‏ Zechariah 2

La nueva Jerusalén

1
1. Véase 1, 16 y nota. La cuerda es para delimitar el circuito de la ciudad a reconstruir. Véase Ezequiel 40, 3 y 5.
Alcé entonces mis ojos, y miré, y vi a un hombre que tenía en su mano una cuerda de medir.
2Le pregunté: «¿A dónde vas?» «A medir a Jerusalén», me contestó. «Quiero ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.»

3Y he aquí que el ángel que hablaba conmigo salió fuera, y otro ángel vino a su encuentro. 4
4 s. Corre: Cf. Habacuc 2, 2 y nota. La nueva Jerusalén es tan populosa que no cabe más dentro de los límites de las murallas. Esto mismo significa también que habrá paz y seguridad para sus habitantes. Un mundo de ciudades abiertas sería mucho más seguro que un mundo de fortalezas. Pero esta lección política que coincide con lo que vemos en Isaías 11, 6 ss., parecería un sueño en el mundo de hoy. Jerusalén tendrá una muralla de fuego (versículo 5) y por lo tanto infranqueable (cf. 12, 6 y nota). El mismo Dios protegerá la ciudad santa (Salmo 124, 2).
y le dijo: «Corre, habla a ese joven y dile: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y animales que habrá en ella.»
5Porque Yo mismo, dice Yahvé, la circundaré como muralla de fuego; y seré glorificado en medio de ella.

6
6 s. Apóstrofe a los judíos que se hallan todavía en el destierro en el país del norte (Babilonia). Dios los exhorta a huir y volver a su patria. Véase Isaías 48, 20; Jeremías 51, 6 y notas; Apocalipsis 18, 4. “Todo el discurso que sigue es del Ángel de Yahvé, hablando ora como un solo y mismo ser con Yahvé, ora como una persona distinta” (Crampón). Sobre la misteriosa figura de este Ángel véase versículo 9; 1, 11 y nota.
¡Ay, ay! Huid de la tierra del Norte, dice Yahvé; porque por los cuatro vientos del cielo os dispersaré, dice Yahvé.
7¡Sálvate, oh Sión, tú que habitas en Babilonia! 8
8. Para gloria suya: esto es “para aumentar la gloria del Señor. Anunciando de parte de Yahvé, primero el castigo de los pueblos paganos que habían oprimido al pueblo teocrático (cf. 1, 15), y después, su futura conversión (cf. versículo 11), el divino mensajero manifestará la gloria de Aquel que le ha confiado esta misión y en cuyo nombre obrará” (Fillion).
Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el cual me ha enviado, para gloria suya, a los pueblos que os despojaron: Quien os toca a vosotros, toca a la niña de sus ojos.
9
9 s. Véase 12, 9 ss. Vengo y moraré en medio de ti (versículo 10): Vemos con plena claridad el carácter mesiánico del vaticinio. Jerusalén, la morada del Señor, será un centro hacia el cual afluirán los pueblos. Véase Isaías 12, 6; Sofonías 3, 15; Ezequiel 48, último versículo.
He aquí que extiendo sobre ellos mi mano, y serán presa de los que fueron sus esclavos. Y conoceréis que Yahvé de los ejércitos me ha enviado.

Dios en medio de su pueblo

10¡Canta y alégrate, hija de Sión!

pues he aquí que vengo,

y moraré en medio de ti,

dice Yahvé.

11
11. Alude a la conversión de los gentiles al Dios de Israel, con el cual formarán un solo pueblo. Véase 8, 20-22; Ezequiel 47, 22 s.; Isaías 2, 1-4; 19, 18-25; Miqueas 4, 2.
En aquel día se allegarán a Yahvé

muchas naciones y serán el pueblo mío.

Yo habitaré en medio de ti,

y conocerás que Yahvé de los ejércitos

me ha enviado a ti.

12
12. En la tierra santa. Es uno de los pocos lugares en que Palestina es llamada Tierra Santa, término con que hoy acostumbramos designar aquel país privilegiado por haber sido el escenario de la vida del Redentor (cf. Éxodo 3, 5; Daniel 8, 9; 11, 16; Isaías 8, 8; Oseas 9, 3; Ezequiel 47, 13 ss.).
Yahvé ocupará a Judá como porción suya,

en la tierra santa,

y escogerá de nuevo a Jerusalén.

13Calle toda carne ante Yahvé,

porque se levanta ya de su santa morada.
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