Sirach 9
El trato con mujeres
1 ▼▼1. Véase 26, 8. Admirable psicología de los celos, que a veces provocan lo que pretendían evitar. El marido enseñe la continencia con su ejemplo (Lactancio). Véase Números 5, 11 ss.
No seas celoso de tu querida esposa; para que no se valga de las malas ideas que tú le sugieres. 2No dejes que la mujer tenga dominación sobre tu espíritu; para que no se levante contra tu autoridad, y quedes avergonzado. 3No pongas los ojos en una mujer que quiere a muchos, no sea que caigas en su lazo. 4 ▼▼4 ss. Véase Proverbios capítulo 7 y notas. Hoy hay que huir hasta de los periódicos, que reservan hojas enteras para representar a mujeres de poca virtud.
No frecuentes el trato con la bailarina, ni la escuches, si no quieres perecer a la fuerza de su atractivo. 5 ▼▼5. Véase Job 31, 1.
No pongas tus ojos en la doncella, para que su belleza no sea ocasión de tu ruina. 6De ningún modo des entrada en tu alma a las meretrices, para que no te pierdas a ti y tu patrimonio. 7No andes derramando tu vista por las calles de la ciudad, ni vagueando de plaza en plaza. 8 ▼▼8. Los vestidos de lujo y los vanos adornos no convienen más que a las prostitutas y a las mujeres impúdicas, dice San Cipriano (De Habitu Virgine). San Pedro, en su primera encíclica, exhorta a las mujeres a llevar una vida casta y llena de reverencia y les dice: “Vuestro adorno no sea de afuera; no consista en rizaros los cabellos, ornaros de joyas de oro o ataviaros de vestidos, sino que sea un adorno interior del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu manso y suave, precioso a los ojos de Dios” (I Pedro 3, 3 s.).
Aparta tus ojos de la mujer lujosamente ataviada, y no mires curioso una hermosura ajena. 9Por la hermosura de la mujer muchos se han perdido; pues por ella se enciende cual fuego la concupiscencia. 10 ▼▼10 s. Los versículos 10 y 11 faltan en la versión griega.
Cualquiera mujer pública es pisoteada como estiércol en el camino. 11Muchos embelesados de la belleza de la mujer ajena se hicieron réprobos; porque su conversación quema como fuego. 12Con la mujer de otro no estés jamás de asiento; ni en la mesa te arrimes a ella recostado sobre el codo; 13 ▼▼13. Bover-Cantera vierte: No sea que inclines hacia ella tu corazón y que, perdiendo la vida, resbales hacia la tumba. Nácar-Colunga: no se incline hacia ella tu corazón y seas arrastrado a la perdición.
ni la desafíes en tomar vino; no sea que tu corazón se incline hacia ella, y a costa de tu vida caigas en la perdición. Diversas reglas de prudencia
14No dejes al amigo antiguo; porque no será como él el nuevo. 15El amigo nuevo es un vino nuevo; se hará añejo, y le beberás con gusto. 16 ▼▼16. Véase los Salmos 36; 48; 72, 2 y 19. Cf. Jueces 9, 45; II Reyes 15, 10.
No envidies la gloria y las riquezas del pecador; pues no sabes cuál ha de ser su catástrofe. 17 ▼▼17. En griego: no te complazcas con el placer de los impíos porque no permanecerán inmunes hasta la muerte. Véase Proverbios 11, 21.
No te agraden las violencias que cometen los hombres injustos; tú sabes que jamás en toda su vida puede agradar el impío. 18Vive lejos de aquel que tiene potestad para hacerte morir, y no andarás asustado con el temor de la muerte. 19Si te acercas a él, guárdate de hacer ninguna cosa, no sea que te quite la vida. 20 ▼▼20. Conversas con la muerte; esto es, arriesgas la vida en el trato con los poderosos del mundo. Basta y sobra con los peligros de Satanás. Véase I Pedro 5, 8; II Corintios 2, 11; Ef. 6, 12. San Jerónimo comenta este pasaje en sentido ascético, y advierte a Santa Eustoquia: “Más vale ignorar alguna cosa con seguridad que aprenderla con peligro. Considerad que andáis en medio de muchos lazos tendidos para haceros caer, y muchas vírgenes probadas, de una castidad insospechada, perdieron la corona de sus manos casi en el umbral de la muerte… Si acaso hallareis a alguna doncella algo débil en la fe, acogedla, brindadle vuestro cariño, y su castidad sea vuestra recompensa. Si, por el contrario, alguna, simula deseos de virginidad para huir de la servidumbre (del matrimonio), a esa tal leed con franqueza lo del Apóstol: “Más vale casarse que abrasarse.” Pero como de una pestilencia huid de aquellas jóvenes y viudas que, ociosas y curiosas, andan por las casas de las matronas, y las cuales, perdido el pudor de sus frentes, superan hasta a los parásitos del teatro… No tienen otro cuidado que comer y beber y lo que es anexo a esto. Esta clase de mujeres suele dar consejos como este: «Mi cachorrita, gozad de vuestros bienes, y vivid mientras viváis...» Pero luego de haber llevado una vida viciosa quieren casarse en Cristo, siendo condenadas por haber violado su fe primera.”
Sábete que conversas con la muerte; porque caminas en medio de lazos, y andas entre las armas de gente resentida. 21Procede con cuanta cautela puedas, con tu prójimo, y aconséjate con los sabios y prudentes. 22Sean tus convidados los varones justos, y tu gloria consista en temer a Dios. 23 ▼▼23. Toda tu conversación: Meditemos esto. Desgraciadamente, ¡cuán pocos son los que se entretienen comentando las Palabras de Dios, que son lo más interesante, bello y dulce que existe! Véase Sabiduría 8, 16; Salmo 1, 2; 118, 97 y notas; Colosenses 3, 16; Ef. 5, 19, etc.
El pensamiento de Dios esté fijo en tu alma, y sea toda tu conversación de los preceptos del Altísimo. 24 ▼▼24. Versículo diversamente traducido. El final falta en griego y hebreo.
Las obras de los artífices son alabadas por su industria, el príncipe del pueblo por la sabiduría de sus discursos, y las palabras de los ancianos por su prudencia. 25Temible es en su ciudad el hombre deslenguado, y será aborrecido el temerario por sus palabras.
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