‏ Romans 9

B. LA SITUACIÓN DEL PUEBLO JUDÍO

Dios no elige según la carne

1Digo verdad en Cristo, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, de que no miento
1. Los tres capítulos siguientes explican por qué fue desechado el pueblo judío, a pesar de las grandes bendiciones y promesas que le fueron dadas.
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2siento tristeza grande y continuo dolor en mi corazón. 3Porque desearía ser yo mismo anatema de Cristo por mis hermanos
3. Por mis hermanos: en bien de ellos o quizá en lugar de ellos. Es un bello rasgo de su caridad que ama a los hermanos más que a sí mismo (cf. 10, 1). Pero bien sabe Pablo —acaba de proclamarlo en 8, 35-39— que nada podría separarlo del amor de Cristo.
, deudos míos según la carne,
4los israelitas, de quienes es la filiación
4. La filiación: cf. Ex. 4, 22; Dt. 14, 1; Jr. 31, 9; Os. 11, 1; etc. A esa filiación colectiva del pueblo sucedió otra más sobrenatural para cada uno de los elegidos (8, 15 ss.).
, la gloria, las alianzas, la entrega de la Ley, el culto y las promesas;
5cuyos son los padres, y de quienes, según la carne, desciende Cristo, que es sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. 6No es que la palabra de Dios haya quedado sin efecto; porque no todos los que descienden de Israel, son Israel
6 ss. La promesa no fue para los descendientes carnales de Abrahán, pues desde luego no entraron en ella los árabes, hijos de Abrahán por Ismael (v. 7; Gn. 21, 12), ni los idumeos, hijos de Isaac por Esaú (v. 12 s.; Gn. 25, 23; Mal. 1, 2 s.).
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7ni por el hecho de ser del linaje de Abrahán, son todos hijos; sino que “en Isaac será llamada tu descendencia”. 8Esto es, no los hijos de la carne son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son los considerados como descendencia. 9Porque esta fue la palabra de la promesa: “Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo”
9 s. Cf. Gn. 18, 10 y 14.
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10Y así sucedió no solamente con Sara, sino también con Rebeca, que concibió de uno solo, de Isaac nuestro Padre. 11Pues, no siendo aún nacidos (los hijos de ella), ni habiendo aún hecho cosa buena o mala —para que el designio de Dios se cumpliese, conforme a su elección, no en virtud de obras sino de Aquel que llama— 12le fue dicho a ella: “El mayor servirá al menor”; 13según está escrito: “A Jacob amé, mas aborrecí a Esaú”.

Dios ejerce su soberana libertad

14¿Qué diremos, pues? ¿Qué hay injusticia por parte de Dios? De ninguna manera
14. La justicia distributiva nada tiene que hacer cuando se trata de cosas que son regaladas voluntaria y misericordiosamente (S. Tomás). Por libre gracia y misericordia nos llama Dios.
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15Pues Él dice a Moisés: “Tendré misericordia de quien Yo quiera tener misericordia, y me apiadaré de quien Yo quiera apiadarme”. 16Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia
16 ss. No del que quiere ni del que corre: Cf. v. 11; 8, 29 ss. S. Crisóstomo y S. Gregorio Nacianceno hacen resaltar en estas formidables palabras la iniciativa de Dios en nuestra salvación y la soberana libertad que Él se reserva, sin tener que dar cuenta de ella a nadie. Véase Mc. 10, 27; Sal. 32, 17; 146, 10 s. y nota. De ahí comprendió Santa Teresa de Lisieux que el camino hacia Él no era tratar de justificarse a sí mismo, ya que esto es imposible (10, 2 s.; Sal. 142, 2 y notas) sino “ganarle el lado del corazón” (Is. 66, 13 y nota) haciéndose pequeño (Mt. 18, 1 ss.; Lc. 10, 21).
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17Porque la Escritura dice al Faraón: “Para esto mismo Yo te levanté, para ostentar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”. 18De modo que de quien Él quiere, tiene misericordia; y a quien quiere, le endurece. 19Pero me dirás: ¿Y por qué entonces vitupera? Pues ¿quién puede resistir a la voluntad de Él? 20Oh, hombre, ¿quién eres tú que pides cuentas a Dios? ¿Acaso el vaso dirá al que lo modeló: “¿Por qué me has hecho así?” 21¿O es que el alfarero no tiene derecho sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para uso vil?
21. Confirmase en esta imagen el beneplácito con que Dios llama a unos, por pura misericordia, a la gloria, y reprueba a otros en justo aunque oculto juicio (S. Agustín).
22¿Qué, pues, si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, sufrió con mucha longanimidad los vasos de ira, destinados a perdición, 23a fin de manifestar las riquezas de su gloria en los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria, 24a saber, nosotros, a los cuales Él llamó, no solo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles?

Reprobación de los judíos

25Como también dice en Oseas: “Llamaré pueblo mío al que no es mi pueblo, y amada a la no amada
25 ss. Prueba con citas de los profetas que Dios va a llamar a los gentiles después de desechar a los obstinados judíos, de los cuales, según los profetas, una parte será salvada (v. 27). Cf. Os. 1, 10; 2, 24; Is. 10, 22 s.; 1, 9; Jr. 49, 18; 50, 40; Am. 4, 11; 1 Pe. 2, 10.
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26Y sucederá que en el lugar donde se les dijo: No sois mi pueblo, allí mismo serán llamados hijos del Dios vivo”. 27También Isaías clama sobre Israel: “Aun cuando el número de los hijos de Israel fuere como las arenas del mar, solo un resto será salvo
27 ss. Solo un resto será salvo : corresponde a la voz hebrea Schear Yaschub, nombre simbólico del hijo de Isaías (Is. 7, 3), quien con este simbolismo alude a la salvación de las reliquias de Israel, que alcanzarán por obra gratuita de la misericordia divina. Pero Isaías (10, 21) alude a los convertidos que se salvarán al fin (cf. 11, 25 s.; Jr. 30, 13 y notas). En cambio S. Pablo lo aplica a los de su tiempo (11, 5 s.), es decir, a los que, por divina elección, fueron discípulos fieles de Jesús y formaron el núcleo primitivo de la Iglesia de Pentecostés. Véase Ga. 6, 16 y nota. En su conjunto Israel se excluyó a sí mismo de la salud mesiánica (v. 31) porque, tanto la Sinagoga en el tiempo del Evangelio, cuanto el pueblo de la dispersión en el tiempo de los Hechos, no quisieron seguir el camino de la fe, sino salvarse por las obras de la Ley. Véase lo que sigue en 10, 3 ss.; cf. Fil. 3, 9.
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28porque el Señor hará su obra sobre la tierra rematando y cercenando”. 29El mismo Isaías ya antes había dicho: “Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado una semilla, habríamos venido a ser como Sodoma y asemejados a Gomorra”.

¿Cuál fue el extravío de Israel?

30¿Qué diremos en conclusión? Que los gentiles, los cuales no andaban tras la justicia, llegaron a la justicia, a la justicia que nace de la fe; 31mas Israel, que andaba tras la Ley de la justicia, no llegó a la Ley. 32¿Por qué? Porque no (la buscó) por la fe, sino como por obras, y así tropezaron en la piedra de tropiezo; 33como está escrito: “He aquí que pongo en Sión una piedra de escándalo, y peñasco de tropiezo; y el que creyere en Él no será confundido”
33. Véase Is. 8, 14; 28, 16; 1 Pe. 2, 6 s.; Lc. 2, 34; Mt. 21, 42; Hch. 10, 43 s.
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