ofrecer a Yahvé un sacrificio en acción de gracias, lo habéis de ofrecer de tal modo que sea aceptado de vuestras manos. 30Será comido ese mismo día; no dejaréis nada de él hasta la mañana. Yo soy Yahvé.

31Guardad mis mandamientos y cumplidlos. Yo soy Yahvé. 32Y no profanéis mi santo nombre, pues Yo he de ser santificado en medio de los hijos de Israel. Yo soy Yahvé que os santifico, 33y que os he sacado de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo soy Yahvé.”
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