Micah 7
Arrepentimiento y perdón
1 ▼▼1 ss. Humilde súplica del pueblo que confiesa que no hay más hombres justos en su medio. Buscar a un justo en Judá es tan difícil como encontrar racimos en una viña vendimiada. Véase Salmo 9B, 3-11; 13, 2-3; Oseas 4, 2; Amós 2, 6-8: Romanos 3, 11 ss.
¡Ay de mí, que he llegado a ser como lo que queda de la cosecha de verano, como el rebusco de la vendimia; no hay ya racimo que pueda comer; mi alma desea los higos tempranos. 2Han desaparecido de la tierra los hombres piadosos y no hay ya justos entre los hombres. Todos ponen asechanzas para (derramar) la sangre, cada cual tiende la red a su hermano. 3Sus manos hacen el mal en vez del bien; el príncipe hace extorsión, y el juez acepta soborno; el grande manifiesta lo que desea su alma y así urden la trama. 4 ▼▼4. Imágenes de la corrupción entre los príncipes, y el egoísmo brutal en el pueblo. Lo único que hacen bien es el mal. El día anunciado por tus centinelas: el día del castigo predicho por los profetas. Cf. Isaías 21, 6; Jeremías 6, 17; Ezequiel 3, 17. Tu visita: tu castigo.
El mejor de ellos es como cambrón, el más recto peor que un cerco de espinos. Es llegado el día
(anunciado por) tus centinelas, (el día) de tu visita;
ahora les sobreviene la consternación. 5No confiéis en el amigo, ni os fieis del mejor compañero. Guarda la puerta de tu boca ante aquella que duerme en tu seno. 6 ▼▼6. La malicia, es tan grande que ni siquiera los pertenecientes a la misma familia pueden fiarse el uno del otro. Lo mismo dice Jesús en Mateo 10, 21.
Pues el hijo trata al padre como loco; la hija se rebela contra la madre, la nuera contra la suegra; y los enemigos del hombre son los de su misma casa. Promesa del perdón
7 ▼▼7. El santo profeta permanece inconmovible en la confianza en Dios, lo mismo que Isaías en un caso semejante. “Si Dios está con nosotros, dice San Pablo, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 31). Cf. Salmo 54, 23; 26, 1.
Mas yo fijaré mis ojos en Yahvé; esperaré en el Dios de mi salvación y me oirá el Dios mío. 8 ▼▼8. Enemiga mía: Es todo el pueblo el que habla. La enemiga puede ser Asiria o Babilonia. Sobre Dios como luz véase Salmo 26, 1; sobre el Mesías como luz, cf. Isaías 9, 2; 42, 16; 50, 10; 60, 1 ss.; Lucas 1, 78 s.; Juan 1, 9.
No te alegres de mí, oh enemiga mía. Aunque caí, me levantaré, y si me senté en tinieblas, mi luz es Yahvé. 9Sufriré la indignación de Yahvé —pues he pecado contra Él—, hasta que Él juzgue mi causa y me haga justicia. Él me sacará a la luz, y yo contemplaré su justicia. 10 ▼▼10. Alegría de Israel al ver humillada a su enemiga. Así se caracteriza la liberación mesiánica como triunfo sobre los enemigos del pueblo de Dios. Cf. Salmo 108, 1.
Lo verá mi enemiga, y quedará cubierta de vergüenza, aquella que me decía: “¿Dónde está Yahvé, tu Dios?” Mis ojos la contemplarán; cuando sea hollada como el lodo de las calles. Restauración de Israel
11 ▼▼11. El profeta se coloca en lo futuro, en los días de la reconstrucción de Jerusalén, tomándola como tipo del porvenir mesiánico. La Ley: sin duda la del Antiguo Testamento, por la cual los judíos estaban separados de los demás pueblos. La abolición de la Ley da a los gentiles la oportunidad para entrar en la comunidad del pueblo de Dios. En vez de Ley lee Bover-Cantera frontera: en aquel día la frontera estará más distante.
Llegará el día de la reedificación de tus muros, en aquel día será retirada la Ley. 12 ▼▼12. El río: el Éufrates. El sentido es: vendrán de todas partes del mundo. Se refiere a la universalidad del Reino mesiánico.
Entonces vendrán a ti, desde Asiria y las ciudades de Egipto, y desde Egipto hasta el río; de mar a mar, y de monte a monte. 13 ▼▼13. La tierra: Según algunos intérpretes: Judá; según otros, los pueblos paganos.
