‏ Zechariah 1

Indignación de Yahvé

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1. Esta fecha coincide con el año 520 a. C. Darío reinó de 521 a 485. Véase Ageo 1, 1. Hijo de Baraquías: en Esdras 5, I y 6, 14 llamado Hijo de Iddó, en el sentido lato de descendiente, como en Mateo 1, 8 se llama a Ocías hijo de Joram, que fue su bisabuelo. (Cf. II Paralipómenos 22, 1 y 11; 24, 27; IV Reyes 9, 14 y 20; y el caso de Baltasar en Daniel 5, 2 y nota).
En el mes octavo del año segundo de Darío llegó la palabra de Yahvé al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddó, diciendo:
2“Yahvé se irritó con gran enojo contra vuestros padres. 3
3. Convertíos a Mí, etc. Véase Malaquías 3, 7 y nota. En su alocución del 15 de abril de 1945 referente a una paz justa, S. S. Pío XII cita estas palabras, agregando que el espíritu de conversión es lo que necesitamos para salir de la gravísima crisis en que vivimos. Cf. Isaías 31, 6; Jeremías 3, 12, 14 y 22; 4, 1; 18, 11; Ezequiel 18, 30; Oseas 14, 2.
Diles: Así dice Yahvé de los ejércitos: Convertíos a Mí, dice Yahvé de los ejércitos, y Yo me volveré a vosotros, dice Yahvé de los ejércitos.
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4. Los profetas anteriores, es decir, los que predicaron las advertencias de Dios antes del exilio. Véase 7, 7. Porque Él no hace nada sin anunciarlo primero a sus profetas (Amós 3, 71 de modo que puedan salvarse de la catástrofe aquellos que presten atención a la voz de los profetas. Lo mismo está dicho para nosotros sobre las profecías del Nuevo Testamento, cuyos anuncios son aún más terribles, Véase Marcos 13, 17; Lucas 21, 28-36; I Tesalonicenses 5, 1-6 y 20, etc.
No seáis como vuestros padres, a los que predicaron los profetas anteriores, diciendo: «Así dice Yahvé de los ejércitos: Convertíos de vuestros malos caminos, de vuestras malas obras». Pero ellos no escucharon, ni me prestaron atención, dice Yahvé.
5Vuestros padres ¿dónde están? y los profetas ¿viven acaso siempre? 6Mis palabras, empero, y mis ordenanzas que intimé a mis siervos los profetas, ¿por ventura no alcanzaron a vuestros padres? Y ellos se convirtieron y dijeron: “Así como Yahvé de los ejércitos ha resuelto tratarnos en vista de nuestros caminos y nuestras obras, así ha hecho con nosotros.”

Visión de los jinetes

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7. El mes de Schebak era el undécimo del calendario judío; corresponde a la luna de enero-febrero.
El día veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Schebak, en el año segundo de Darío, llegó la palabra de Yahvé al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddó, de esta manera:
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8. De noche: Todas las visiones de Zacarías son nocturnas (cf. versículo 11 y nota). La última termina en 6, 8. Vi a un hombre: Se trata de un ángel o mensajero, como se deduce de los versículos 9 y 11, pero de categoría superior a los otros, y el profeta lo trata de “Señor”. San Jerónimo opina que era el Arcángel San Miguel, protector del pueblo judío (cf. Daniel 10, 21). Crampón lo llama “imagen personal del Dios invisible, pero que se distingue de Él” (véase 2, 6 s. y nota). En vez de mirtos, dicen los Setenta montes. Los Setenta hablan también de cuatro caballos y cuatro colores, lo que cuadra mejor con el lugar paralelo de los cuatro carros (6, 1 ss.) y con el estilo apocalíptico. El simbolismo de los cuatro colores, que en Apocalipsis 6 tiene un sentido de exterminio (cf. versículo 18 y nota), encierra aquí un misterio que algunos refieren a los diferentes caracteres (San Jerónimo), o a los cuatro puntos cardinales del globo, y que otros interpretan más bien con relación al tiempo, refiriéndolo a los cuatro reinos gentiles de Daniel 2, o a las cuatro bestias de Daniel 7. Lo indudable es que se trata de ángeles enviados por Dios a recorrer la tierra (versículo 10) y que encuentran, en prosperidad (versículo 11 y 15) a esas naciones contra las cuales Dios está indignado (versículo 15 s.) porque son enemigas de Israel (versículo 12 y 18 ss.), es decir que deberá preceder su castigo antes de cumplirse las promesas consoladoras para Jerusalén (versículo 13 ss.) Véase versículo 11.
“De noche vi a un hombre que cabalgaba en un caballo bermejo y estaba entre los mirtos que había en una hondonada; y detrás de él había caballos bermejos, alazanes y blancos.
9Yo pregunté: «¿Qué son estos, señor mío?» Y me contestó el ángel que hablaba conmigo: «Te mostraré lo que son estos». 10Y tomó la palabra el hombre que estaba entre los mirtos, y dijo: «Estos son los que Yahvé ha enviado a recorrer la tierra». 11
11. Esta paz recuerda la que San Pablo anuncia en I Tesalonicenses 5, 3 (véase Lucas 21, 24; Isaías 29, 4-7 donde se habla también de visión nocturna). “Ageo acababa de anunciar que al advenimiento del libertador prometido a los judíos precederá una gran crisis, una especie de sacudimiento catastrófico entre las naciones paganas (véase Ageo 2, 7 ss. y 23); esta comprobación hecha por los emisarios de Yahvé denotaba, pues, que la hora de la liberación no había sonado aún para Israel. De ahí la ardiente súplica que el Ángel dirige en seguida a Dios en favor de Jerusalén y de las otras ciudades de Judá: Señor, ¿hasta cuándo? (versículo 12)” (Fillion). Cf. Isaías 26, 1-7; 40, 1-5; Lucas 3, 5, donde el anuncio se aplica al Bautista en sentido espiritual, y Malaquías 3; 1 ss., donde se lo aplica a la purificación de Israel.
Y respondieron ellos al ángel de Yahvé que estaba entre los mirtos, y dijeron: «Hemos recorrido la tierra, y he aquí que toda la tierra poblada goza de paz».

