‏ Mark 11

IV. JESÚS EN JERUSALÉN

Entrada triunfal en Jerusalén

1Cuando estuvieron próximos a Jerusalén, cerca de Betfagé
2. La aldea de Belfagé, situada entre Jerusalén y Betania (Mt. 21, 1 ss.; Lc. 19, 29 ss.; Jn. 12, 12 s.).
y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,
2diciéndoles: “Id a la aldea que está enfrente de vosotros; y luego de entrar en ella, encontraréis un burrito atado, sobre el cual nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. 3Y si alguien os pregunta: “¿Por qué hacéis esto?”, contestad: “El Señor lo necesita, y al instante lo devolverá aquí”. 4Partieron, pues, y encontraron un burrito atado a una puerta, por de fuera, en la calle, y lo desataron. 5Algunas personas que se encontraban allí, les dijeron: “¿Qué hacéis, desatando el burrito?” 6Ellos les respondieron como Jesús les había dicho, y los dejaron hacer. 7Llevaron, pues, el burrito a Jesús y pusieron encima sus mantos, y Él lo montó. 8Y muchos extendieron sus mantos sobre el camino; otros, brazadas de follaje que habían cortado de los campos. 9Y los que marchaban delante y los que seguían, clamaban: “¡Hosanna!
9. Con la aclamación Hosanna: ¡Ayúdanos (oh Dios)! el pueblo quiere expresar su desbordante alegría según el Salmo 117, 25 s.
¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor!
10¡Bendito sea el advenimiento del reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!” 11Y entró en Jerusalén en el Templo, y después de mirarlo todo, siendo ya tarde, partió de nuevo para Betania con los Doce.

La higuera estéril

12Al día siguiente
12. Era el lunes de Semana Santa.
, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
13Y divisando, a la distancia, una higuera que tenía hojas, fue para ver si encontraba algo en ella; pero llegado allí, no encontró más que hojas, porque no era el tiempo de los higos
13 ss. La maldición de la higuera simboliza la reprobación del pueblo de Israel, rico en hojas pero estéril en frutos (Mt. 21, 18 s.; Lc. 13, 6 ss.).
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14Entonces, respondió y dijo a la higuera: “¡Que jamás ya nadie coma fruto de ti!” Y sus discípulos lo oyeron.

Indignación de Jesús por el templo profanado

15Llegado a Jerusalén, entró en el Templo, y se puso a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas; 16y no permitía que nadie atravesase el Templo transportando objetos. 17Y les enseñó diciendo: “¿No está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones»? Pero vosotros, la habéis hecho cueva de ladrones”
17. Véase Is. 56, 7; Jr. 7, 11; Cf. Mt. 21, 12-46; Lc. 19, 45-47; Jn. 2, 14-16.
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18Los sumos sacerdotes y los escribas lo oyeron y buscaban cómo hacerlo perecer; pero le tenían miedo, porque todo el pueblo estaba poseído de admiración por su doctrina. 19Y llegada la tarde, salieron (Jesús y sus discípulos) de la ciudad.

Poder de la fe

20Al pasar (al día siguiente) muy de mañana, vieron la higuera que se había secado de raíz
20 ss. Véase Mt. 21, 20-22.
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21Entonces, Pedro se acordó y dijo: “¡Rabí, mira! La higuera que maldijiste se ha secado”. 22Y Jesús les respondió y dijo: “¡Tened fe en Dios!
22 s. Sobre este punto principalísimo véase 9, 19 ss.; Mt. 17, 20; Lc. 17, 20 y notas.
23En verdad, os digo, quien dijere a este monte: “Quítate de ahí y échate al mar”, sin titubear interiormente, sino creyendo que lo que dice se hará, lo obtendrá. 24Por eso, os digo, todo lo que pidiereis orando, creed que lo obtuvisteis ya, y se os dará
24. Tal es la eficacia de la fe viva, la del que no es “vacilante en su corazón” (v. 23; St. 1, 6 ss.) y perdona a su prójimo (v. 25).
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25Y cuando os ponéis de pie para orar, perdonad lo que podáis tener contra alguien, a fin de que también vuestro Padre celestial os perdone vuestros pecados. 26[Si no perdonáis, vuestro Padre que está en los cielos no os perdonará tampoco vuestros pecados]”
26. El vers. 26 falta en los mejores códices. Pertenece a Mt. 6, 15.
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Controversia sobre el poder de Jesús

27Fueron de nuevo a Jerusalén. Y como Él se pasease por el Templo, se le llegaron los jefes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos
27 ss. Véase Mt. 21, 23 ss.; Lc. 20, 1-8.
,
28y le dijeron: “¿Con qué poder haces estas cosas, y quién te ha dado ese poder para hacerlas?” 29Jesús les contestó: “Os haré Yo también una pregunta. Respondedme, y os diré con qué derecho obro así: 30El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme”. 31Mas ellos discurrieron así en sí mismos: “Si decimos «del cielo», dirá: «entonces ¿por qué no le creísteis?»” 32Y ¿si decimos: “de los hombres”? pero temían al pueblo, porque todos tenían a Juan por un verdadero profeta. 33Respondieron, pues, a Jesús. “No sabemos”. Entonces, Jesús les dijo: “Y bien, ni Yo tampoco os digo con qué poder hago esto”.
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