Micah 4
El Mesías y su Reino eterno
1 ▼▼1 ss. Los versículos 1-4 se encuentran casi textualmente en Isaías, contemporáneo de Miqueas, y tienen su eco en Zacarías 8, 20 ss. “Todas las naciones acudirán algún día al Templo de Jerusalén y reconocerán a Yahvé como único maestro suyo” (Fillion). Véase Isaías 2, 2 ss.; Salmo 45, 9 s. y notas. El monte de la Casa de Yahvé: el Sión (véase Éxodo 40, 2), De Jerusalén sale la Ley, la instrucción de las naciones (versículo 2), y de ahí la multitud de pueblos que afluyen allí como a su centro espiritual (cf. Jeremías 31, 12). Es esta una profecía de la misión apostólica entre las gentes obrada por un magisterio divino salido de Jerusalén (cf. Salmo 95, 3 y nota), como ya lo vimos en los comienzos de la Iglesia. Véase la introducción al Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Sucederá al fin de los días que el monte de la Casa de Yahvé tendrá su fundamento en la cima de los montes, y se elevará sobre las alturas. Afluirán a él los pueblos, 2y vendrán numerosas naciones, que dirán: “¡Venid, y subamos al monte de Yahvé, y a la casa del Dios de Jacob! Él nos enseñará sus caminos, y andaremos por sus senderos.” Pues de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yahvé. 3 ▼▼3 ss. Reinará: Aunque se refiere visiblemente al Mesías en Persona (véase Isaías 2, 4; Joel 3, 12, etc.), también se podría tomar como sujeto de la frase la palabra de Yahvé (versículo 2), la cual tiene la fuerza de convertir a los hombres (cf. Hebreos 4, 12; Mateo 4, 4; Juan 12, 42, etc.). En realidad, San Juan llama al Hijo de Dios, que asumió la naturaleza humana, “la Palabra”, es decir, en griego Logos y en latín Verbum (Juan 1, 1), que también se identifica con la Sabiduría (cf. Eclesiástico 1, 1 y nota). El convertir las espadas en rejas de arado y el descansar debajo de la parra e higuera (versículo 2) son imágenes de la paz característica de la era mesiánica (Isaías 2, 4), e indican una seguridad perfecta. Véase Salmo 45, 9 ss.; Isaías 2, 4; Oseas 2, 18; Zacarías 3, 10.
Reinará Él sobre muchos pueblos, y juzgará a fuertes naciones, hasta las más remotas; y harán de sus espadas rejas de arado, y podadoras de sus lanzas; no levantará la espada gente contra gente ni aprenderán más la guerra. 4Estará sentado cada cual debajo de su parra, y debajo de su higuera; y no habrá quien (los) espante; pues la boca de Yahvé de los ejércitos lo ha dicho. 5Porque todos los pueblos andan cada uno en el nombre de su dios; mas nosotros andaremos por siempre en el nombre de Yahvé, Dios nuestro. 6 ▼▼6 s. “Muestra como Dios restablecerá a su pueblo después de haberlo castigado, y como reinará de nuevo sobre este Israel transfigurado. En aquel día: En la época que más arriba (versículo 1) se llama el fin de los días... Se le asocia otra imagen, que compara la nación teocrática a una esposa infiel, repudiada y castigada por su esposo místico” (Fillion). Los restos: véase 2, 12 y 5, 3 y nota.
En aquel día, dice Yahvé, recogeré a la que cojea, y congregaré a la desechada y a la que he afligido, 7y haré de la que cojea un resto, y de la arrojada una nación fuerte; y reinará sobre ellos Yahvé en el monte Sión, desde ahora y para siempre. 8 ▼▼8. El antiguo poderío: Sión volverá a la antigua potestad regia. “Anuncio del restablecimiento de la realeza davídica, después que ella haya sido aniquilada por la destrucción de Jerusalén (3, 12)” (Crampón). La restauración de la teocracia davídica en los profetas no es otra que la restauración mesiánica: el reino eterno de Dios que reina desde el collado de Sión por medio del Mesías (cf. Ezequiel 40, 2; Amós 9, ti y notas, etc.). Y tú, torre del rebaño, collado de la hija de Sión. Es este un hebraísmo que designa la colina sobre la cual estaba edificada la antigua ciudadela de Sión, y en sentido más amplio toda la ciudad.
Y tú, torre del rebaño, collado de la hija de Sión, a ti llegará y volverá el antiguo poderío, la realeza de la hija de Jerusalén. Destierro y rescate
9 ▼▼9 s. Cf. 5, 3 y nota. Habitarás en el campo (versículo 10): Alusión al cautiverio babilónico. La mención de Babilonia es tanto más notable cuanto que, en tiempos de Miqueas, Asiria poseía la hegemonía, y no Babilonia.
¿Por qué, pues, gritas ahora tan fuerte? ¿No hay acaso rey en ti? ¿Ha perecido tu consejero? ¿Por qué te han atacado dolores como de mujer que está de parto? 10¡Retuércete y gime, hija de Sión, cual parturienta! Pues ahora saldrás de la ciudad y habitarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; pero allí serás libertada; allí te rescatará Yahvé del poder de tus enemigos. 11 ▼▼11. Ahora: “Este «Ahora» puede ser escatológico y mirar a los últimos tiempos, como en Zacarías 14 y en Ezequiel 38-39” (Nácar-Colunga). Sea profanada: La Vulgata dice: sea apedreada, porque esta era la pena de las adúlteras. Jerusalén se comportaba como una adúltera por cuanto era infiel al Señor y se entregaba al culto de los dioses ajenos.
Ahora se juntan contra ti muchas naciones, que dicen: ¡Sea profanada, y vean nuestros ojos (la ruina de) Sión! 12 ▼▼12. No conocen los designios de misericordia que Dios tiene para con Israel y los terribles castigos que Él prepara contra los gentiles, enemigos de su pueblo (véase Ezequiel capítulos 25-32; Joel 3, 1 ss.). Cf. Salmo 149, 6-9; Abdías 12 ss. Los pueblos paganos que castigan a Jerusalén no son más que instrumentos en la mano de Dios, pero no han entendido; creían ser superiores a Israel y a su Dios, y atribuyen la victoria a sus vanos dioses; motivo por el cual Yahvé los castigará más severamente que a su propio pueblo (cf. Isaías capítulo 10). La derrota de los enemigos será definitiva, y el Señor reinará eternamente desde Sión (Abdías 17 y 21).
Pero ellos ignoran los pensamientos de Yahvé, no entienden sus designios; pues Él los junta como gavillas de la era. 13 ▼▼13. Gil Ulecia hace notar que la alusión de Ezequiel 38, 17 garantiza la autenticidad de los versículos 11-13, y añade que en este último se trata “directamente, según toda apariencia, del triunfo escatológico sobre los réprobos; cf. Joel 3, 2, 9-13; Ezequiel 38-39; Apocalipsis 20, 7-10, etc.”.
Levántate y trilla, hija de Sión! porque haré que tu cuerno sea de hierro y tus pezuñas de bronce; aplastarás a muchos pueblos, y consagrarás a Yahvé sus bienes, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.
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