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12. Son ya setenta años en número redondo, contando desde el comienzo de la aflicción de Judá, es decir, del asedio de Jerusalén por Nabucodonosor (588). No son estos los setenta años de la cautividad, los cuales terminaron el año primero de Ciro, dieciséis años antes.
Repuso el ángel de Yahvé y dijo: «¡Oh Yahvé de los ejércitos! ¿Hasta cuándo no vas a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado? ¡Son ya setenta años!»
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13. Palabras de consuelo: Dios se ha apiadado de su pueblo después de castigarlo durante setenta años. Jerusalén rebosará de bienes (versículo 17) y el Señor volverá a cuidar de Sión.
Y Yahvé respondió con palabras buenas, con palabras de consuelo al ángel que hablaba conmigo.
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14 s. “Bien sabemos, dice un autor piadoso, que Dios no tiene corazón de carne. Pero, ¿qué importa, si Él obra como si lo tuviese? ¿Acaso el lector de la divina Escritura no ha de creerle cuando Él mismo se digna hacernos así sus más íntimas confidencias? ¡Cuidado, pues, con pretender someterlo a nuestro juicio, o empeñarnos en conocerlo diferente de como Él quiere ser conocido! Si así se nos muestra el Dios de la verdad, es porque Él es así. ¡Y en conocerlo así, por sus palabras, en eso consiste la vida eterna!” Véase Juan 17, 3.
Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: «Clama, y di: Así dice Yahvé de los ejércitos: Estoy animado de celo por Jerusalén, y de muchísimo celo por Sión;
15y estoy muy irritado contra las naciones que viven con sosiego; pues ellas, cuando Yo estaba un poco irritado, agravaron el mal (de mi pueblo).

Gloria de Jerusalén

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16. La cuerda será tendida sobre Jerusalén: Jerusalén será reedificada. El cordel de medir significa en el lenguaje profético el trabajo del constructor y del que reparte la tierra. Véase 2, 1; 4, 10 y 6, 13 y notas; Apocalipsis 21, 15 ss.
Por tanto, así dice Yahvé: Volveré mi rostro compasivo hacia Jerusalén; en ella será reedificada mi Casa, dice Yahvé de los ejércitos; y la cuerda será tendida sobre Jerusalén.
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17. Nótese que las visiones siguientes desarrollan el doble contenido de esta: primero la explosión de la ira divina contra las naciones paganas (versículo 15), y luego la nueva elección de Jerusalén “más honorable que la primera”. Cf. II Paralipómenos 6, 6; 12, 13, etc. Tal observación facilita mucho el entendimiento de las misteriosas visiones que siguen.
Clama otra vez, y di: Así dice Yahvé de los ejércitos: Mis ciudades rebosarán todavía de bienes, aún consolará Yahvé a Sión, y escogerá de nuevo a Jerusalén».

Destrucción de las potencias enemigas

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18 ss. Sobre el significado de los cuernos o astas véase Daniel 7, 24; Apocalipsis 17, 12. Los cuernos representan a los pueblos que han venido de los cuatro puntos cardinales de la tierra a oprimir y destruir el reino de Judá y de Israel. Dios envía a cuatro herreros, símbolos de los poderes sobrenaturales que van a destruir esas naciones enemigas. Véase versículo 8 y 11 y notas. Algunos equiparan estos cuatro agentes a las cuatro calamidades de Ezequiel 14, 21, a saber: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste, que coinciden con los cuatro caballos de Apocalipsis 6. En el hebreo, los versículos 18-21 pertenecen al capítulo 2 cuya numeración se adelanta así en cuatro versículos con relación a la Vulgata y a los Setenta.
Levanté los ojos, y miré, y vi cuatro cuernos.

19Pregunté al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son estos?» Me contestó: «Estos son los cuernos que han dispersado a Judá, a Israel y a Jerusalén.» 20Luego me mostró Yahvé cuatro herreros. 21Y dije yo: «¿Qué vienen a hacer estos?» Él me respondió, diciendo: «Aquellos son los cuernos que han dispersado a Judá, de tal manera que nadie pudo ya alzar la cabeza, y estos han venido para aterrarlos, y para abatir los cuernos de los gentiles que alzaron su cuerno contra la tierra de Judá para dispersarla.»
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