‏ Luke 2

Nace en Belén el Salvador del mundo

1En aquel tiempo, apareció un edicto del César Augusto
1. Véase Mi. 5, 2. Sin saberlo, el emperador romano Augusto fue el instrumento por el cual Dios dio cumplimiento a la profecía de Miqueas 5, 1 que el Caudillo de Israel nacería en Belén, aunque María y José vivían lejos de allí, en Nazaret, que dista más de cien kms. de la ciudad de Belén.
, para que se hiciera el censo de toda la tierra.
2Este primer censo, tuvo lugar cuando Quirino era gobernador de Siria. 3Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad. 4Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque él era de la casa y linaje de David, 5para hacerse inscribir con María su esposa, que estaba encinta. 6Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento
6. El nacimiento se hizo en forma milagrosa, pues María pudo atender personalmente al Niño adorable, para el cual “no hubo lugar en la hostería”. ¿No es esta una figura del mundo y de cada corazón, donde los otros “huéspedes” no dejan lugar para Él?
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7Y dio a luz a su hijo primogénito
7. Primogénito es un término de la Ley mosaica. Así se llamaba al primero, aunque fuese hijo único (Ex. 13, 2). Cf. Mt. 1, 23 y nota.
; y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería.
8Había en aquel contorno unos pastores acampados al raso, que pasaban la noche custodiando su rebaño, 9y he aquí que un ángel del Señor se les apareció, y la gloria del Señor los envolvió de luz, y los invadió un gran temor. 10Díjoles el ángel: “¡No temáis! porque os anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo: 11Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor. 12Y esto os servirá de señal: hallaréis un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”. 13Y de repente vino a unirse al ángel una multitud del ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo: 14“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres (objeto) de la buena voluntad”.

Adoración de los pastores

15Cuando los ángeles se partieron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, a Betlehem y veamos este acontecimiento, que el Señor nos ha hecho conocer”. 16Y fueron a prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17Y al verle, hicieron conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño. 18Y todos los que oyeron, se maravillaron de las cosas que les referían los pastores. 19Pero María retenía todas estas palabras ponderándolas en su corazón. 20Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto según les había sido anunciado.

Circuncisión y Presentación en el Templo

21Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel antes que fuese concebido en el seno.

22Y cuando se cumplieron los días de la purificación
22 ss. La Virgen purísima no tenía que “purificarse”: sin embargo se sometió, como Jesucristo, a la ley judía que prescribía la purificación de la madre en el plazo de 40 días. La ofrenda es la de los pobres (Ex. 13, 2; Lv. 12, 2-8).
de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor,
23según está escrito en la Ley de Moisés: “Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor”, 24y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, “un par de tórtolas o dos pichones”.

La profecía de Simeón

25Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre él. 26Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor. 27Y, movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con él las prescripciones acostumbradas de la Ley, 28él lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios y dijo: 29“Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, según tu palabra
29. La oración de Simeón es el “Nunc dimittis”, que se reza en el Oficio de Completas.
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30porque han visto mis ojos tu salvación, 31que preparaste a la faz de todos los pueblos. 32Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel, tu pueblo”. 33Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de Él. 34Bendíjolos entonces Simeón, y dijo a María, su madre: “Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción
34. Contradicción: Es el gran misterio de todo el Evangelio. Véase cómo actúa este misterio, en Mt. 13, 5-7. Cf. 7, 23 y nota.
35y a tu misma alma, una espada la traspasará—, a fin de que sean descubiertos, los pensamientos de muchos corazones”
35. Por la profecía de Simeón se despierta en el alma de María el presentimiento de un misterio infinitamente doloroso en la vida de su Hijo. Hasta entonces Ella no había escuchado sino las palabras de Gabriel que le anunciaba para Jesús el trono de su padre David (1, 32). Simeón las confirma en el v. 32, pero introduce una espada —el rechazo del Mesías por Israel (v. 34)— cuya inmensa tragedia conocerá María al pie de la Cruz. Cf. Jn. 19, 25 y nota.
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La profetisa Ana

36Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada; había vivido con su marido siete años desde su virginidad; 37y en la viudez, había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38Se presentó también en aquel mismo momento y se puso a alabar a Dios y a hablar de aquel (niño) a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.

39Y cuando hubieron cumplido todo lo que era exigido por la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret en Galilea. 40El niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él.

Jesús entre los doctores

41Sus padres iban cada año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua. 42Cuando tuvo doce años, subieron, según la costumbre de la fiesta; 43mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen
43. María pudo creer que el Niño venía en el grupo de hombres.
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44Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos. 45Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca 46Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos; 47y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas. 48Al verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”. 49Les respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?”
49. La voluntad del Padre es todo para Jesús. ¿Cómo podría oponerse a ella el amor de la familia?
50Pero ellos no comprendieron
50. No comprendieron: Sobre este misterio de la ignorancia de María véase v. 35; 1, 55 y notas. María, pues, no obstante ser quien era, vivió de fe como Abrahán (Rm. 4, 18). De esa fe que es la vida del justo (Rm. 1, 17); de esa fe que Isabel le elogió como su virtud por excelencia (1, 45).
las palabras que les habló.

51Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba todas estas palabras (repasándolas) en su corazón
51. Conservaba todas estas palabras, “como rumiándolas y meditándolas diligentísimamente” (S. Beda). Véase v. 19 y cap. 11, 28. Por esta declaración del evangelista se cree que él escuchó de labios de María muchas cosas, especialmente estas relativas a la infancia de Jesús, que S. Lucas es el único en referir.
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52Y Jesús crecía en sabiduría
52. Crecía en sabiduría: No quiere decir que Jesús la tuviese menor en ningún momento, sino que la iba manifestando, como convenía a cada edad de su vida santísima.
, como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres.
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