Y la tierra será devastada a causa de sus habitantes. Este será el fruto de sus obras. 14 ▼▼14. Oración del profeta a Dios para que apaciente a su pueblo como en tiempos antiguos. Toma como imagen los más ricos pastos de Palestina (Carmelo, Basan y Galaad).
¡Apacienta a tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que habita solitario en la selva, en medio del Carmelo! ¡Pazcan ellos en Basan y en Galaad, como en los tiempos antiguos! 15 ▼▼15 ss. Yahvé accede a los ruegos de su siervo (versículo 15-17). Su omnipotente brazo repetirá los prodigios de la salida de Egipto. La liberación de Israel de aquella servidumbre es un tipo de la salud mesiánica (cf. Isaías 11, 11 y 15; Oseas 2, 15 s.; Jeremías 23, 7; Mateo 2, 15; I Corintios 10, 1-6). Los efectos del nuevo milagro de Dios son estupendos: confusión entre los pueblos paganos, pero no una confusión estéril. Es un “timor salutaris” (Knabenbauer). Se doblan ante Él y lamen el polvo, en señal de sumisión y adoración, y se someten a Yahvé por medio del Mesías. Esto se entiende por los paralelos (Salmo 71, 9; 17, 46, donde David es tipo del Mesías).
Le haré ver prodigios como en los días de tu salida del país de Egipto. 16Lo verán las naciones, y se avergonzarán de toda su fuerza; pondrán la mano sobre su boca, y sus oídos quedarán sordos. 17Lamerán el polvo como la serpiente; como los reptiles de la tierra, saldrán temblando de sus escondrijos; llenos de temor se llegarán a Yahvé, nuestro Dios, y se sobrecogerán de temor ante ti. Himno a la divina misericordia
18 ▼▼18 s. El santo profeta prorrumpe en un himno entusiasta ante la grandeza del Reino que Dios le manifestó. Así como Dios lo comparó con la salida de Egipto, así también los acentos de Miqueas recuerdan los de Moisés en Éxodo 15. La nota característica de este epílogo es la alegría, que tiene su origen en la seguridad de saber que Dios ha perdonado las culpas (cf. Isaías 43, 25; Daniel 9, 24). En su infinita misericordia las arrojará a lo más profundo del mar (versículo 19), donde los pecados de Israel quedarán invisibles. Los Padres y comentaristas antiguos han aplicado esta frase al paso del Mar Rojo y también al Bautismo. Allí fueron destruidos los egipcios de tal modo que los israelitas jamás volvieron a verlos (Éxodo 14, 13). Del mismo modo Dios entrega para siempre al olvido nuestros pecados cuando en el Bautismo somos “sepultados con Cristo en la muerte” (Romanos 6, 4). Es toda una imagen de la gracia divina, la cual, infundida en nuestra alma mediante la justificación, produce como primer efecto la destrucción de la noche atroz del pecado (Sto. Tomás). La remisión de que habla Miqueas es general y definitiva e incluye a todos, como lo dice también San Pablo. Véase Romanos 8, 1. Cf. Salmo 50, 9; 76, 10; Isaías 1, 18 y notas.
¿Quién es Dios como Tú, que perdonas la iniquidad, y olvidas el pecado del resto de tu herencia? No guarda El para siempre su ira, porque se complace en misericordia. 19Volverá a compadecerse de nosotros, aplastará nuestras iniquidades, y arrojará a lo más profundo del mar todos nuestros pecados. 20 ▼▼20. Jacob y Abrahán se mencionan aquí no solo como representantes del pueblo judío, sino de todas las naciones. Israel y las gentes todas tendrán parte en la salud mesiánica. Este verso “es un amén profético de carácter preciso que ensalza la verdad y gracia de Yahvé y apela a su fidelidad (Lucas 1, 58) recordando el juramento en el que descansan cual sobre roca inconmovible (Hebreos 6, 16-18) las profecías mesiánicas que las naciones incircuncisas habrían de recoger del seno del pueblo escogido (Génesis 12, 3; 18, 18; 22, 18; 26, 4; 28, 14, etc.)… Así acaba Miqueas conmemorando la «veritas et gratia» con que comenzaría San Juan (Juan 1, 14 y 17)” (Gil Ulecia). Este versículo muestra el mismo sentido que el final del Magnificat. Véase Lucas 1, 55 y nota.
Tú manifestarás tu fidelidad a Jacob, y a Abrahán la misericordia, que juraste a nuestros padres desde los días de la antigüedad.
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